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detras de la pantalla.

Capítulo 1: Marioneta Perfecta
Me llamo Alexia. Tengo 24 años y trabajo como manicurista en un salón de belleza.
Desde fuera, todo parece perfecto. El salón está bañado en una luz blanca y cálida, y el aroma a lavanda flota en el aire como una promesa de calma. A veces hasta yo me dejo engañar por unos segundos.
Pero la verdad… la verdad es otra.
Para mí, este lugar es solo un escenario. Una farsa bien decorada donde me pongo la máscara cada día y juego mi papel más convincente: el de la muñeca perfecta.
Siempre he cuidado mi aspecto. No por vanidad… al menos no del todo. Es más una armadura. Soy delgada, de piel blanca y cabello rosado largo —una elección que muchos creen rebelde, pero para mí es apenas una nota de identidad en medio del ruido. Mis ojos verdes son lo único que nunca he querido cambiar.
Mi cuerpo... bueno, está bien. Piernas firmes, abdomen plano, curvas donde deben estar. Nada exagerado, pero lo suficiente como para cumplir con lo que el mundo espera de una chica “bonita”.
Y así es como me ven todos: perfecta, sonriente, arreglada. La chica que nunca se despeina, la que siempre tiene algo amable que decir.
Pero nadie se pregunta qué hay debajo de esa fachada. Y eso... eso es justo lo que quiero contar.

El salón de belleza estaba bañado en una luz blanca y cálida.
El aroma a lavanda flotaba en el aire, envolviendo a cada cliente en una falsa sensación de confort.
Cada hombre que entraba al salón no podía evitar girar la cabeza para mirame.
Algunos sonreían tímidamente, otros simplemente me devoraban con los ojos, como si fuera una obra de arte inalcanzable.
Nadie, sin embargo, se atrevía a cruzar la línea invisible que los separaba.

detras de la pantalla.

Porque nadie sospechaba la verdad.
Nadie sabía que cuando la luz del salón se apagaba y las puertas se cerraban, yo.. bajaba la cabeza... y me sumergía en una oscura fantasía.


En mi pequeño departamento, comenzaba mi ritual.
Cerraba la puerta con llave, bajaba las persianas y apagaba todas las luces salvo una tenue lámpara de escritorio.
La pantalla de su laptop era la única fuente de luz, iluminando mi rostro pálido de anticipación.

Con dedos temblorosos, abría el chat secreto donde existía bajo el nombre de pinkfoxy93.
Allí estaba él, Como siempre, Esperándome. Su nombre era Rom.

El primer mensaje no tardó en aparecer, frío como el acero:
Rom:
"Llegas tarde, basura. ¿Otra vez mirándote en el espejo como la putita vacía que eres?"

El estómago me dio un vuelco.
Las palabras duras de Rom eran como cadenas invisibles que me ataban cada noche, encadenandome más profundamente a su propia perversión.

Con manos temblorosas, escribí:
pinkfoxy93:
"L-lo siento, amo..."

puta

La respuesta fue inmediata:
Rom:
"Quizás deba castigarte.  Pero antes, quiero que tu misma lo digas. ¿Quién eres tú, muñeca?"

Me mordí el labio inferior, sintiendo cómo la humillación me quemaba por dentro, mientras la humedad entre mis piernas me traicionaba.
pinkfoxy93:
"S... soy... su putita. Una muñeca rota hecha para complacerlo..."

Rom dejó que el silencio se prolongara, como si saboreara cada palabra de mi sumisión. Finalmente, escribió.
Rom:
"Buena niña. Ahora, humíllate para mí. Quiero que te desnudes lentamente mientras describes cada parte sucia de ti."

Dudé apenas un instante. Sabía que ya no había escapatoria.
Sabía que una parte oculta —oscura, indeseada— ansiaba obedecer.

Mi camiseta cayó primero, dejando ver mi sujetador de encaje blanco que apenas contenía mis pechos palpitantes.
Me sentía expuesta, vulnerable… y, paradójicamente, viva como nunca.

Mientras mis manos se deslizaban mi propio cuerpo, susurre:
—Soy su muñeca... su juguete sucio... su puta inútil...
Cada palabra fue tipeada, una confesión tras otra:
pinkfoxy93:
"Estoy desnuda para usted, amo... Mi cuerpo le pertenece.  Soy su puta sucia y patética, nací solo para complacerlo..."

perra

Las noches siguientes se volvieron un torbellino de humillación y placer.
Órdenes, exhibiciones frente a la laptop, lágrimas solitarias mezcladas con gemidos silenciosos.

Hasta que todo cambió.
Una noche, tras una sesión especialmente degradante, el sonido de mi celular me sobresaltó. Una notificación. Una imagen.
Mi corazón se detuvo.
Era yo. Desnuda. Arrodillada frente a la laptop, los dedos hundidos entre mis piernas, con una expresión rendida y humillada.
alexia

Debajo de la imagen, un simple mensaje:
Rom:
"Buenas noches, Alexia."

Mi verdadero nombre.
Mis piernas flaquearon y caí de rodillas en el suelo, abrazando el celular contra mi pecho y temblando.
Otro mensaje:
Rom:
"Sabía que eras especial. Por eso voy a darte una oportunidad... para demostrarlo."

Seguido de una amenaza cruel:
Rom:
"Si no obedeces cada una de mis órdenes, mandaré esta foto a tu madre.
¿Entendiste, muñeca rota?"

Este mensaje vino acompañado de una imagen, era una captura de pantalla, estaba el número de teléfono de mi madre, había abierto un chat de whatsapp y tenía la foto cargada a solo un click de enviarla.

Lloré en silencio, las lágrimas escapaban de mis ojos.
Y entonces llegó la siguiente orden:
Rom:
"Ponte de pie. Ponte tu conjunto de encaje favorito. Quiero una foto tuya en el balcón, ahora mismo."

No quería hacerlo, sabía que era peligroso y me daría mucha vergüenza si alguien más me viera pero no podía negarme.. me tenía en sus manos, termine haciéndolo.

El frío de la noche mordió mi piel desnuda cuando salió temblando al pequeño balcón, vestida apenas con un conjunto de encaje blanco traslúcido.
me apoyé en la barandilla.
Temblaba, de frío, de miedo... y de deseo.

Tomé la selfie. La envie. El mensaje de respuesta llegó al instante:
Chantaje

Rom:
"Hermosa. Así es como debes vivir: temblando, humillada, excitada.
Dependiendo de mí para respirar."

Regresé a mi cama, me dejó caer boca abajo, y lloré.

Pero en el fondo... Una chispa perversa ardía.. Y Rom lo sabía

1 comentarios - detras de la pantalla.

JohnnyParky +1
Excelente relato, con un gran morbo, ella toda sumisa ante su amo, complaciendolo