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Capítulo 3 - El desconocido del Bar

El bar no era su estilo. Demasiado oscuro, demasiado ajeno. Pero allí estaba. Sentada sola, cruzando las piernas lentamente, con la falda demasiado corta como para fingir inocencia. El mensaje del Amo era claro:

“Esta noche, quiero verte a través de otros ojos. Te observaré. Te mediré. Te exigiré. Busca al hombre de la camisa gris. Él sabrá.”

El corazón le latía con fuerza. No era miedo. Era ese temblor adictivo que solo se siente cuando el cuerpo está fuera del control propio. Ella ya no se pertenecía.

Pidió una copa, como le habían ordenado. Sentía la humedad creciente entre las piernas. La falta de ropa interior, una vez más, no era una decisión propia: era su promesa, su armadura rota. Y la tela de la falda apenas contenía la necesidad.

El hombre de la camisa gris apareció. Alto, pulcro, discreto. No la saludó. Solo se sentó al otro lado de la barra. Sus miradas se encontraron por segundos, pero no intercambiaron palabras. No hacía falta.

El móvil vibró. Un mensaje del Amo:

“Míralo como si fuera yo. Provócalo. No le hables. Deja que imagine. Yo observaré desde otro lugar.”

El fuego en su vientre se avivó. Jugó con la copa, rozando el borde con los labios. Cruzó y descruzó las piernas con lentitud medida. Su falda se abrió sutilmente, dejando ver apenas la piel interior de sus muslos. El desconocido respiró más fuerte. Ella también.

Otro mensaje:

“Ahora, deja que te toque. Solo un instante. Haz que se acerque. Que sepa que nunca podrá poseerte, pero sí rendirse ante ti.”

Ella se levantó. Caminó hacia la puerta trasera del bar, sin mirar atrás. Sabía que él la seguiría. Y así fue. Al llegar al pequeño pasillo desierto, ella se apoyó contra la pared. El desconocido se detuvo frente a ella, expectante, hipnotizado.

—No digas nada —susurró ella—. Solo obedece.

Tomó su mano y la guió lentamente entre sus piernas. Su humedad lo sorprendió. El calor que emanaba su sexo era desbordante. Apenas lo rozó y ella ya se estremecía. Pero no era para él. Era para el Amo.

La otra mano del desconocido se detuvo, dudosa. Ella la atrapó y la colocó sobre uno de sus pechos. Lo apretó suavemente, con reverencia. Casi devoción.

Un último mensaje del Amo:

“Ahora, despídete. Recuerda que ese cuerpo es mío. Tú solo muestras lo que yo permito.”

Ella tomó la mano del desconocido, la retiró lentamente y la llevó a sus labios. Le besó los dedos. No como agradecimiento, sino como absolución. Luego se marchó, sin decir una palabra.

Al salir del bar, la brisa de la noche le rozó la piel húmeda. Caminó despacio, con el pulso aún acelerado, pero con el alma en calma.

Ya había sido vista. Ya había sido deseada.

Pero solo el Amo la poseía.
Capítulo 3 - El desconocido del Bar

2 comentarios - Capítulo 3 - El desconocido del Bar

nukissy721
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nukissy633
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