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Viernes de nieve y humo¿Mañana se rompe todo?


Viernes de nieve y humo¿Mañana se rompe todo?




Viernes amaneció temprano, cubierto de un manto blanco que llegaba hasta las rodillas. Nieve... nieve por todos lados. El paisaje tenía esa belleza irreal que solo la Patagonia sabe regalar.
Melina fue la primera en levantarse, corrió casi descalza a despertar a Kiara, no quería que se perdiera el espectáculo. Kiara, todavía medio dormida, salió al ventanal y quedó boquiabierta. Era su primera nevada real, al menos en estas dimensiones.
—“No lo puedo creer... esto es una locura...” —decía mientras sacaba fotos como si pudiera atrapar el momento para siempre.
Claro... la última vez que había nevado fuerte, Kiara no pudo disfrutarlo. Estaba internada por aquella operación de vesícula. Y hoy, la vida le regalaba revancha.
Mientras las chicas charlaban y se reían como nenas, Melina me avisó:
—“Hoy trabajo medio día... después me la llevo a pasear. Encargate vos de la cena.”

puta


Apenas el reloj marcó el mediodía, las vi salir rumbo a algún rincón perdido, vaya uno a saber dónde. Yo, conocedor de los tiempos y de las prioridades, me regalé una siesta sin culpa. Tenía todo listo para cocinar.
Alrededor de las siete de la tarde, el ritual comenzó: carne al horno, verduras que se hacen solas y de paso, algo sano para compensar lo demás. Mientras el aroma empezaba a invadir la casa, preparé un cigarro de esos que traen paz... y unas cervezas bien frías, tan frías que parecía que lloraban escarcha.
El sillón fue mi refugio. Ni fútbol, ni noticias, ni series. Solo música y el zumbido del horno. Le escribí a Melina:
—“¿Dónde andan? Se está haciendo tarde y no me gusta que manejes con este clima.”
—“Abrí el portón, que estamos llegando.”
Salí, abrí... pero no llegaban. El portón abierto de par en par y nada. Cuando estoy por entrar a buscar el celular, las veo entrar.
Me acerco y las veo dentro de la camioneta. Melina, con la pericia de quien lleva años en esto, estaba dándole fuego al dedo de gorila más grande que mis ojos hayan visto. Una obra de ingeniería cannábica digna de aplauso. Melina... artista del armado, artesana del placer.
Me invitaron. Les levanté la lata a modo de brindis, dejando claro que yo ya estaba en modo avión. Melina me miró de reojo, sonrió y entendió todo.
—“Vos estás más puesto que nosotros...” —tiró entre risas.
Solo pensé en que se lo fumen ellas... y que el destino las deje como hilo dental. Y así fue.
Cuando bajaron... madre mía. No hay palabras. Kiara, medio flotando, fue directo al baño. Ni quiso cruzarme la mirada. Y sí... cuando uno está en ese estado, el vapor del agua es refugio.
Melina chequeó que Kiara cerrara la puerta y... se me plantó en la cocina. No digo más. Solo voy a confesar que verla ahí, con ese jean ajustado y ese sweater que parecía que se le iba a escapar algo... me hizo pensar en lo bien que se vería en unas fotos. Pero... lo dejamos ahí.
La comida ya estaba lista. Justo cuando Kiara salió del baño, envuelta en ese olor a jabón que enamora, le dije:
—“Cuando tu hermana baje, comemos.”
—“Dale, ¡me muero de hambre! Esta cosa me pegó duro...” —contestó tocándose la panza.
—“Tranquila. Acá no tenés que tener vergüenza de nada. Además, yo estoy más puesto que vos... pero lo disimulo mejor.”
—“¡Es verdad! No se te nota nunca...” —rió—. “Qué bueno que haya tanta confianza, así uno se relaja.”
Sonreí y solté:
—“Olvidate. Lo que menos voy a mirar es cómo comés... Seguro tu hermana baja con ese pijama que le deja media teta afuera. Ahí van a estar mis ojos.”
Kiara se puso roja, o más bien... violeta.
—“¡Sos un tarado! Me hacés reír... pero me encanta que la sigas mirando así a mi hermana. Por eso se ve tan joven, ¿sabés?”
Yo, totalmente desbocado, aceleré como Colapinto con DRS abierto.
—“¿Sabés cómo le gusta el dulce a Melina...? Es insaciable. Debe ser algo en la sangre...”
Kiara estalló.
—“¡Sos un zarpado! Pero puede ser... Las Dler somos todas trolas. ¡Jajajaja!”
—“No... no me podés tirar eso...” —le digo—.
—“Dale, hacete... Si vos nos conocés de chicas.” —me guiña.
—“No, no. A mí no me ensucies. Yo no sé nada...” —me defiendo.
—“Sos terrible...” —se ríe.
La cerveza ya me soltaba la lengua.
—“Bueno, pero te digo algo... Me encanta que haya esta confianza. Me parece que sos una persona re buena, y eso me deja tranquila por Melina.”
—“Uy... me vas a hacer poner colorado...” —le digo.
—“¡Sos más chu...” —responde.
—“¿Chu? ¿Qué es eso?”
—“Lindo, tierno, esas cosas...” —me explica mientras juega con la servilleta.
—“Ah... nunca había escuchado eso...”
—“Lo inventamos con una amiga.”
Cambio de tema.
—“Bueno, Kiara. ¿Cómo te sentís para mañana? ¿Lista para buscar laburo?”
—“Y... esperemos que sí. Igual... si arranco la mañana como vos...” —me guiña refiriéndose claramente a mi mañanero verde.
—“No te da la nafta...” —le respondo al vuelo.
—“Mañana vemos...”
En eso, baja Melina. Kiara se levanta a poner la mesa. La cena fue rápida, con risas, miradas cómplices y el cansancio propio del día... y de otras cositas.
Ellas se fueron a dormir temprano.
Yo... me quedé solo, con una sola pregunta flotando en la cabeza, dando vueltas como ese humo espeso que todavía perfumaba la casa:
🔥 ¿Mañana... esto escala?

1 comentarios - Viernes de nieve y humo¿Mañana se rompe todo?

pedagogo47
Muy bueno Crack. Te felicito y ojalá le des bomba a las dos. Mis 10 y te sigo ,está mejor q Netflix esto