Muchas de las imágenes son solo para ilustrar el post y no tienen mucho que ver con lo que se comenta, pero no me importa. Es mi cuenta, es mi post y pongo lo que me salga de los huevos.
A veces me preguntan por qué decidí convertirme en escort femboy.

Y aunque hay muchas respuestas posibles,

la verdad es que este oficio me eligió tanto como yo lo elegí a él.

Cuando inicié este camino,

muchos me dijeron que sería difícil,

que era peligroso o que no encontraría satisfacción personal.

Desde el primer roce de piel,

desde la primera vez que vi a alguien desnudarse no solo por deseo,
sino por confianza,

supe que había algo sagrado en esto.

Sí, me entrego.

Sí, me desvisto.

Y sí, puedo entrar en confianza con una mirada,

una risa, una caricia.

Me es fácil.

Me nace.

Hombres, mujeres, parejas:

no importa quién seas,

si te acercas con honestidad,

yo respondo con todo lo que soy.

Porque en la intimidad no hay género,

no hay etiquetas,

solo cuerpos que hablan su propio idioma.

Sí, he usado lencería delicada mientras alguien me susurra al oído.

Sí, he hecho realidad juegos de roles intensos.

Y sí, he vivido noches donde terminé diciendo:

"esto fue exactamente lo que siempre quise".

He dejado condones usados en moteles, departamentos discretos, y hasta en autos.

Cada uno es testigo de una historia:

un deseo cumplido, una fantasía confesada,

un “gracias por hacerme sentir así” que todavía resuena en mi pecho.

Cumplir fantasías ajenas también me ha hecho crecer.

Cuando alguien me dice:

“Nunca pensé poder experimentar esto con alguien que no me juzgara”,

sé que estoy haciendo algo importante.

Hay poder en ser el canal a través del cual otro ser humano puede sentir placer, liberación o consuelo.

Pero también he llorado en baños ajenos,

he sentido el rechazo como una bofetada,

y he recogido mis cosas mientras alguien fingía que nunca me conoció.

Ser escort no es fácil, pero lo amo.

Porque me ha hecho fuerte.

Porque me ha hecho real.

Porque incluso en los encuentros que terminaron mal, aprendí algo.

Aprendí a cuidarme, a poner límites, a decir “esto no se vale”.

Este trabajo me ha dado más de lo que esperaba.

Y mientras tenga cuerpo, deseo y decisión,

seguiré haciéndolo con orgullo.

Y aunque amo ser femboy —amo mis medias, mi voz suave,

mi forma de jugar con el deseo—,

sé que este no es el final del camino.

Mi corazón me susurra cada día más fuerte que quiero ser mujer.

No solo en la cama,

no solo en la fantasía,

sino en mi vida completa.

Ser trans no será un cambio, será una evolución.

Un paso firme hacia lo que siempre he sentido.

Algún día, cuando mire atrás, veré a la femboy que fui con ternura.

La que se lanzó al mundo con lencería en la mochila y el corazón en la mano.

La que sobrevivió a lo bueno, a lo malo y a lo sagrado.

Y sonreiré.

Porque todo lo vivido me llevará a ser la mujer que estoy destinada a ser.












Pero bueno, eso es todo por hoy, síganme, den puntos, favoritos, comenten y todo eso, recuerden que subo post CASI todos los viernes. Nos vemos en el siguiente post, adiós.
A veces me preguntan por qué decidí convertirme en escort femboy.

Y aunque hay muchas respuestas posibles,

la verdad es que este oficio me eligió tanto como yo lo elegí a él.

Cuando inicié este camino,

muchos me dijeron que sería difícil,

que era peligroso o que no encontraría satisfacción personal.

Desde el primer roce de piel,

desde la primera vez que vi a alguien desnudarse no solo por deseo,


supe que había algo sagrado en esto.

Sí, me entrego.

Sí, me desvisto.

Y sí, puedo entrar en confianza con una mirada,

una risa, una caricia.

Me es fácil.

Me nace.

Hombres, mujeres, parejas:

no importa quién seas,

si te acercas con honestidad,

yo respondo con todo lo que soy.

Porque en la intimidad no hay género,

no hay etiquetas,

solo cuerpos que hablan su propio idioma.

Sí, he usado lencería delicada mientras alguien me susurra al oído.

Sí, he hecho realidad juegos de roles intensos.

Y sí, he vivido noches donde terminé diciendo:

"esto fue exactamente lo que siempre quise".

He dejado condones usados en moteles, departamentos discretos, y hasta en autos.

Cada uno es testigo de una historia:

un deseo cumplido, una fantasía confesada,

un “gracias por hacerme sentir así” que todavía resuena en mi pecho.

Cumplir fantasías ajenas también me ha hecho crecer.

Cuando alguien me dice:

“Nunca pensé poder experimentar esto con alguien que no me juzgara”,

sé que estoy haciendo algo importante.

Hay poder en ser el canal a través del cual otro ser humano puede sentir placer, liberación o consuelo.

Pero también he llorado en baños ajenos,

he sentido el rechazo como una bofetada,

y he recogido mis cosas mientras alguien fingía que nunca me conoció.

Ser escort no es fácil, pero lo amo.

Porque me ha hecho fuerte.

Porque me ha hecho real.

Porque incluso en los encuentros que terminaron mal, aprendí algo.

Aprendí a cuidarme, a poner límites, a decir “esto no se vale”.

Este trabajo me ha dado más de lo que esperaba.

Y mientras tenga cuerpo, deseo y decisión,

seguiré haciéndolo con orgullo.

Y aunque amo ser femboy —amo mis medias, mi voz suave,

mi forma de jugar con el deseo—,

sé que este no es el final del camino.

Mi corazón me susurra cada día más fuerte que quiero ser mujer.

No solo en la cama,

no solo en la fantasía,

sino en mi vida completa.

Ser trans no será un cambio, será una evolución.

Un paso firme hacia lo que siempre he sentido.

Algún día, cuando mire atrás, veré a la femboy que fui con ternura.

La que se lanzó al mundo con lencería en la mochila y el corazón en la mano.

La que sobrevivió a lo bueno, a lo malo y a lo sagrado.

Y sonreiré.

Porque todo lo vivido me llevará a ser la mujer que estoy destinada a ser.












Pero bueno, eso es todo por hoy, síganme, den puntos, favoritos, comenten y todo eso, recuerden que subo post CASI todos los viernes. Nos vemos en el siguiente post, adiós.
6 comentarios - Mi experiencia como scort (prostituta) femboy