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Padre y Hombre - Parte 7

Esa no fué la última vez que mi dulce hijita le mintió dulcemente a su papá para irse con el macho que se la garchaba. Todo ésto era una gran mentira, claro. Pero igual dentro de todo éste asunto a mí me divertían las cosas y las excusas que Noelia se inventaba para escaparse. Me acuerdo un par que fueron geniales y me gustaron mucho, no sólo por el producto final que luego terminé viendo y disfrutando. Me encantaron por lo aventurosas que habían sido. Por cómo Noelia se había animado a tanto.

La primera ocurrió cuando era más o menos mitad de año y un día me quedé charlando con Enrique en la entrada. No sobre Noelia, eso ya no lo hacíamos cuando estábamos en un lugar público. Hablamos de un poco de todo, de unos arreglos que había que hacer en el edificio y cosas así. En unas tres semanas más o menos iba a caer un fin de semana largo, de esos de cuatro días que hacían como feriado turístico. Me preguntó si me iba a ir a algún lado, para desenchufarme y eso. No lo hizo como queriendo sacarme del medio para quedarse con mi hija. Para nada. Me lo preguntó de buena onda, en la charla. Le dije que no, que la verdad no tenía planes más que quedarme en casa y descansar. El me dijo que por ahí, casi seguro, aprovechaba y se iba a Paraná. Que había visto que su sindicato tenía un hotel ahí. Nunca había ido y quería conocer, todo el mundo le decía que era lindo. Le dije que sí, que fuera, que él también se desenchufara.

Faltaban como tres semanas para ese largo feriado, pero al otro día la guachita de Noelia me vino toda sonriente a pedirme permiso. Me dijo que una de sus amigas se iba a ir con la familia a Paraná por el finde largo y la había invitado. Me rogó y me rogó que la dejara ir. Claro que le dije que sí, yo por adentro ya cagandome de la risa. Se puso muy contenta y me agradeció.

Esa noche después de cenar nos mensajeamos con Enrique. Me dijo que le había comentado a la nena que se iba a ir a Paraná y a la guacha enseguida se le prendió la lamparita y le preguntó si la llevaba con él.

Nos cagamos de risa los dos, hasta que nos dimos cuenta. Ésto nos ponía en un tremendo problema. Noelia me había tirado la mentira de que se iba allá con su amiga y la familia, mentira uno. Y Enrique no le podía decir a Noelia así tan alegremente que sí, que se la llevaba con él, sin tener que pedírmelo “públicamente” enfrente de ella, por decirlo así. Él no podía como quien no quiere la cosa llevarse de viaje a la hija de un vecino, sin que el vecino lo supiera. Ya eran palabras muy mayores. Y si él venía a aparentar que me pedía permiso para hacerlo, primero que estaría fuera de todo contexto, y segundo que yo también, “públicamente” lo tendría que mandar a la mierda a Enrique por sugerir algo así. Mentiras sobre mentiras sobre mentiras…

No había una solución posible, realmente. Enrique no le podía decir a Noelia, así de la nada, que sí se la llevaba con él. Era una mentira muy grande. Una cosa era una salida a escondidas a la noche a un telo, algo así. Ibas, lo hacías, volvías. Perfecto. Enrique se podía exponer a algo así. Pero cómo iba a hacer Enrique para decirle a Noelia que se animaba a llevársela cuatro días? Que, él no iba ni siquiera a preguntar si yo estaba de acuerdo? Ni me iba a consultar? Por más que clandestinamente entre nosotros dos no hacía falta, si me pedía permiso para aparentar, yo lo tenía que mandar a la mierda. Y si no me pedía permiso y se apoyaba en la mentira de Noelia, estaba quedando como un sarpado que se llevaba a una pendeja de la casa por cuatro días.

La verdad que nosotros no sabíamos qué hacer. Lo debatimos un día entero, Enrique todo el tiempo diciéndole a Noelia que lo estaba pensando, hasta que por fin decidimos que no había forma de compatibilizar todo. Enrique o tendría que “blanquear” que se llevaba a Noelia o no se podía hacer. Decidimos que le iba a decir que no a la nena y punto.

Noelia se puso para el orto cuando Enrique le dijo que no, que no se animaba a llevarla sin pedirme permiso. Se puso mal en serio. Hasta lo vi yo cuando él se lo dijo por chat. La veía tipear y tipear en su celular, fuera de mi vista, con una cara de culo impresionante. Refunfuñando se fué a su cuarto y se encerró.

La solución, un día después, la terminó brindando ella misma sin darse cuenta. Enrique me agarró esa tarde cuando yo volvía del trabajo, nos fuimos a un lugar discreto a charlar y me lo dijo. Que Noelia había bajado a la tarde buscándolo y le dijo directamente, muy enojada, que si no la llevaba a Paraná con él que se olvidara de ella. De los mimitos, de las tiradas de goma, de los garches, de todo. Le dijo que ella estaba arriesgando mucho para verse con él, mintiéndome todo el tiempo, y que le parecía que él no estaba arriesgándose por ella. Y si ella no le importaba que se lo dijera y punto. SI no era capaz de animarse a ésta aventurita con ella, que ya se cortaba todo.

Mirá los huevos de la nena. Tanto había crecido ya?

No pude evitar sonreírme un poco mientras Enrique me lo contaba, orgulloso de mi hija hermosa y cómo se hacía valer. Si, por mas que fuera hacerse valer por todo ésto, que era una gran cagada para alimentar mi perversión, aún así lo hizo. Le dije a Enrique que okey, que la tuviera en espera un tiempo, que le dijera que lo estaba pensando, pero que al final aceptara llevársela “clandestinamente”, “sin que yo supiera”, a Paraná con él.

Y por supuesto a Noelia le cambió el humor enseguida cuando se enteró. Volvió a estar bien, de buen espíritu y contando ansiosa los días hasta irse a Paraná “con la familia de su amiga”. No podía creer las agallas de la pendeja, no sólo mandándose a hacer todo éste engaño, sino también plantándosele a Enrique cuando le dijo que no. Que guachita hermosa que era. Que carácter estaba sacando.

Al final el tan mentado fin de semana largo de la discordia llegó, yo despedí a Noelia con una sonrisa diciéndole que la pasara bien “con su amiga” y se fué. Me dijo que se iba a tomar un colectivo hasta la casa de su amiga y de ahí se iban, pero yo sabía que se iba nada más a un par de cuadras de casa a encontrarse con Enrique y de ahí se iban a Retiro a tomarse un micro a Paraná. Si alguien preguntaba, habíamos arreglado con Enrique, él era el tío de la nena. Por si alguien sospechaba en algún momento, se producía alguna situación policial y me llamaban a mí. Estábamos los dos en la misma página.

Pero no pasó, por suerte. Esa noche Enrique me mandó un lindo video desde Paraná.

“Ya llegamos, todo bien, tranqui el viaje. Muy lindo el hotel, la habitación muy buena”


Padre y Hombre - Parte 7


La pasaron de maravillas, me dijo Enrique. Saliendo de paseo durante el día y cogiendo como dos conejos a la noche en el hotel. Más videos para mi colección. Al volver Noelia estaba muy contenta, contándome todo lo que había recorrido con “su amiga” y mostrándome todas las fotos que “su amiga” le había sacado donde salía Noelia sola. Yo sonreía y me alegraba por ella.

Un par de meses después de la aventura mesopotámica, pasó la otra que se mandó mi dulce hijita. Una noche como cualquier otra, tranquilos los dos en casa, después de cenar se me sienta al lado y, medio dubitativa me dijo que me tenía que contar algo. Yo apagué la tele para prestarle atención y, medio temerosa, me confesó que había conocido a alguien y que ya había tenido sexo.

Yo por supuesto me hice el que me alteré un poco. Que la verdad no me costó mucho porque pensaba que por fin Noelia iba a deschavar lo de Enrique y que se iba a armar un terrible lío. Pero no. Cuando le pregunté quién era me dijo que era un tal Ariel, el primo de una de sus amigas del colegio. Le pedí más detalles y me dijo que se habían conocido en un par de salidas con sus amigas, pegaron onda y hacía un mes más o menos que estaban de novios. Y que hacía un par de días lo habían hecho. Cuando le pregunté cómo fué, me miró avergonzada y me dijo que ella le había dicho al pibe que viniera a casa cuando yo estaba en el trabajo a la tarde. Una cosa llevó a la otra, y bueno…

Yo no sabía si creerle o no. Existía éste Ariel? O era todo un invento de mi hija vaya uno a saber por qué? Que estaría tramando? Tenía muchas dudas. Por lo pronto actué el papel del padre que asimilaba el golpe que su dulce y pura hijita había tenido sexo por primera vez. La reté. Tuvimos una discusión un poco subida de tono, pero por suerte no duró mucho y logramos calmarnos. Nunca discutíamos muy fuerte, gracias a Dios. Yo le decía que no me gustaba nada el hecho que había tenido sexo ya y menos que menos me gustaba que había invitado a un extraño, básicamente, a mi casa mientras yo no estaba. Que podía haberle hecho cualquier cosa y los etcéteras normales que un padre tiene que tirar en esa situación.

Noelia, de nuevo, se plantó conmigo como lo había hecho con Enrique. Me dijo que estaba siendo injusto. Que ella ya tenía dieciocho años, ya estaba grande y tenía derecho a tener novio y sexo como cualquier otra chica de su edad. Que estaba cansada de ser la última de todas sus amigas que todavía no había estado con su novio… (yo por dentro, como dicen los pibes ahora, “ lol “).

Nos calmamos. La miré dulcemente, le acaricié el pelo y ella me regaló una de sus sonrisas dulces para hacer las paces. Le pregunté si el pibe la había tratado bien y me dijo que sí, que Ariel era un amor, que todo había estado bien. Le pregunté si lo había disfrutado y me dijo que al principio por ser la primera vez que estaba con un chico se había puesto muy nerviosa (doble “ lol “), pero que al final lo disfrutó mucho ella también.

Suspirando le dije que okey, que por fin mi nena había dejado de ser una nena para convertirse por fin en una joven mujer. Me sonrió. Le dije que igual ella siempre iba a ser mi hijita y casi se larga a llorar ahí mismo. Y la verdad, yo también, pese a todo lo que sabía que había pasado. Nos abrazamos fuerte los dos y la llené de besos.

Dejé que se compusiera un poco y le dije con una muequita que lo quería conocer a Ariel. Medio porque era lo que se suponía que tenía que decir y medio porque la verdad quería saber si todo ésto no había sido un gran engaño. Para mi sorpresa, Noelia no se inmutó. Me sonrió y me dijo si lo podía invitar el viernes a cenar a casa. Claro, le dije.

Llegó por fin el viernes a la noche y más o menos a la hora indicada, sonó el portero eléctrico de casa. Noelia bajó a abrir y al ratito subió. Ariel aparentemente existía. Era un flaquito de su edad, con cara medio de boludo y una pelambre llena de rulos que se le hacían como una especie de afro de segunda mano que nunca llegaba a ser. Se lo notaba medio tímido, pero no parecía mal pibe. Le dije a Noelia que pidiera una pizza y mientras esperábamos nos quedamos charlando ahí en el living todos. No era mal pibe. Educado, contestaba bien. Bastante timidón. No me cayó mal.

Pero lo que yo quería saber era si éste Ariel realmente era el novio de Noelia… o ésta guacha no habría engatusado a un amigo cualquiera, diciéndole cualquier cosa para que la ayudara con ésto y que se hiciera pasar por un aparente novio. Todo era posible.

Discretamente durante la charla y la cena, hablando de todo un poco, le fuí sacando detalles al pibe o a veces directamente algo decía él que me servía. Y… la verdad que todo encajaba. Si estaba actuando como el novio, realmente no se mandó ninguna pifia tremenda como equivocarse donde tenía el tatuaje Noelia, primo de quien era y todo eso. Todo encajaba. No tenía por qué pensar que éste pibe no era el novio y no se habían conocido hacía poco. Hasta los notaba a los dos con cierta familiaridad ya, la de dos personas que si bien no se conocían aún del todo, se conocían más que al nivel de una simple amistad.

Terminamos de cenar y Noelia le dijo al pibe si quería ir a tomar un helado por ahí. Era viernes, no era muy tarde y la noche estaba agradable afuera. Yo no tenía problema en dejarlos. Que se fueran a tomar un helado o vayan un rato a un bar, estaba bien. Si le dije que me la devuelva a un horario razonable, porque lo tenía que hacer. Nos despedimos amablemente y yo me quedé sólo, informándole por chat a Enrique lo que había pasado. Sugiriéndole que si él podía que averiguara más por su cuenta, pero que si era verdad que Noelia tenía novio, que por ahí se atajara a que sus encuentros seguramente se cortaban.

Había sido bueno, muy bueno, mientras duró, pensé.

Pero me adelanté. A los pocos días yo estaba en la empresa a la tarde y me mandó un mensaje Enrique, diciéndome que Noelia le había dicho de verse. Quería ir a su departamento. Me extrañó bastante pero le dije que sí, que lo hiciera como siempre si quería. Y que tratara de averiguar más de qué estaba pasando.

A la noche me mandó otro videito hermoso.


jovencita


Que hermosa era mi hijita cogiéndose sola en la verga gruesa del portero. Cómo me calentaba.

Enrique me dijo lo que había podido averiguar del pibe. Le dijo a Noelia que la había visto abrirle varias veces a un pibe, si estaba de novia. Se lo dijo en chiste, queriendo pero no queriendo saber, con ese tono. Pero Noelia lo miró bastante seria. Era después del video, ya habían cogido y estaban los dos en la cama de Enrique, acariciándose. Noelia le dijo que sí, que ese pibe era su novio y lo iba a ver bastante seguido quizás.

Enrique la miró y le preguntó si éste polvo que se habían echado recién era tipo despedida. Y si era así que se lo dijera. Noelia nada más le contestó que no, que lo quería seguir viendo a él. Que le gustaba mucho estar con él también. Sobre todo cuando se la cogía sin forro y la llenaba de leche. Que el novio no acababa así, ni se la cogía así. Que ella quería tener novio, si, pero para salir y estar con alguien. Pero ésto con Enrique era otra cosa.

Enrique me admitió que cuando Noelia le dijo eso se le puso dura la verga de nuevo. Y yo tengo que admitir que a mi también. Nos dimos cuenta los dos de la doble vida que estaba queriendo llevar mi hija. Quería a la vez el amor y la estabilidad emocional de poder estar con un noviecito, poder salir con él y todo eso. Pero también quería el placer duro que le daba el vergón de Enrique. No quería perderse eso tampoco. El pobrecito de Ariel había caído en la guarida de una loba sin haberse dado cuenta.

Y yo me quedé esa noche en mi habitación, después de masturbarme como siempre, pensando en lo que mi hija era realmente. Las partes de ella que le estaban saliendo a luz. Una idea se me empezó a formar. Tenue, nebulosa al principio. Seguramente producto de lo que muchos llaman la claridad post acabada, como se dice.

No se si fue bueno o fue malo lo que estaba pensando. Al día de hoy aún no lo sé. Pero pensé que dadas las circunstancias y lo cambiada que estaba mi hija, quizás… quizás había una posibilidad, por remota que fuere, que decía que en realidad no hacía falta que yo me cuidara de ocultar tanto la perversión que sentía por Noelia.

Que quizás…

1 comentarios - Padre y Hombre - Parte 7

Exkalyon20
Ok. Un 8 al capitulo.

Últimamente me han dado a la idea de que los Argentinos son bastante sumisos.