Dulce Lucía - capítulo 6
El sábado a las 5:00 PM, el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas, mientras Mateo, de 27 años, un joven de mirada intensa y manos hábiles, se preparaba para un desafío que lo emocionaba. Apasionado y talentoso jugador de póker, había perfeccionado su estrategia durante años, leyendo rivales y calculando apuestas con precisión, lo que lo convertía en un competidor formidable. Decidió inscribirse en un torneo en una ciudad vecina a dos horas de distancia, atraído por el premio y la emoción del juego. Lucía, de 25 años, su novia de piel blanca, cuerpo delgado, senos pequeños y culo bien formado, lo acompañaba, su naturaleza reservada contrastando con la chispa de curiosidad que recientes aventuras habían encendido en ella. En el auto, Mateo, con su remera roja y jeans, sonreía, confiado. —Amor, este torneo es grande, voy a darlo todo —dijo, apretando el volante. Lucía, en un vestido sencillo negro, le tomó la mano, sus ojos castaños brillando. —Te va a ir increíble, Mateo, estoy contigo —respondió, su voz suave, un dejo de emoción temblando en su tono. Al llegar al salón, un espacio amplio lleno de mesas, fichas y el murmullo de la multitud, la sorpresa los golpeó: entre los participantes estaba Ricardo, el hombre robusto de 38 años del colectivo, con su mandíbula marcada y mirada confiada, sentado en la mesa asignada para enfrentarse a Mateo, el aire cargado de tensión y posibilidades inesperadas.
Las cartas volaban: Mateo apostó fuerte, Ricardo igualó. De pronto, Lucía, al ver a su novio tan serio y un poco confundida por la excitación decidió encontrar la forma de ayudarlo a ganar el torneo. Con una chispa pícara, se deslizó bajo la mesa, oculta por el mantel. Encontró el pantalón de Ricardo, desabrochándolo con dedos ágiles, y sacó su miembro grande y grueso. Ricardo mantuvo su compostura, comprendiendo exactamente lo que estaba pasando. Lucía comenzó a chuparlo, sus labios trabajando con fervor, la lengua trazando su longitud, gimiendo suavemente. Mateo, concentrado en sus cartas, no se daba cuenta. Ricardo, con una risa grave, miró a Mateo.
—Quien gane esta mano se queda con Lucía, ¿te animas, chico? —apostó, su voz burlona, intentando quebrarlo.
Mateo frunció el ceño, inseguro. —Ella es mi amor, no un premio —replicó, pero Ricardo rió.
—Tu juego es débil, como tú. Vamos, sube la apuesta —lo provocó, mientras Lucía, bajo la mesa, chupaba más rápido, sus gemidos ahogados vibrando contra el pene de Ricardo.
La partida seguía, las fichas apilándose. Ricardo, con una mano en la mesa, gruñó, su cuerpo tensándose. Eyaculó, llenando la garganta de Lucía con una carga caliente y abundante. Ella, extasiada, salió de bajo la mesa, sus ojos brillando. Se acercó a Mateo, abriendo la boca para mostrarle el semen espeso de Ricardo, luego lo tragó, saboreándolo con un gemido. —Mmm, delicioso —dijo, lamiéndose los labios. Ricardo rió, empujando sus fichas al centro.
—Es toda tuya, chico. Me rindo —dijo, levantándose con una carcajada. Lucía se acercó a Mateo, susurrándole al oído: —Siempre seré tuya, amor. —Mateo, preocupado pero aliviado, sonrió tímidamente. Luego, Lucía se alejó, y Mateo vio cómo Ricardo la agarraba del brazo, desapareciendo entre la multitud del torneo.
Un poco atontado y sin entender bien lo que había pasado, Mateo siguió jugando, sudando, tratando de concentrarse. De pronto, un hombre se acercó a su mesa y comentó a los jugadores y espectadores. —Gente, van a pasar un gran video por pedido de un amigo del intendente. —dijo, señalando una pantalla gigante. La imagen cobró vida: Lucía, arrodillada, chupaba el pene de Ricardo con gran esfuerzo, sus labios luchando con su grosor. Ricardo, filmando, le daba pequeños golpes en el rostro con su gran pene. Lucía solo sonreía y lo masturbaba con sus dos manos.
—Ahí viene, abrí la boca— Ricardo eyaculó un chorro masivo en su boca. Lucía, con visible dedicación, tragó todo, jadeando. —Está riquísimo—dijo, sonriendo a la cámara.
Ricardo, en el video, preguntó: —¿Tienes novio?
—Sí, ya lo conocés a Mateo, el de remera roja —respondió Lucía, riendo. La multitud se giró, 2000 pares de ojos sobre Mateo, risas estallando a su alrededor. Lucía, en la pantalla, mandó saludos. —Te amo, Mateo —dijo, dando besos finales al pene de Ricardo, sus labios tiernos contra él.
Mateo, sonrojado, sintió las miradas y las risas, su corazón dividido entre la humillación, el amor y una extraña excitación, mientras la voz de Lucía resonaba en el salón.
CAPÍTULO 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5990215/Mi-novia-con-un-tipo-en-el-Rapido-Tata.html
CAPÍTULO 2: http://www.poringa.net/posts/relatos/5990256/Mi-novia-conoce-a-mis-amigos.html
CAPÍTULO 3: http://www.poringa.net/posts/relatos/5990337/Mi-novia-con-mis-amigos-parte-2.html
CAPÍTULO 4: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991140/Mi-novia-y-su-amiga-me-humillan.htm
CAPÍTULO 5: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991445/Me-masturban-mientras-veo-a-mi-novia-cogiendo.html
El sábado a las 5:00 PM, el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas, mientras Mateo, de 27 años, un joven de mirada intensa y manos hábiles, se preparaba para un desafío que lo emocionaba. Apasionado y talentoso jugador de póker, había perfeccionado su estrategia durante años, leyendo rivales y calculando apuestas con precisión, lo que lo convertía en un competidor formidable. Decidió inscribirse en un torneo en una ciudad vecina a dos horas de distancia, atraído por el premio y la emoción del juego. Lucía, de 25 años, su novia de piel blanca, cuerpo delgado, senos pequeños y culo bien formado, lo acompañaba, su naturaleza reservada contrastando con la chispa de curiosidad que recientes aventuras habían encendido en ella. En el auto, Mateo, con su remera roja y jeans, sonreía, confiado. —Amor, este torneo es grande, voy a darlo todo —dijo, apretando el volante. Lucía, en un vestido sencillo negro, le tomó la mano, sus ojos castaños brillando. —Te va a ir increíble, Mateo, estoy contigo —respondió, su voz suave, un dejo de emoción temblando en su tono. Al llegar al salón, un espacio amplio lleno de mesas, fichas y el murmullo de la multitud, la sorpresa los golpeó: entre los participantes estaba Ricardo, el hombre robusto de 38 años del colectivo, con su mandíbula marcada y mirada confiada, sentado en la mesa asignada para enfrentarse a Mateo, el aire cargado de tensión y posibilidades inesperadas.
Las cartas volaban: Mateo apostó fuerte, Ricardo igualó. De pronto, Lucía, al ver a su novio tan serio y un poco confundida por la excitación decidió encontrar la forma de ayudarlo a ganar el torneo. Con una chispa pícara, se deslizó bajo la mesa, oculta por el mantel. Encontró el pantalón de Ricardo, desabrochándolo con dedos ágiles, y sacó su miembro grande y grueso. Ricardo mantuvo su compostura, comprendiendo exactamente lo que estaba pasando. Lucía comenzó a chuparlo, sus labios trabajando con fervor, la lengua trazando su longitud, gimiendo suavemente. Mateo, concentrado en sus cartas, no se daba cuenta. Ricardo, con una risa grave, miró a Mateo.
—Quien gane esta mano se queda con Lucía, ¿te animas, chico? —apostó, su voz burlona, intentando quebrarlo.
Mateo frunció el ceño, inseguro. —Ella es mi amor, no un premio —replicó, pero Ricardo rió.
—Tu juego es débil, como tú. Vamos, sube la apuesta —lo provocó, mientras Lucía, bajo la mesa, chupaba más rápido, sus gemidos ahogados vibrando contra el pene de Ricardo.
La partida seguía, las fichas apilándose. Ricardo, con una mano en la mesa, gruñó, su cuerpo tensándose. Eyaculó, llenando la garganta de Lucía con una carga caliente y abundante. Ella, extasiada, salió de bajo la mesa, sus ojos brillando. Se acercó a Mateo, abriendo la boca para mostrarle el semen espeso de Ricardo, luego lo tragó, saboreándolo con un gemido. —Mmm, delicioso —dijo, lamiéndose los labios. Ricardo rió, empujando sus fichas al centro.
—Es toda tuya, chico. Me rindo —dijo, levantándose con una carcajada. Lucía se acercó a Mateo, susurrándole al oído: —Siempre seré tuya, amor. —Mateo, preocupado pero aliviado, sonrió tímidamente. Luego, Lucía se alejó, y Mateo vio cómo Ricardo la agarraba del brazo, desapareciendo entre la multitud del torneo.
Un poco atontado y sin entender bien lo que había pasado, Mateo siguió jugando, sudando, tratando de concentrarse. De pronto, un hombre se acercó a su mesa y comentó a los jugadores y espectadores. —Gente, van a pasar un gran video por pedido de un amigo del intendente. —dijo, señalando una pantalla gigante. La imagen cobró vida: Lucía, arrodillada, chupaba el pene de Ricardo con gran esfuerzo, sus labios luchando con su grosor. Ricardo, filmando, le daba pequeños golpes en el rostro con su gran pene. Lucía solo sonreía y lo masturbaba con sus dos manos.
—Ahí viene, abrí la boca— Ricardo eyaculó un chorro masivo en su boca. Lucía, con visible dedicación, tragó todo, jadeando. —Está riquísimo—dijo, sonriendo a la cámara.
Ricardo, en el video, preguntó: —¿Tienes novio?
—Sí, ya lo conocés a Mateo, el de remera roja —respondió Lucía, riendo. La multitud se giró, 2000 pares de ojos sobre Mateo, risas estallando a su alrededor. Lucía, en la pantalla, mandó saludos. —Te amo, Mateo —dijo, dando besos finales al pene de Ricardo, sus labios tiernos contra él.
Mateo, sonrojado, sintió las miradas y las risas, su corazón dividido entre la humillación, el amor y una extraña excitación, mientras la voz de Lucía resonaba en el salón.
CAPÍTULO 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5990215/Mi-novia-con-un-tipo-en-el-Rapido-Tata.html
CAPÍTULO 2: http://www.poringa.net/posts/relatos/5990256/Mi-novia-conoce-a-mis-amigos.html
CAPÍTULO 3: http://www.poringa.net/posts/relatos/5990337/Mi-novia-con-mis-amigos-parte-2.html
CAPÍTULO 4: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991140/Mi-novia-y-su-amiga-me-humillan.htm
CAPÍTULO 5: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991445/Me-masturban-mientras-veo-a-mi-novia-cogiendo.html
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