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Un moreno en mi cuarto

Fotos que tomamos mi esposa y yo, tratando de darle un toque erotico
Total libertad para comentar lo que quieran
Espero sean de vuestro agrado

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dulces.placeres@live.com



UN MORENO EN MI CUARTO


Me había recibido muy joven y había empezado a trabajar como pasante, al lado de un tipo de años de experiencia que estaba a punto de retirarse
Era para mi una vocación estar dando soporte a chicos menores de edad que estaban ahí porque la vida los había abandonado, ladronzuelos tirados a su suerte donde el futuro para ellos era solo negro
Muchos caían en la drogadicción, muchos reincidían una y otra vez, y algunos terminaban en el suicidio, era muy duro ver a peques que pensaban, hablaban y actuaban como adultos.
Mi tarea de psicopedagoga era tratar de abrirles un arcoíris de colores a su futuro, una puerta de escape, una idea por la cual luchar

Entendí a la perfección que a mis cortos veinte años había sido una afortunada por todo lo que tenía, mis padres que me amaban, me daban techo, comida, y lo más importante, amor
Me tomaba mis tiempos para pensar sobre ello generalmente por las noches, antes de conciliar el sueño.
Mi cuarto estaba en la planta alta en un viejo caserón, y en esa soledad, me sentía en los momentos para encontrarme conmigo misma, me gustaba dejar las hojas del ventanal abiertas para que ingresara el fresco de la noche, para mirar desde mi cama un cielo de estrellas, y para que la luz de la luna me acariciara el rostro antes de conciliar el sueño

Al día siguiente, al regresar al correccional todo se ponía patas arriba y era un volver a empezar
Carlos Ordoñez, el tipo al que yo secundaba, renunció de una día para otro, no se, le había saltado un tornillo y quería hacer algo totalmente diferente
Así me llamaron y me dijeron que quedaría al frente, como titular y responsable, al menos esa era la idea si es que desde el ministerio no decidían llamar a otra persona
Tomé el desafío, mi padre en especial me decía que estaba loca, que lo pensara, que era joven y no entendía como me gustaba lidiar con problemas ajenos, es que para él, siempre sería su niña, y no podía verme como una mujer que ya se las arreglaba por sí misma
Le hice ver que era una oportunidad, que no importara si era por un corto tiempo, estaba haciendo lo que me gustaba hacer y solo todo estaba bien

Empecé a hacer las cosas a mi manera, charlas con chicos y chicas sin futuro, historias desgarradoras y entre tantos casos, había uno en particular, el de José Tamayo
José tenía dieciséis en esos días, yo era poco mayor, pero parecíamos de mundos diferentes
José era alto, incluso más alto que yo a pesar de su edad, era flacucho en evidencia que nunca había estado bien alimentado, su piel era oscura, morena, de cabellos retorcidos, donde resaltaban dos ojazos verdes que quien sabe de donde habían salido, lo apodaban 'el tripa', por el famoso tamaño de su pene según decían
José no tenía familia, se cansaron de aprenderlo por robar baratijas y al final de la historia un juez lo había encerrado ahí hasta su mayoría de edad

Compartíamos muchas charlas, como con el resto de los chicos, aprendí de todos sus problemas, sus carencias, y trataba de sacarlo a flote, pero José parecía resignado a que no había futuro para él
Y José no era de mucho hablar, solo parecía ser recurrente con un tema que nada tenía que ver, el parecía haberse obsesionado conmigo, me miraba con ojos de lobo, me decía lo bonita que era, a decir verdad, en su mundo, en su lenguaje, era obsceno, sus palabras normales iban por 'el culo' o 'las tetas' que yo tenía, y aunque yo intentara corregir su vocabulario y le hiciera notar que eso estaba mal, José parecía marcado por la vida
Sabía qué no tenía mucho tiempo con él, llegada su mayoría de edad sería puesto en libertad inmediatamente, no habrían ya mas motivos por retenerlo a la sombra en un sitio para menores

A José lo podían las tontas películas de super héroes, tal vez fuera la única manera de mantener a ese chico tranquilo. Inspirado por esas aventuras se hizo un poco adicto al gimnasio del lugar y en corto tiempo, el flacucho se transformó en un hombrecito musculoso muy atrayente, y sus ojos claros harían tropezar a cualquier chica, incluso a su psicopedagoga

A pesar de ser de mundos diferentes, mientras más se acercaba el momento de su mayoría de edad, más parecíamos estar en sintonía
Me inquietaba adivinar el futuro de ese joven una vez que estuviera en libertad y trataba de enfocarlo en eso, en cada charla, pero él solo me miraba como a su presa, me decía cuan bonita era, claro, en su lenguaje, lo sorprendía mirando lascivamente mis curvas, cosa que no le daba pudor y confieso que cada tanto me sorprendía a mi misma observándolo ya como a un hombre
José me decía en voz baja, que una vez afuera, me buscaría, me encontraría, y me cogería toda, que solo esperara, que no podría evitarlo
Solo me reía de sus locas palabras con un dejo de oculta excitación por solo imaginar la escena

Llegaría el día de su partida, se firmaron todos los papeles e hicimos una humilde cena de despedida con una rica torta, como hacíamos con todos los chicos que de alguna manera volvían a la vida
Y José se transformaría en un lindo recuerdo con el que alguna vez había fantaseado

Pasarían un par de años más, en esos días estaba ya de novia con Ricardo, un joven arquitecto quien hoy en día es mi esposo, y aunque todavía vivía en casa de mis padres, estábamos en planes de convivencia
Y esa tarde no sería una tarde más, eran los primeros días de primavera y con dos amigas había ido a merendar a un bar del macrocentro, que estaba muy de moda, no había mucha gente y nos mostrábamos distendidas en una charla de chicas, cuando de la nada irrumpieron tres muchachos con el rostro cubierto y empuñando armas empezaron a amedrentar a los clientes
Se los veía nerviosos, sabiendo que el tiempo les jugaba en contra, gritaron un poco y amenazaron otro tanto, gritamos asustadas, como la mayoría de los casuales clientes y solo fueron por las distintas mesas a recoger todo lo que pudieran

Y sucedería lo impensado, el que al azar vino a nuestra mesa recogiendo celulares, dinero y alhajas, pareció congelarse al verme, por unos pocos segundos, un moreno musculoso, con una capucha en donde resaltaban dos enormes ojos verdes, esos ojos que tan bien conocía, creo que el mundo se detuvo en un suspiro y pasado ese shock del momento, Juan tomó un collar que llevaba en mi cuello y me lo arrebató
Pronto uno de los otros dos tipos dio la voz de partida y como había llegado se habían ido
No había salido del estupor, aun temblaba cuando llegó la policía para tomarnos declaración de lo que había sucedido y cuando todo terminó, nos dijimos de terminar la reunión de amigas, ya se había arruinado el encuentro y mejor dejar para otra ocasión
Tomé el ómnibus de regreso a casa, y en el viaje repasé todo lo ocurrido, me dolía haber perdido ese collar y mi celular, pero más me dolía asumir mi fracaso profesional con José, había fallado a pesar de todos mis intentos y José... José estaba en el camino equivocado, y es que sentía un apego especial, como un imán, sus ojos verdes parecían un faro de perdición

Me bajé del ómnibus cuando ya caía la noche, caminé las tres cuadras hasta casa, y cuando iba a ingresar alguien que me había seguido con la sigila de un gato dijo

Un moreno en mi cuarto



Martina...

Me sobresalté, giré y era él, José, alto, musculoso, con la mirada esquiva dijo balbuceando

Lo siento, contigo no puedo...

Al tiempo me devolvía el celular y el collar

Que estás haciendo con tu vida José? estás loco? y todas nuestras charlas?

Se me atragantaban la palabras en infructuosos planteos, él solo se encogió de hombros y dijo

Soy un caso perdido...

José respiró profundo, levantó la mirada y dio una ojeada al entorno

Tu casa? - preguntó mirando la misma - muy bonita...

Asentí, mientras ahora mirando con detenimiento hacia la ventana del piso superior inquirió

Tu cuarto? ese es el cuarto del que me contabas?

Volví a asentir con la cabeza, José pasó la mano por mi rostro con ternura

Cuidate... - me dijo -

Vos sos el que tenes que cuidarte! - respondí con énfasis -

Yo? yo estoy jugado...

Solo giró sobre si mismo y se fue caminando, me quedé mirando hasta perderlo de vista

Le contaría a mis padres y a Ricardo, futuro esposo, solo parte de la historia, la del robo, la del bar, lo de la policía y no mucho mas, José era un secreto mío y ahí quedaría
Solo lo confesaría en confianza con Sandra, una de las dos amigas de esa tarde después de obtener su promesa de silencio absoluto.
Ella me decía que estaba loca, que debía denunciarlo y que si no lo hacía era porque ese hombre 'me pegaba' demasiado, más de lo que estaba dispuesta a asumir
Y ciertamente tal vez fuera cierto, no se, la sensación era imposible de describir...

Dos de octubre, era una noche de calor, apenas una brisa del oeste ayudaba a bajar la temperatura de la jungla de cemento, no venia en un buen día, problemas laborales, había discutido por sonseras con Ricardo y por si fuera poco, a la hora de la cena encontraría a mis padres distanciados, ellos también habían discutido y tenían una noche de perros y gatos
Papá solo miraba la televisión masticando en silencio, mientras mamá solo perdía tiempo con el celular en medio de una tensa calma que hacía presagiar una enorme tormenta
Me sentí testigo incómoda de una situación en la que era ajena puesto que ya estaba bastante grandecita para esos alborotos, respiré profundo y me dije que era tiempo de buscar mi futuro fuera de la casa de mis padres
Levanté mis cosas, mamá me dijo que ella lavaría, que me desentendiera, los saludé y fui a la plata alta

Tomaría una ducha tibia, me dolía un poco la cabeza y estaba algo abombada, necesitaba relajarme, luego fui al cuarto, me puse una tanga roja que tomé al azar y una remera corta para dormir, como hacía cada noche, abrí el ventanal y corrí las cortinas, sentí la brisa fresca en mi rostro, el cielo estaba estrellado y la luna casi llena parecía querer colarse en mi cuarto
Fui a la cama a perder tiempo con mi celular, luego me recosté, apagué las luces y solo sentí la melodía de los grillos mientras la luna no dejaba de espiarme, intenté masturbarme, pero no resultó, no estaba inspirada y en algún punto solo me dormí en un sueño profundo

Una mano me sorprendería tapándome la boca para que no gritara, me sobresalté y el corazón pareció salirse de mi pecho, una voz conocida me susurró al oído

Hola Martina, voy a sacar la mano de tu boca, soy yo, no grites por favor...

El me liberó lentamente, y le devolví al susurro mientras intentaba encender la luz del velador

José? estás loco de remate? que estás haciendo?

Recordás aquellos días en que era pendejo y me volvía loco con tu culo y tus tetas... las pajas que me hice por tu culpa...

Pero José...

Ahhh, no sabía como detener esa locomotora, y no quería que se detenga...

José apagó la luz nuevamente y se acomodó en mi cama, y no me resistí, es que no quería resistirme. Dejé que me doblegara, me puso boca abajo sobre el colchón y vino sobre mi, sentí sus casi cien kilos de puro macho sobre mi cuerpo, empezó a besarme la nuca y el cuello, también me sobaba las tetas entre el colchón y la remera, y por supuesto, refregaba muy rico su verga dura sobre mis nalgas
Inconscientemente jadeaba mientras empinaba mi culo para que el frote sea mae profundo, tiré una mano por detrás para acariciarlo y recordé que lo apodaban 'el tripa', tenía una pija terriblemente seductora

Dale - apuré - o solo viniste a calentarme?

Sabia que clase de puta eras... - respondió mientras intentaba apartar la tanga de la zanja de mi cola - te voy a hacer comer toda mi pija...

Y así me la metió por completo, arrancándome un quejido al topar en lo profundo de mi conchita y solo empezó a cogerme con todas las ganas acumuladas en el tiempo, se sentía muy rico, y más y más, no tenía preservativo y sentía se sexo piel a piel dentro del mío, tan peligroso como excitante, la cama se quejaba en cada embate, perdí la cordura, la noción, me apretaba el cuello, me asfixiaba y solo se vino dentro, fue perfecto

Como me calentaron tus gritos! - exclamó José -

Grité? como que gritos? - pregunté confundida, no tenía conciencia de haberlo hecho

Los golpes de la puerta del cuarto nos puso en alerta, era mi padre

Martu, Martu! está todo bien? que son esos ruidos?

Me quise morir, envuelta en vergüenza, José se paró con sigila quedándose detrás de la puerta, yo abrí un poco, apenas para que viera mi rostro fingiendo sueño, solo para que me viera, pero impidiéndole el paso

Con tu madre escuchamos ruidos y nos preocupamos...

El estiraba su cabezo por sobre la mía, como queriendo ver mas lejos de lo que podía ver

Todo bien pa... - respondí - estaba viendo la tele, pero ya es tarde, vamos a dormir que mañana tengo un día complicado

Que descanses - respondió para volver a su cuarto con mas dudas que certezas

Apenas cerrar la puerta para que José tomara mi mano para que lo acariciara

Basta José! estuve demasiado cerca, no seas estúpido...

Pero José, abusando de se fuerza me llevó de rodillas al piso, apoyada contra la misma puerta, tomó su verga y me la metió entre mis labios, no podía detenerlo y solo se la chupé muy rico, para comprobar que tenía una pija demasiado grande para mi pequeña boca, y se la chupé y se la acaricié y su glande se sentía húmedo y caliente sobre mi lengua
El me quitó la remera y volvió a sobarme las tetas a la luz de la luna, fue muy rico, y al llegar por segunda vez, lo hizo sobre mi rostro y sobre mis pechos, ahhh! fue muy caliente!

Tomé la remerita para limpiarme, además el semen de mi concha había ya chorreado por mis piernas y estaba hecha un asco de mujer, José se acomodó y me susurró

Deberías poner rejas en este balcón, hay mucho loco suelto...

Y solo desapareció

El cuarto había quedado impregnado en su perfume, y ahora si, necesité masturbarme para poder conciliar el sueño

Los días seguirían adelante y el mundo no pararía de girar, esa noche, lo sucedido en mi cuarto quedaría en un secreto inconfesable, ni mis padres, ni mi novio, ni siquiera mis amigas más íntimas
José se transformaría en ese amor prohibido, cada noche dejaba las puertas del balcón abiertas, aunque hiciera frío, aunque lloviera, por si decidiera volver, pero noche tras noche comprobaría que él no regresaría y poco a poco la llama de la ilusión se fue extinguiendo
Solo seguí mi vida, mi empleo, Ricardo y yo decidimos mudarnos a un departamento propio y las puertas indiscretas se cerraron para no volver a abrirse

Me enteraría del triste final de José Tamayo una mañana como cualquiera, había ocurrido una revuelta en una correccional, los presos exigían mejoras a sus condiciones y encendieron los colchones como protesta
Las cosas se escaparon de control y la noticia de los medios sería el fallecimiento de cuatro reclusos, nunca estuvo claro si había sido por el fuego, por asfixia, o por enfrentamiento con los uniformados, o entre los mismos reclusos, solo supe que mi ángel había caído, un final previsible para un chico aislado del mundo
Hoy lo recuerdo con un sabor amargo en la boca, no se, un fracaso laboral puesto que nunca pude corregir su destino, un amor que no fue, porque nadie me cogió como el lo hizo esa noche



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