—Ponete en cuatro. Ahora.
La voz de él sonó baja, pero con esa autoridad que le derretía las piernas. Me incline sobre la cama, levantando las caderas, ofreciendo todo. Él se tomó su tiempo. Me observaba, me admiraba y me comía con la mirada
—Mirá lo que sos… —murmuró mientras recorría con una mano mi cuerpo, y con la otra se tocaba —. Así me gustás: abierta y bien putita, lista para lo que yo quiera.
Me dio una nalgada fuerte, sonora. Solté un gemido , empujando hacia atrás sin siquiera pensarlo. Sentía el pulso en la Conchita, el cuerpo temblando de deseo.
Él se acomodó atrás, agarrandome de las caderas con fuerza. Me rozo la verga bruscamente y eso hacía que me mojara muchísimo más, me encantaba.
—Te gusta sentirla así trolita?
Respondi con un gemido porque palabras no me salían.
—¿Sabés lo que hacés cuando te pones así? —me susurró—. Me vuelve loco.
Y entonces me embistió de golpe. Sin preámbulo, sin suavidad. Sentí lo dura y venosa que estaba, como palpitaba adentro mío.
Empezo a meterla cada vez más rápido, más fuerte, justo como me gustaba
Me agarro del pelo, haciéndo que me arqueara más.
—Decime de quién sos putita.
—Tuya papi—gemí esperando que me llene de leche…



La voz de él sonó baja, pero con esa autoridad que le derretía las piernas. Me incline sobre la cama, levantando las caderas, ofreciendo todo. Él se tomó su tiempo. Me observaba, me admiraba y me comía con la mirada
—Mirá lo que sos… —murmuró mientras recorría con una mano mi cuerpo, y con la otra se tocaba —. Así me gustás: abierta y bien putita, lista para lo que yo quiera.
Me dio una nalgada fuerte, sonora. Solté un gemido , empujando hacia atrás sin siquiera pensarlo. Sentía el pulso en la Conchita, el cuerpo temblando de deseo.
Él se acomodó atrás, agarrandome de las caderas con fuerza. Me rozo la verga bruscamente y eso hacía que me mojara muchísimo más, me encantaba.
—Te gusta sentirla así trolita?
Respondi con un gemido porque palabras no me salían.
—¿Sabés lo que hacés cuando te pones así? —me susurró—. Me vuelve loco.
Y entonces me embistió de golpe. Sin preámbulo, sin suavidad. Sentí lo dura y venosa que estaba, como palpitaba adentro mío.
Empezo a meterla cada vez más rápido, más fuerte, justo como me gustaba
Me agarro del pelo, haciéndo que me arqueara más.
—Decime de quién sos putita.
—Tuya papi—gemí esperando que me llene de leche…




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