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Capitulo 35: La mañana que me enfrente y me descubri

Capitulo 35: La mañana que me enfrente y me descubri
El 3 de enero me desperté sola en mi cuarto, con el sol colándose por la persiana y un silencio que pesaba. Nico se había ido de vacaciones con sus padres, y aunque me invitaron, dije que no, sin saber bien por qué. Posta, debería haber ido, porque estar sola me dejaba la cabeza dando vueltas, y eso nunca era bueno. Me quedé en la cama, enredada en las sábanas, con una remera y una tanga que era como dormia, sintiendo la conchita mojada incluso antes siquiera de abrir los ojos, tenia flashes de un sueño que me dio demasiado calor. No podía controlarme, era así de simple. Quería pija, y aunque suene zarpado, era la verdad. Pero lo más loco es que amaba a Nico con todo el alma. La relación iba como genial: cogíamos a full, su familia me quería, la mía lo adoraba. Todo perfecto, pero yo caía ante la pija de otros, sobretodo la de Matías, Diego seguia en el gimnasio, con sus miradas y sus “Emmita, ¿cuándo repetimos lo del auto?”, eso no ayudaba. ¿Era normal? ¿Me estaba volviendo una putita o qué? No sabía nada, pero sentía todo.
Me giré en la cama, mirando el techo, y la cabeza se me llenó de recuerdos. Todo empezó con mi primera vez, con Nico, hace casi un año. Fue en su cuarto, una tarde cualquiera, con la casa vacía. Yo estaba nerviosa, pero él fue dulce, besándome despacio, tocándome la conchita hasta que me mojé entera. Cuando me la metió, dolió un poco, pero después fue puro fuego, gimiendo mientras me cogía suave. Desde ahí, todo cambió.
Con Nico, las cogidas eran una locura. En su casa, en mi cuarto tratando de no hacer ruido, en el baño de casa en Nochebuena, donde le hice un pete, me cogío contra el lavabo, y hasta le dije que me tocara la colita, metiendo un dedo que me hizo gemir como loca. Pero tambien estaba Matías, todo se fue al carajo. El pete en la boda del hermano, Sofi, fue el principio. Estaba medio en pedo, bailando, y Matías me llevó a un rincón oscuro. Me arrodillé, le chupé la pija hasta que acabó en mi boca, y me tragué todo. La culpa me mató, pero el morbo fue más fuerte. Después, las cosas con Matías no pararon: mensajes subidos, la foto en tanga roja en Nochebuena, la videollamada donde me toqué la conchita mientras él se pajeaba, acabando con leche en la panza. Cada vez que intentaba frenarlo, caía más hondo.
Y Diego, ese pete en su auto, bajo la lluvia, fue una locura. Me ofreció llevarme, y terminé chupándosela en una calle oscura, con la pija llenándome la boca, tragándome todo mientras él gemía. No sé qué me pasó, pero no pude parar. Sofi me dijo que tuviera cuidado, que esto era una ruleta rusa, pero yo no sabía cómo frenar. Amaba a Nico, posta, pero esta calentura era más grande que yo.
Mientras pensaba, mi mano se deslizó sola bajo la tanga, rozándome la conchita, que ya estaba mojada. Gemí bajito, imaginando la pija de Nico, dura, entrando en mí, pero también la de Matías, gruesa, llenándome. Me toqué el clítoris, en círculos lentos, mientras recordaba el pete a Diego, su leche caliente en mi garganta. “Dios, Emma, sos una putita”, murmuré, metiendo dos dedos, curvándolos donde me hacía temblar. Gemí más fuerte, imaginando a Nico cogiéndome en el baño, su dedo en mi colita, y a Matías, susurrándome “putita” en la videollamada. El calor me subió, la conchita era agua, y exploté, un orgasmo que me hizo arquear la espalda, gimiendo, con las sábanas como testigos de esta calentura.
No paré. Quize seguír ahí, quemándome. Me saque la tanga, quedándome solo con la remera, y volví a tocarme, más rápido, imaginando a Matías cogiéndome, su pija abriéndome, mientras Nico me miraba, sin saber, si ahora lo tenia en mi mente mirando como me cogian, estaba loca. “Boluda, ¿qué estas haciendo?”, gemí, pero no podía parar. Seguia, cogiendome con los dedos la conchita, mientras mi otra mano apretaba un pezón, tirando fuerte. Recordé la foto en tanga, la cara de Matías en mi mente, y el morbo me llevó al orgasmo otra vez. “Matías, Nico, Diego”, y el segundo orgasmo me pegó más fuerte, temblando entera, la conchita hacia ruidito con mis dedos tanto que mojé la cama, con los ojos cerrados y el cuerpo flojo.
Me quedé tirada, respirando agitada, toda acabada y la culpa aplastándome. Sofi tenía razón: esto era peligroso. Amaba a Nico, pero esta putita que llevaba adentro parecia no tener freno. Esa mañana, tocándome sola, enfrentándome a todo lo que había hecho, marcó algo en mí. No era solo la calentura; era como si estuviera descubriendo quién era, y eso me daba miedo y me excitaba a la vez.

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nukissy3056
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