Capítulo 6: El Concurso
Después de hacer la pregunta, Carolina se da cuenta de la magnitud de lo que está sugiriendo. Mateo, con voz baja para que nadie note su parentesco, responde:
—Mamá, ese anillo se te vería bien, y la única forma de ganarlo es entrando al concurso.
Carolina mira el pene de su hijo, semierecto, y observa alrededor, aún indecisa. Su vagina comienza a humedecerse, una sensación extraña y nueva para ella. Habla con Mateo en voz baja:
—Hijo, no sé si podemos pasar este límite, pero mira el anillo...
Mateo, con determinación, le dice:
—La única forma de saberlo es concursar.
Carolina mira el pene de su hijo, que está semierecto, y siente una mezcla de nerviosismo y excitación. Mateo, nervioso, admite:
—Estoy un poco nervioso y no se me para bien, pero yo sé que puedo ganar.
Carolina, decidida, le dice:
—Mateo, nunca nadie podrá saber lo que vamos a hacer.
Con mucho nerviosismo, Mateo responde:
—Si, mamita.
Carolina alza la voz y anuncia:
—Nosotros queremos concursar.
El animador los invita al frente, y madre e hijo van cogidos de la mano. Llegan al lugar donde van a hacer lo prohibido para Carolina, pero para Mateo, es lo que más ha querido. Mateo se acuesta, y Carolina ve la cara de su hijo, llena de nervios, y nota que su pene no está completamente erecto. Decide tocarlo suavemente con sus manos, y en su mente se dice: "Si lo voy a hacer, romperé este límite de una madre con su hijo."
Nota que el pene de Mateo se pone completamente erecto, y está segura de que ganará el concurso. El tema es si a ella le cabe en la boca. Sin pensarlo más, lo introduce en su boca y siente que no cabe. El animador la motiva para que meta más el pene, diciéndole que le falta poco. Con esfuerzo, se lo introduce por completo. En su mente, Carolina tiene muchas cosas pasando: el pene que tiene metido en la boca es de su hijo, pero también siente una excitación inesperada. Su vagina se moja más y más. Todo el mundo grita y aplaude, diciendo: "¡Qué buena eres!"
El animador le pasa una cinta de medir. Carolina, al ver que todos la felicitan por lo que hizo, se siente orgullosa. Mide el pene de su hijo y, llena de orgullo, grita:
—¡Veinticuatro centímetros!
El animador dice:
—Tomá la ventaja, si no alguien más que supere esta medida, seréis los ganadores.
Carolina y Mateo se retiran a sus sillas a esperar, con sensaciones muy raras. Carolina no puede creer lo que ha hecho, y Mateo está feliz de haber tenido una garganta profunda con su madre. Pasa medio hora, y nadie supera los 24 centímetros de Mateo. Con felicidad, le entregan el anillo, y Mateo lo pone en la mano de su madre.
—Mamá, esto apenas empieza —dice Mateo.
Carolina lo mira y se ríen pícaramente, sabiendo que han cruzado una línea de la que no hay retorno.
Después de hacer la pregunta, Carolina se da cuenta de la magnitud de lo que está sugiriendo. Mateo, con voz baja para que nadie note su parentesco, responde:
—Mamá, ese anillo se te vería bien, y la única forma de ganarlo es entrando al concurso.
Carolina mira el pene de su hijo, semierecto, y observa alrededor, aún indecisa. Su vagina comienza a humedecerse, una sensación extraña y nueva para ella. Habla con Mateo en voz baja:
—Hijo, no sé si podemos pasar este límite, pero mira el anillo...
Mateo, con determinación, le dice:
—La única forma de saberlo es concursar.
Carolina mira el pene de su hijo, que está semierecto, y siente una mezcla de nerviosismo y excitación. Mateo, nervioso, admite:
—Estoy un poco nervioso y no se me para bien, pero yo sé que puedo ganar.
Carolina, decidida, le dice:
—Mateo, nunca nadie podrá saber lo que vamos a hacer.
Con mucho nerviosismo, Mateo responde:
—Si, mamita.
Carolina alza la voz y anuncia:
—Nosotros queremos concursar.
El animador los invita al frente, y madre e hijo van cogidos de la mano. Llegan al lugar donde van a hacer lo prohibido para Carolina, pero para Mateo, es lo que más ha querido. Mateo se acuesta, y Carolina ve la cara de su hijo, llena de nervios, y nota que su pene no está completamente erecto. Decide tocarlo suavemente con sus manos, y en su mente se dice: "Si lo voy a hacer, romperé este límite de una madre con su hijo."
Nota que el pene de Mateo se pone completamente erecto, y está segura de que ganará el concurso. El tema es si a ella le cabe en la boca. Sin pensarlo más, lo introduce en su boca y siente que no cabe. El animador la motiva para que meta más el pene, diciéndole que le falta poco. Con esfuerzo, se lo introduce por completo. En su mente, Carolina tiene muchas cosas pasando: el pene que tiene metido en la boca es de su hijo, pero también siente una excitación inesperada. Su vagina se moja más y más. Todo el mundo grita y aplaude, diciendo: "¡Qué buena eres!"
El animador le pasa una cinta de medir. Carolina, al ver que todos la felicitan por lo que hizo, se siente orgullosa. Mide el pene de su hijo y, llena de orgullo, grita:
—¡Veinticuatro centímetros!
El animador dice:
—Tomá la ventaja, si no alguien más que supere esta medida, seréis los ganadores.
Carolina y Mateo se retiran a sus sillas a esperar, con sensaciones muy raras. Carolina no puede creer lo que ha hecho, y Mateo está feliz de haber tenido una garganta profunda con su madre. Pasa medio hora, y nadie supera los 24 centímetros de Mateo. Con felicidad, le entregan el anillo, y Mateo lo pone en la mano de su madre.
—Mamá, esto apenas empieza —dice Mateo.
Carolina lo mira y se ríen pícaramente, sabiendo que han cruzado una línea de la que no hay retorno.
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