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putita la prima 9

Unos días después, el jueves por la noche, micelular vibró con un mensaje de Caro: “Primito, ¿te venís con nosotras a unbar? Vamos con Jose y unas amigas. Va a estar divertido ”. Elemoji de la carita haciendo la seña del siete de espadas en el truco, ya mepuso en alerta. Después de lo que pasó en su casa, cualquier invitación de Caroera una ruleta rusa de locura. No lo pensé mucho, aunque estaba cansado y ya mehabía tomado un par de cervezas, me puse un jean, una remera negra y salí parael punto de encuentro, ya imaginando un monton de cosas qué podían pasar.
Lleguéal bar que me había pasado Caro, un lugar en Villa Crespo con luces tenues,música electrónica suave y un olor a perfume de telo mezclado con cervezaartesanal y humo de marihuana. Desde afuera parecía un bar normal, pero cuandoentré, vi a Caro y Josefina en una mesa al fondo, rodeadas de un grupo de genteque no conocía. Caro estaba con un vestido negro cortito que apenas le tapabael culo, y Josefina con un top brillante y una pollera tableada, esas que solose ponen las putas que les gusta que se les vea el papo por debajo. Las dos mevieron y sonrieron como si ya tuvieran un plan.
“¡Primito,llegaste!” gritó Caro, levantándose para darme un abrazo que fue más un roce detetas y cadera que un saludo familiar. Josefina me guiñó un ojo y me pasó unacerveza. “Sentate, que esto recién empieza,” dijo, señalando a los demás en lamesa: dos pibas más, una con pelo rojo y tatuajes, otra con cara de modelo, ytres tipos que parecían sacados de un gimnasio. Todos tenían esa vibra de estaren algo más que tomar birra.
El barestaba llenándose, y la música empezó a subir de volumen. Caro se acercó y mesusurró al oído: “Esto no es solo un bar, primito. Más tarde se pone…interesante. No te asustes”. No entendí del todo, pero su mano apretándome elmuslo bajo la mesa me dio una idea. Josefina, mientras tanto, ya estabahablando con uno de los tipos, un morocho grandote con pinta de rugbier, y lepasaba la lengua por el borde de la cerveza como si fuera una invitación.
Un parde horas y varias cervezas después, Caro se levantó y anunció: “Bueno, nos vamosa la parte divertida.” Pensé que íbamos a otro bar, pero el grupo se dirigió auna puerta al fondo del local, custodiada por un tipo con auricular. Noshicieron pasar a un pasillo oscuro, y de repente estábamos en un lugartotalmente distinto: luces rojas, música tecno a todo volumen, cuerposmoviéndose en la penumbra. No era un bar, era un boliche… pero no unocualquiera. Había parejas besándose en los rincones, grupos tocándose sindisimulo, y un olor a sexo y sudor que pegaba fuerte. Me di cuenta de que estoera una especie de club swinger o algo por el estilo. Mi cabeza dio un vuelco,y la pija se me puso dura al instante.
Caro yJosefina se mezclaron en la pista como si conocieran el lugar de memoria. Yo mequedé medio perdido, tratando de entender qué carajo estaba pasando. Vi a Carobailando con dos tipos, uno alto con barba y otro más flaco con tatuajes. Lostres estaban pegados, y no era un baile inocente: Caro se frotaba contra ellos,y el barbudo ya le tenía las manos en el culo, levantándole el vestido. Me dioun poco de celos ver como le frotaban el orto a mi prima, debo aceptarlo. Peroya estábamos jugadisimos. Josefina, a unos metros, estaba con el rugbier deantes, metiéndole lengua mientras él le manoseaba las tetas por encima del top.
Nosabía si meterme o quedarme mirando, pero mi cuerpo decidió por mí. Me apoyécontra una pared, con la pija apretándome el jean, y empecé a tocarme porencima de la tela, mirando a Caro. Ella estaba en el medio de los dos tipos, yahora el flaco le besaba el cuello mientras el barbudo le metía mano por debajodel vestido. Caro giró la cabeza y me vio. En vez de cortarse, me sonrió conesa cara de puta que me mataba y se lamió los labios, como diciendo: “Mirá loque hago, primito.”
Lostipos la llevaron a un sillón en una esquina más oscura. Caro se arrodillóentre los dos, y sin mucho preámbulo les bajó los pantalones. Empezó a chuparlela verga al barbudo mientras pajeaba al flaco, y los gemidos de los tres semezclaban con la música. Yo estaba hipnotizado, con la mano ya dentro del jean,pajeándome despacio pero firme, sintiendo las cosquillas en los huevos dequeres sacar leche. Caro chupaba pija como loca, metiéndose la del barbudohasta la garganta, y el flaco le agarraba el pelo, empujándola contra su amigo.
Derepente, sentí una mano en mi hombro. Era una mina que no había visto antes,morocha, completametne desnuda y los labios pintados de un rojo fuego. “¿Tegusta mirar enfermito?” dijo, con una voz grave que me puso la piel de gallina.Antes de que pudiera responder, metió la mano en mi jean, sacó mi pija y empezóa pajearme con una destreza que me dejó idiota. “Seguí mirando a tu amiga, queyo te voy a sacar toda la leche bien rico,” susurró, y se pegó a mí, rozándomelas tetas contra el brazo.
“Esaputa no es mi amiga, es mi prima” Dije para generar morbo a una mina que solomiraba mi pija dura.
Volvía mirar a Caro. Ahora estaba a cuatro patas en el sillón, con el flacocogiéndosela por atrás mientras el barbudo le metía la pija en la boca. Los dosle daban con todo, y Caro gemía como si estuviera en otro mundo. La desconocidame pajeaba más rápido, apretándome los huevos con la otra mano, y me susurraba:“Mirá cómo la cogen a tu primita puta, mirá cómo le gusta.” No podía más. Carolevantó la vista, me vio con la mina, y justo en ese momento el barbudo saco lapija apurado y empezó a acabar como un perro, llenándole la cara de leche. Elflaco siguió dándole un rato más y tambien saco la pija apurado, agarro delpelo a caro y le tiro toda su leche.
Eso memandó al borde. La morocha , viendo esa escena , se dio cuenta que era mimomento. Aapretó más fuerte mi pija con una mano, y con la otra me acariciabalos huevos. Apuntó mi pija hacia su panza desnuda y mis chorros de lecheestallaron en su ombligo. Vi como la leche empezó a resbalar hasta llegar a lospelitos de su concha. “Buen chico, y con lind pija,” dijo, y se perdió en lamultitud.
Carose levantó del sillón, con la cara toda acabada y el vestido desacomodado, ycaminó hacia mí, tambaleándose un poco. “¿Viste qué lindo primito? Esto es unbar de verdad,” dijo, riéndose, y me dio un beso en la mejilla que dejó unrastro pegajoso. Josefina apareció atrás, con el rugbier todavía pegado a ella,y me guiñó un ojo. “Vamos a tomar una cerveza y a seguir un rato más. ¿Tequedás o ya estás listo vos?”
Norespondí. No estaba en condiciones de pensar. Mi cabeza era un desastre, y mipija, aunque agotada, todavía latía. Aunque me sentía con el cansancio extraño queaparece despes del orgasmo me había quedado con ganas de cojerme a Caro. O aJosefina, me daba igual.  Porque las doseran terribles putas degeneradas que me hacían gozar. 

1 comentarios - putita la prima 9

nukissy1166
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