Salimos del bar con pasos lentos, todavía vibrando por lo que había pasado en el baño. La brisa nocturna de Tucuman me pegaba en la piel sudada, Fer me miraba de reojo, intentando procesar el cóctel de emociones que lo desbordaban: deseo, sorpresa, orgullo, locura.
Paramos un taxi.
El chofer era joven, de mirada atenta, demasiado atento. Y yo, sin que nadie lo pidiera, comence a jugar de nuevo. Me acomodé en el asiento trasero como si estuviera en una pasarela. Crucé las piernas, luego las descrucé, y dejé que la cosa se diera, mostrando un poco más de piel con cada kilómetro.
Fer se dio cuenta apenas le puse la tanga en el bolsillo, ya no tenia ropa interior.
Lo miré, sonrió con picardía y se inclinó hacia adelante para pedirle algo al chofer. Sabía bien lo que hacía. El escote, el aroma a noche, el misterio en su voz. El flaco tragó saliva y murmuró un “sí” sin saber qué le habían preguntado.
Fer estaba como loco de nuevo. No de celos. Era otra cosa. Algo más oscuro y adictivo. Le gusta verme así: libre, deseada, atrevida... puta suya y de nadie más.
Llegamos a casa. Subimos las escaleras sin una palabra. El silencio era el nuevo lenguaje del juego.
Una vez dentro, lo llevé al escritorio. Encendi mi computadora. Él creyó que yo buscaría música o alguna pelicula porno. Pero no. Abri una carpeta sin nombre. Archivos de video, capturas de pantalla, conversaciones mias con otros, algunas de antes de conocerlo, variedad de pijas en mi vida previa y aun estando con el. Él me miró, sorprendido.
—¿Querés saber hasta dónde llega mi juego? — le pregunté, casi susurrando.
Y sin esperar respuesta, empecé a mostrarle cosas. Videos con mis ex, con chongos, y cosas que el aun ni me hacia. Le calentó verme con otros hombres. Momentos grabados por mi o por ellos con mi celular. Y no negare que mas de uno que es conocido suyo me cogio o tiene sus propios videos.
Mensajes donde jugaba con la fantasía de provocar, de ser deseada, sin cruzar ciertos límites… o sí.
Él no sabía si respirar hondo o perder el control. Sé que le ganó la calentura.
—¿Vos mirás todo esto seguido? — me preguntó.
—Sí — le dije, sin culpa—. Y me toco pensando en vos, mirándome.
Fer se acercó desde atrás, acarició mi cuello, mi espalda, mi cintura. No había enojo, solo hambre. Me sentó en sus piernas, frente al monitor, mientras el video que mas curiosidad le dió seguía reproduciéndose.
—Ahora mostrámelo todo, pero en vivo y desde ahora quiero que me cuentes cada cosas que hagas con otros.
Ahi sellamos el pacto, la fantasía encarnada, y la promesa de llevarlo aún más lejos.
en telegram: somos2dos
Paramos un taxi.
El chofer era joven, de mirada atenta, demasiado atento. Y yo, sin que nadie lo pidiera, comence a jugar de nuevo. Me acomodé en el asiento trasero como si estuviera en una pasarela. Crucé las piernas, luego las descrucé, y dejé que la cosa se diera, mostrando un poco más de piel con cada kilómetro.
Fer se dio cuenta apenas le puse la tanga en el bolsillo, ya no tenia ropa interior.
Lo miré, sonrió con picardía y se inclinó hacia adelante para pedirle algo al chofer. Sabía bien lo que hacía. El escote, el aroma a noche, el misterio en su voz. El flaco tragó saliva y murmuró un “sí” sin saber qué le habían preguntado.
Fer estaba como loco de nuevo. No de celos. Era otra cosa. Algo más oscuro y adictivo. Le gusta verme así: libre, deseada, atrevida... puta suya y de nadie más.
Llegamos a casa. Subimos las escaleras sin una palabra. El silencio era el nuevo lenguaje del juego.
Una vez dentro, lo llevé al escritorio. Encendi mi computadora. Él creyó que yo buscaría música o alguna pelicula porno. Pero no. Abri una carpeta sin nombre. Archivos de video, capturas de pantalla, conversaciones mias con otros, algunas de antes de conocerlo, variedad de pijas en mi vida previa y aun estando con el. Él me miró, sorprendido.
—¿Querés saber hasta dónde llega mi juego? — le pregunté, casi susurrando.
Y sin esperar respuesta, empecé a mostrarle cosas. Videos con mis ex, con chongos, y cosas que el aun ni me hacia. Le calentó verme con otros hombres. Momentos grabados por mi o por ellos con mi celular. Y no negare que mas de uno que es conocido suyo me cogio o tiene sus propios videos.
Mensajes donde jugaba con la fantasía de provocar, de ser deseada, sin cruzar ciertos límites… o sí.
Él no sabía si respirar hondo o perder el control. Sé que le ganó la calentura.
—¿Vos mirás todo esto seguido? — me preguntó.
—Sí — le dije, sin culpa—. Y me toco pensando en vos, mirándome.
Fer se acercó desde atrás, acarició mi cuello, mi espalda, mi cintura. No había enojo, solo hambre. Me sentó en sus piernas, frente al monitor, mientras el video que mas curiosidad le dió seguía reproduciéndose.
—Ahora mostrámelo todo, pero en vivo y desde ahora quiero que me cuentes cada cosas que hagas con otros.
Ahi sellamos el pacto, la fantasía encarnada, y la promesa de llevarlo aún más lejos.
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1 comentarios - Primera experiencia cuckold en pareja parte 3