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Los hoteles son la puerta al Inframundo del deseo. Parte II

Perdí la cuenta de las veces que me vine dentro y fuera de ella. Nuestros cuerpos estaban empapados de fluidos genitales, sudor y saliva. 

No quería dejar de cogerla. Tenía muchas fantasias que se acumularon por más de diez años. Deseaba con toda mi energía ponerla en cuatro, jalar su cabello con una mano y follarla mientras la otra mano se azotaba contra ese delicioso, carnoso, gran y apretado culo. 
Los hoteles son la puerta al Inframundo del deseo. Parte II


La obligué a qué se estimulará el clítoris con su pequeña mano mientras la cogia en cuatro. Ella gemía, sus piernas temblaban, pero no dejaba de masturbarse mientras mi pene la penetraba una y otra vez. Un estruendo acompañó sus pujidos, de nuevo ese hermoso y excitante sonido. Cómo si una presa se desbordara entre sus piernas. Se venía a chorros y salpicaba mis piernas. Un alud de placer. Olía a mar, a sexo, a lujuria. 
tetas


Jamás olvidaré sus gestos, sus ojos volviendose blancos, su boquita apretándose mientras gritaba de placer. Me vine. De nuevo me vine dentro de su coño. El blanco de mi semen se mezclaba con el río transparente que bajaba por sus piernas. Su vulva escurría, goteaba. Toqué su clítoris con la yema de mis dedos, sobre salía, tenía un color rosado intenso y cada que lo tocaba ella se movía como si tuviera espasmos involuntarios.
squirt


Ella apretaba con su vagina mi verga palpitante y no me soltaba. Su mano, aquella con la que se masturbaba se detuvo y aún mojada por su squirt, se la llevó a su teta, la apretó, me miró con un tono juguetón y coqueto y preguntó¿te gustó?
verga


Del Manual de superación para tramposo.

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