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Confesiones de Mariela: Casada, madre… insaciable

Me llamo Mariela. Tengo 34 años, estoy casada, soy madre… y nadie sospechaquién soy realmente cuando cae la noche.

Confesiones de Mariela: Casada, madre… insaciable

Durante el día soy todo lo que se espera de mí:la esposa dedicada, la madre organizada, la mujer que sonríe en reuniones yhace la cena mientras ayuda con las tareas. Pero cuando la casa se apaga,cuando todos duermen y el silencio se apodera de las habitaciones, mi cuerpoempieza a hablar.
Empieza con un calor entre las piernas, unapulsación suave que va creciendo. A veces basta con una imagen, una mirada enla calle, una conversación inocente. Y entonces me descubro mojada, temblandode ganas, deseando cosas que jamás podría decir en voz alta.
Lo he intentado reprimir. Ser"correcta". Pero ya no puedo. Soyinsaciable. No importa cuánto sexo tenga, cuántas veces mi marido metome. Siempre quiero más. Algo más fuerte. Más sucio. Más prohibido.
Fantaseo con desconocidos. Con manos que meagarran sin pedir permiso, con palabras sucias al oído, con cuerpos que me usansin siquiera mirarme a la cara. Y lo peor —o lo mejor— es que me encanta.
A veces salgo a caminar sola en la noche.Finjo que es para despejarme… pero en el fondo espero que algo pase. Quealguien me lea la mirada. Que un extraño me detenga, me empuje contra unapared, y me haga suya sin piedad. Que me llame puta mientras me llena la boca,las manos, el cuerpo entero.
Soy Mariela. Casada. Madre. Y tan malditamentehambrienta de placer que me da miedo lo que sería capaz de hacer si se mepresenta la oportunidad perfecta.
Capítulo 1 — La llamada
Eran lasonce de la noche. Mi esposo ya dormía profundamente a mi lado, roncandosuavemente. Mi hijo había caído hace horas, con el peluche aún apretado entrelos brazos. La casa estaba en silencio… y yo, como tantas veces, no podíadormir.
Ese caloren el centro de mi cuerpo me quemaba. Llevaba días sintiéndome así.Insatisfecha. Hambrienta. Mi cuerpo pedía más. Pedía cosas que no podía pedirlea él.
Melevanté sin hacer ruido, descalza, en ropa interior, y me encerré en el bañocon el celular. La luz fría del espejo me devolvió mi reflejo: el cabellorevuelto, los pezones marcando la tela del sostén, y mi entrepierna ya húmedabajo la tanga.
Me sentéen el borde de la bañera, separé las piernas, y deslicé un dedo por debajo dela tela. Estaba mojada. Demasiado. Mi respiración se aceleró y me mordí ellabio.
Fueentonces cuando sonó el mensaje.
Un númerodesconocido.
"Nopuedo dejar de pensar en ti. ¿Estás sola?"
Micorazón dio un vuelco. No había nombre. Solo ese mensaje, directo. Ardiente.Peligroso. En lugar de asustarme, algo en mí se encendió.
Lerespondí sin pensarlo:
"¿Quiéneres?"
Y larespuesta llegó rápido:
"Alguienque te ha estado mirando. Alguien que sabe que lo necesitas."
Me quedéparalizada. El corazón martillando en mi pecho, el dedo aún húmedo entre mispiernas.
"¿Quieresque te diga lo que me imagino haciéndote, Mariela?"
Me mojéaún más.
Melevanté del borde de la bañera, abrí la ventana del baño y dejé que el airenocturno me acariciara la piel. Volví a escribir, temblando:
"Dime.Todo."
Y asíempezó todo.
Capítulo 2 — El vecino
No podíacreerlo.
Mi cuerposeguía ardiendo cuando llegó su siguiente mensaje:
"Estoymás cerca de lo que imaginas. Abre la ventana de tu baño, Mariela."
Lo hice.Con el corazón latiéndome como un tambor. Y ahí estaba él. En la oscuridad desu patio, apenas iluminado por la tenue luz de su cocina. Llevaba una camisetablanca ajustada y un pantalón de algodón que dejaba poco a la imaginación. Mivecino. El mismo con el que compartía saludos amables durante el día, ahorame miraba con una intensidad que nunca antes le había visto.
Me quedécongelada.
"Sélo que haces por las noches. Te he oído. Te he visto. Y cada vez me vuelvo másloco por ti."
Mialiento se cortó.
"¿Quieresque entre? Solo un minuto. No voy a tocarte… a menos que tú me lo pidas."
Me mordíel labio. Mi marido dormía a pocos metros, mi hijo también… y aun así, sentíami cuerpo pulsar de deseo. Me mojé otra vez solo de imaginarlo cruzando lapuerta, mirándome con esa boca medio abierta y los ojos clavados en mis pezonesa través de la tela fina del sostén.
Escribí:
"Lapuerta del lavadero está sin seguro. Entra."
Nopasaron ni treinta segundos. Escuché el crujido suave de la puerta abriéndose ycerrándose. Supe que estaba dentro. Mi cuerpo entero temblaba de adrenalina. Élsubió los dos escalones y se detuvo frente a la puerta del baño, sin decir unapalabra.
La abrídespacio.
Nosmiramos. Por primera vez de verdad. No como vecinos. No como conocidos. Comoun hombre y una mujer que llevan demasiado tiempo reprimiendo algo salvaje.
—Mariela…—dijo con voz grave—. Te juro que no tienes idea de las cosas que me imaginocuando sales en bata por las mañanas.
Norespondí. Solo lo miré a los ojos… y me llevé la mano al tirante del sostén. Lodeslicé lentamente por mi hombro.
Sus ojosme lo suplicaban.
Yentonces dije:
—Muéstramelo que te imaginas.
Capítulo 3 — El juego en la ventana
Despuésde aquella noche, algo cambió. No volvió a escribirme enseguida. No llamó a mipuerta. No dijo nada… pero su mirada, cada vez que coincidíamos en el pasillo,decía todo.
Meobservaba. Yo también.
Y unanoche, justo cuando salía del baño en bata, sin ropa interior, algo me empujó amirar hacia su ventana.
Y ahíestaba él.
Desnudo.Completamente.
Las lucestenues de su habitación le daban sombras perfectas. Su cuerpo, marcado, fuerte,ligeramente sudado. Y su mano… rodeaba con firmeza su verga erecta, que sealzaba como si me esperara. Me miraba directamente, sin pudor, con los ojosbrillando de lujuria. Y en la otra mano… su celular.
Capítulo 4 — La perra despierta
Cuando estoy con él, dejo atrás todas las reglas. Se despierta esa parte de mí que pocas conocen, la que quiere gritar, sentir, dominar y ser dominada. Es una liberación, una pasión que me consume y me hace sentir más viva que nunca.

Con Javier, no hay máscaras. Solo deseo, entrega y un juego de poder donde puedo ser libre, salvaje… su perra.
Capítulo 05 — Rosa abierta
La noche había sido un torbellino de sensaciones intensas, un fuego que Javier había encendido en mi piel, despertando en mí una voracidad que no sabía que existía. Me sentía como una rosa que se abría lentamente, cada pétalo expuesto y sensible al roce, deseando ser tocada y adorada.
Cuando regresé a casa, el aroma familiar de mi marido me envolvió, suave y cálido, como un refugio después de la tormenta. Él me besó con esa ternura que sólo él sabe dar, esos labios que conocen cada rincón de mi cuerpo, que me hacen sentir deseada y segura.
Sus besos eran dulces pero llenos de deseo, recorriendo mi cuello, mis hombros, hasta llegar a mis labios, donde nos perdimos en un beso profundo, lleno de promesas y complicidad.
Me abría para él, con la piel todavía caliente, mojada por la pasión reciente y las ganas que él también despertaba en mí. Era un juego perfecto de contrastes: la intensidad de lo prohibido y la dulzura del amor verdadero.

Con cada caricia, cada suspiro, sentía cómo me convertía en esa rosa deseada, abierta y entregada, completa.
Capítulo 06 — Entre el fuego y el amor
Volvía a casa con la piel todavía marcada por el sudor y el deseo de otro hombre. Sentía en mi cuerpo la huella de Javier, ese calor espeso que solo un encuentro salvaje puede dejar, como una marca indeleble.
Él me había hecho suya, me había poseído con fuerza, despertando en mí esa perra que llevaba escondida, esa mujer insaciable y entregada sin reservas.
Pero al entrar, me recibía el amor tranquilo de mi marido, que con sus manos cálidas y su voz dulce me hacía sentir más que una mujer deseada: me hacía sentir amada.
En sus brazos, era la esposa y la amante; en mi piel, el recuerdo de la noche con otro hombre me hacía vibrar con una intensidad nueva, una mezcla de placer y poder que me abría como una rosa entre dos fuegos.

Era mi verdad, mi deseo profundo: ser la mujer de dos mundos, sentirme completa, mojada y viva.

6 comentarios - Confesiones de Mariela: Casada, madre… insaciable

nismandr_ +1
mi amorrr vamos al chat que yo te voy a ayudar con eso tambien
ekissa5266
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Vitoco696969
Me encantan tus relatos, son sensuales y eroticos llenos de fuego interno
333354
Excelente relato dejo puntos 10