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Morbo con mi hija. Nº 3 - Final

Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5989362/Morbo-con-mi-hija-N-1.html
Capítulo 2: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991969/Morbo-con-mi-hija-N-2.html

Finalmente llegó el finde acordado, esta vez la pasé a buscar en mi auto y nos dirijimos a un complejito de bungalows que tengo a la orilla del rio, esto era parte mi negocio, puesto que hace años había invertido en el rubro. El lugar estaba a 40 minutos de la ciudad, lejos de miradas indiscretas y con un entorno natural hermoso. El complejo consta de seis cabañas destinadas a alquiler y una destinada a mi uso exclusivo, la cual esta separada del resto e incluso consta de cerco perimetral.

Fuimos dispuestos a pasar una buena tarde juntos, pasear en lancha y de paso que Sole me inicie en el arte del cual ella era casi una experta.
Anduvimos de playa, paseamos en lancha y a la caida del sol, ya de regreso en la cabaña, decidimos comenzar con lo nuestro. Destapó un frasco, me mostro las famosas flores y se puso a armar un cosito. Lo encendió, aspiró una vez, me lo pasó y me dijo: -dale, ahora es tu turno. Al principio no me gusto, me pareció muy fuerte el aroma, pero luego de varias secas comence a sentir el efecto y mi mente comenzó a divagar.

No se cuanto tiempo pasó pero me sentía extraño, como ido. Al mismo tiempo mi mente me repetía el plan trazado ya de antemano: antes de perder la conciencia jajaja debía intentar cumplir mi deseo.
Ella me preguntaba si me gustaba, como me sentía y ante la vaguedad e incoherencias de mis respuestas comenzó a reir de buena gana. Entendí que ese era el momento.

Estabamos sentados en la alfombra del piso recostados contra el sofá, de pronto extiendo mi mano y toco su pecho izquierdo.. «-Euu paraaaa jajaja» escuche decir y luego su risa, a lo que retira mi mano y sin parar de reir agrega « -Te está pegando re mal jajajaja».. lo cual era cierto jeje
Me arrimo bien a ella y nuevamente me prendo de una teta y entre risas me dice -estás loco, que querés.. pero la situación era tan extraña que le digo: «-esto, quiero probar un poquito» dije balbuceando y entonces meto la mano por debajo de su remera y sin pensarlo bajo el corpiño.. ella completamente relajada reia sin parar y no opuso resistencia alguna.

Recostó su cabeza contra el sofá lo cual tome como una señal de permiso y de entrega. Acerque mi boca y comencé a chupar sus hermosos pechos de una manera desenfrenada. Sus pezones estaban duros y comence a lamerlos y a darle pequeños mordiscos. La risa había cesado y ahora solo se escuchaban suaves suspiros.

Posé mi mano sobre su abdómen y lo acaricie suavemente. Su respiración se aceleraba y los suspiros aumentaban. Baje mi mano a su muslo y lo recorrí lentamente hacia arriba. Levante su pollera de jean y comence a frotar su femeneidad. Lentamente mis dedos colonizaban esa zona prohibida, caliente, húmeda.
Hago a un lado la tanguita de blanco algodón, la cual se encontraba mojada y viscoza. Mis dedos comienzan a abrirse paso dispuestos a explorar el interior profundo de esta joven mujer. Ella acompañaba la escena con unos hermosos gemidos de placer.

No opuso resistenca alguna, por el contrario, se abrio de par en par cual puertas de una catedral para que ingresen los fieles y allí comunión mediante, rediman todos sus pecados. Ella era la ofrenda dispuesta al sacrificio.

Me arrodille en medio de las dos inmensas columnas de la nave central de aquel templo y baje mi cabeza hasta que mi boca se unió a la ofrenda dispuesta en el altar. Comence a comer y a beber de la gracia divina. Ella, la diosa, presente en carne y cuerpo, profería alabanzas en forma de gemidos y cantos guturales que invocaban a los dioses del placer. Comí y bebí la sagrada ofrenda. Sacie mi apetito y apagué mi sed.

Ella hizo lo propio, se arrodillo frente a mi insignia varonil y comenzó a comer y a beber lo que estaba servido. Tomo la ofrenda con su lengua y con su boca y la llevó hasta su garganta. Lo hizo así hasta quedar satisfecha del maná ofrecido en medio del desierto.

Mi interior hervía, era un volcán preparando una erupción. Ella, la madre tierra dispuesta a recibir toda esa energía pronta a ser liberada, abrió sus valles dispuesta a recibir en lo más profundo de su ser lo que ella misma había generado.

Mi masculinidad, suavemente comenzó a abrirse paso por ese tunel estrecho, humedo y caliente rumbo al interior de una hembra joven y hermosa. Ella se brindó completamente. Su cuerpo se estremecía, se agitaba, su corazón latía fuertemente y sus gemidos coronaban la escena de una obra perfecta.

Mi hombría, firme, potente y dura entraba y salia sin parar de ese valle divino. Mi cuerpo, desde lo más profúndo de mi ser comenzó a estremecerse y generosamente se dispuso a ofrendar aguas de vida para regar un terreno fertil.

Comence a expulsar borbotones de mi, ella la madre tierra, lo recibía con gozo en lo más profundo de sus entrañas. Literalmente inundé su cavidad profunda con mieles mias, en forma de líquido blanco, vizcoso, pegajoso, vivo. La comunión fue perfecta. Ambos nos redimimos y por la gracia del amor nos fueron perdonados nuestros pecados.

Al finalizar el ritual, el olor del incienso verde aún flotaba en el ambiente.

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