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Vacaciones con la amiga de mamá - Capítulo 7

Vacaciones con la amiga de mamá — capítulo 7

PARTE I
Comunidad, después de un largo rato fuera de las publicaciones, volvimos. Vamos a ir dándole un cierre a la historia, necesito su ayuda, que comenten lo que les genera, si les gusta o no. Pido disculpas por la demora, deje a muchos sin historia, mis disculpas. 
les recomiendo leer capítulos amteriores para mejor entendimiento.
 
 
Capítulo 6 — Lo que no debería estar sintiendo
 
 
Despierto luego de un par de horas, me había dormida en una gran profundidad, luego de la tormenta llega la calma, ¿eso dicen, no? Al instante de ese sexo profundo, intenso, en el cual lo había sentido adentro mío, su vigor, temperatura, descaro y en algunas situaciones arrebatos de inexperiencia, que le daba todo su estilo.
El sol entra con descaro por la ventana sin cortinas.
La cabaña huele a madera tibia, a sexo reciente y a esa mezcla extraña entre café viejo y piel nueva.
Fran duerme a mi lado, boca abajo, sin una sola preocupación sobre él. Su espalda delgada se mueve con suavidad al ritmo de su respiración. Tiene esa paz desarmante que tienen los cuerpos jóvenes después del placer.
Yo no puedo dormir.
Me arrodillo en la cama, desnuda. No por pudor, sino por costumbre. Los 38 años pesan en la piel, incluso si él no los nota.
Aunque yo sí.
Vacaciones con la amiga de mamá - Capítulo 7

 
 
 
 

 
 
 
No debí haberlo invitado. Era un capricho, una mezcla de ternura y ego. Lo vi en casa, triste por la cancelación de su viaje, con esa sonrisa educada de hijo de amiga, y pensé: “Pobrecito, que no se quede solo.”
 
Mentira.
 
Pensé: “Quiero verlo en la playa. Quiero que me mire como me miraba cuando era adolescente y yo iba a casa a tomar mates con su madre.”
 
 
 
Y lo hizo.
 
 
 
Me miró como si nunca nadie me hubiera tocado. Como si no supiera que tengo historias encima, errores y cicatrices.
 
 
 
 
 
La primera noche en Mar del Plata fue inocente. La segunda, provocadora, la tercera, ya no dormimos separados.
Pero anoche, en esta cabaña perdida en la sierra, escuando se rompió la última frontera. Fue lento, fue torpe, Fue perfecto.
Nunca pensé que alguien pudiera hacerme sentir así con tan pocas palabras.
Yo le dije que no. Muchas veces. En voz baja, en gestos. Y en mi cabeza, mil veces más. Pero él insistía sin apurarse. Me hacía reír. Me preguntó si alguna vez me habían escrito una carta.
 
—¿De las de papel? —le dije, burlona.
 
—Sí. De esas que se pierden entre las cosas y aparecen años después.
 
—¿Y qué escribirías?
 
—Que me duele el pecho cuando me miras sin darte cuenta.
 
 
 
Ahí, supe que estaba perdida.
 
 
Ahora lo miro dormir. Tiene el pelo revuelto, marcas en la espalda que le dejé sin querer. O queriendo. No sé.
Y siento algo que no debería sentir.
No es solo deseo. No es solo culpa. Es miedo.
Miedo de querer quedarme.
Miedo de que esto no sea solo un paréntesis.
Miedo de que haya empezado algo que no tenga final feliz.
 
Su celular vibra.
 
Un mensaje de WhatsApp en la pantalla bloqueada:“¿te vuelvo a ver?” seguido de un emoji de fueguito.
 
 
 
Siento un calor ácido en el estómago.
 
No es mío, me digo. Él no es mío.
 
Pero igual me levanto. Me visto en silencio.
tetona



 
Y salgo a caminar.
 
“Esto tenía que durar solo unos días. Pero ahora… no sé cómo se termina
 
 
 
Camino por el sendero de piedras sueltas como si buscara algo que me explique qué estoy haciendo.Tengo la cara lavada, el cabello desordenado y las mismas zapatillas que usé para correr hace dos días.
 
Nunca me sentí tan vulnerable.
relato

 
 
 

 
Cuando tenía veintinueve, fundé mi primer estudio.
A los treinta y tres, ya era reconocida en tribunales. Me decían “la piba que lo gana todo”. La mujer que viste como si fuera a una pasarela, pero que te destruye con un alegato.
Una vez, un tipo dijo que yo tenía “la cara de una virgen y la boca de un demonio”.
Lo tomé como cumplido.

 
Nunca necesité a nadie.
Tampoco lo quise.
Tuve amantes, tuve relaciones, hasta estuve a punto de casarme. Pero no me sentí amada. No de verdad.
 
Siempre me elegían por lo que representaba. Por lo que mostraba.
 
Pero nadie me miró como Fran me mira.
 
Como si pudiera ver mi primera herida. Como si quisiera besarla en vez de evitarla.
 
 
 Y eso me asusta más que cualquier juicio.
Eugenia y yo nos conocemos desde la universidad.
 
Ella también se hizo sola. Una leona. Crio a Francon todo el amor que no le dieron a ella.
 
Y me lo mostró muchas veces, en muchas cenas.
 
Era un nene tranquilo, con mirada vivaz. Me decía “Yani” como si fuéramos amigos.
 
 
 
Pero fue este verano, cuando lo vi llegar con esa remera pegada al cuerpo y esa forma de caminar tan… hombre, que algo cambió.
 
Fue un pensamiento sucio, uno que reprimí enseguida.
 
No podía mirarlo así. No estaba bien.
 
Y, sin embargo. este último tuve más veces su pija en mi boca, que comida. Me metió su miembro lo más profundo que llego, acabe arriba de ella para que mi aroma le quede impregnado. ¿Es amor o sexo?
 
 
 
 
Él me desea. Eso lo supe desde el segundo día. Pero lo que no esperaba es que también me hablara de mis libros favoritos.
Que supiera escuchar, era un joven inexperto en la vida.
 
Yo no soy esa mujer.
 
La que se engancha con alguien más joven.
 
La que traiciona una amistad de años.
 
La que se deja llevar por una fantasía de verano.
 
La que se enamora.
O eso creía.
 
 
 
Me siento en una piedra, respiro profundo.
 
Y en mi cabeza, suena la pregunta que no me deja en paz:
 
“¿Qué vas a hacer cuando esto se termine?”
 
Pasaron unos días, se terminó la aventura en la sierras, llegamos a la costa, hace dos tardes. Nos hemos divertido, tuvimos sexo y también nos dejamos tiempo para hacer el amor. 
 
 
 PARTE II
 
Atardece lento en la playa. El calor no se va. Está pegado a la piel, como los pensamientos que no puedo sacarme desde que la vi en bikini por primera vez.
 
Yani se fue a meter al agua, con esa malla es la atracción de varios. Sus tetas llaman la atención, pero esa cara de ángel, son las que dan ganas de sacarle la malla, encontrarse con dos pechos enormes, y una concha depilada, esperando que se la chupen. Sentir su cola en la pelvis, la cual te dan más ganas de meterle el pene hasta el final. Agarrarle el culo y afirmarte con tu mano en sus cachetes, mientras miras su agujero con ganas de cambiar la pija de lugar.
madura


 
La miro como si fuera la última mujer en el mundo.
 
Quizás lo es.
 
 
 
Paso la tarde, luego de caminar un largo rato por la playa, hablando, riendo, se nos fue el tiempo. El sol ya casi no es parte del paisaje, y la oscuridad empieza a habitar en el interminable mar. Nos detuvimos en un lugar algo escondido.
 
 
Estamos tirados sobre una manta vieja, con dos latas de cerveza y un porro que se va apagando entre sus dedos. Ella fuma con esa elegancia de quien está de vuelta de todo, pero igual se permite caer.
 
 
 
—¿Sabes qué? —dice, mientras exhala el humo en forma de remolino—. Argentina nunca salió del conflicto de unitarios y federales. Solo lo disfrazamos con otros nombres.
 
—¿En serio vas a hablar de historia después del polvo que nos echamos hace dos noches?
 
 
 
Se ríe. Dios, cómo me gusta hacerla reír.
 
 
 
—Justamente. Me das ganas de pensar —me dice—. De discutir. De quemarme.
 
 
 
Le paso el porro.
 
Tira una calada, me mira.
 
Tiene la cara iluminada por la luna que empieza a salir.
 
Yo estoy desarmado. Siempre lo estuve con ella.
 
 
 
—¿Y vos? —pregunta—. ¿Qué pensás del país?
 
—Que estamos todos buscando la solución a nuestro mundo. Le dije mientras me perdía en sus tetas.
 
 
 
Ella se queda callada.
 
La noche cae sobre nosotros como un secreto.
 
Las olas rompen despacio, como si no quisieran molestar.
 
 
 
Y ahí está: su mano sobre mi pecho, lenta, firme.
 
No dice nada. No hace falta.
 
Me acerco. Nos besamos. Profundo. Duro. Con hambre.
 
El vino ya no se siente. La marihuana queda atrás.
 
Solo existimos ella y yo.
 
 
 
Nos tiramos en la arena. Ella encima mío. Su cuerpo pesa lo justo, como si me anclara a este instante.
 
Me besa el cuello, me muerde el labio. Sus pechos son perfectos, calientes, firmes, suaves. Los acaricio con ambas manos. Ella gime. Me mira con los ojos oscuros, dilatados, salvajes.
 
 
 
—Decime qué querés —le digo.
 
—Quiero que me llenes —susurra.
 
—Sos mía esta noche.
Luego de decirle eso comienzo a bajar, hasta encontrarme con la parte de debajo de su malla. Se la saco, la quiero desnuda rápido. Disfruto de la vista, y no del mar y la noche, si no de sus tetas redondas, grandes, su abdomen, todo culmina en su concha, unos labios gruesos, se puede ver su humedad, bajo lentamente por sus piernas, mientras clavo mis rodillas en la arena.
— Ay pendejo como me pones — exclamó, mientras lentamente meto uno de mis dedos en su concha. 
Estaba muy húmeda, caliente, podía sentir ese olor que desprendía su interior. Cole mis dedos en ella, mientras que, con mi otra mano, me la llenaba agarrando su teta.
—lo caliente que está tu concha, mi amor —
—Así me pones pendejo, llénate la boca con mi conchita, disfrútala, que después me voy a comer toda esa pija —
Pasada sus palabras, no me pude contener, los laterales de mi rostro, tocaban el interior de sus piernas, mientras que mi lengua, hacia contacto con sus labios vaginales, recorría de arriba hacia abajo, sintiendo sus jugos en mi boca.
Me ayudé con mis dedos, empecé a penetrarla más frenéticamente con los dedos, mi lengua apretaba su clítoris, ella gemía sin importar donde estábamos, ni ser escuchada. 
—Ayyyyy, si amor, me encanta como la chupas, no paressss me acabo toda — Dijo Yani mientras mezclaba sus dedos con mi pelo, sentí la fuerza que aplico para hundirme aún más entre esa hermosa concha. 
 
No tardó en darse vuelta el panorama, ella me empujó hacia atrás, lo que caí recostado, mitad sobre la arena y la otra parte sobre la tela. Bajó mi traje de baño, la tenía tan dura que cuando salió golpeo contra su rostro. A lo que ella la atrapo con la boca y por un largo rato no se la saco. Sentí su lengua pasar por mi glande, suave, húmedo, con su mano agarraba mi tronco y comenzó a pajearme, de a poco la fue tragando hasta hacer arcada, mi mano devolvió el favor de ella hoy, y le apreté la cabeza para que la pija le entre más, quedando atrapada con mi verga adentro de su boca. 
Deje de ejercer presión, ella retrocedió su boca de mí, tomo aire y se la volvió a tragar entera, no hizo falta que la empuje, no se podía más. 
—Uy Yani, me estas matando, te quiero coger, ya — Se la saco de la boca, me miro a los ojos, y sonrió. 
—Cojeme ya entonces pendejo, quiero que me hagas mierda — puso la cara más de puta que jamás había visto. 
 
Se puso encima mío, paso la cabeza por su concha toda mojada, e iba metiendo poco a poco la cabeza en su interior. En otro momento hubiese dejado que ella continúe, pero estaba muy caliente. 
Puse mis manos en su cola, empujándola hacia abajo, mientras levantaba mi pelvis, embestí hasta metérsela hasta la base, grito descontrolada, tratando se subir, pero la mantuve ahí.
— DIOS, DESPACIO QUE ME ESTAS PARTIENDO HIJO DE PUTA —
— Querías que te la ponga, acá la tenes putita —
—AH, ¿sí? Báncatela ahora pendejo —
Se reincorporo, puso las manos en mi pecho, la vista era espectacular, al estar recta encima mío, los brazos apretaban sus tetas, que quedaban bien firmes. Me cabalga como nunca, con un vaivén intenso, combinando con algunos sentones. Mientras grita, goza, ella se mueve con ritmo, marcando la danza, dueña de todo. Su cuerpo aprieta el mío, su respiración se mezcla con mis gemidos, mis manos recorren su espalda, sus caderas, su pecho. Le beso en los pezones mientras cabalga sobre mí, sin miedo. Como si el mundo no existiera.
culona


Cambiamos de posición a cuchara, luego de lado con su pierna levantada, hasta que el ritmo fue imparable, acabamos juntos. Ella grita mi nombre, yo el suyo, sentir como la llenaba de leche. Nos abrazamos, temblando.
Nos quedamos así, con la arena pegada al cuerpo, con el alma al rojo vivo.
 
 
 
—Esto no está bien —dice Yani en voz baja.
 
—Pero es real —le respondo.
 
—Y eso es lo que más me asusta — Afirmó.
 
Comunidad, gracias a los que esperaron, espero sus puntos y comentarios. Quiero saber su opinión, y critica, más que aceptable, siempre con buena onda. 
Gracias, espero que les guste. 
 
 
 

2 comentarios - Vacaciones con la amiga de mamá - Capítulo 7

nazgul74 +1
Excelente historia... La vengo siguiendo desde el comienzo... La verdad que la historia es impecable... Me calienta a full... No veo desde mi humilde opinión algo que haya que cambiar o modificar. Segui así
Chop2225 +1
Gracias por tu opinión, fiel lector
nazgul74 +1
Estuvo excelente la idea de mostrar la visión de Yanina.. eso, para mí fue un plus. Y disculpa lo extenso de los mensajes