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Capitulo 33: El quilombo que le solté a Sofi

26 de diciembre: El quilombo que le solté a Sofi
El 26 de diciembre estaba al borde de un ataque. La Nochebuena y Navidad habían sido un despelote, y si no hablaba con alguien, iba a colapsar. Matías, Diego, Nico, y la cagada en el garaje me tenían la cabeza hecha un nudo de culpa y calentura. Sofi era mi única salvación, la que siempre me bancaba, así que le mandé un mensaje a mediodía: “Sofi, ¿estás en tu casa? Necesito charlar, es algo importante”. Me contestó al toque: “Obvio, boluda, venite, estoy en casa al pedo”. Agarré, y salí para su casa, que quedaba a unas pocas cuadras. Todo el camino fui pensando cómo contarle este quilombo desde la boda de su hermano sin que me mirara como si fuera una loca descontrolada.
Llegué y Sofi abrió la puerta en pijama, con una sonrisa que me dio un poco de oxígeno. “¿Qué carajo te pasó, Emmita? Tenés cara de que te comiste un drama épico”, dijo, riéndose, mientras me hacía pasar. Su casa estaba tranqui, la tele murmurando un reality pedorro. Nos tiramos en el sillón del living, con un mate. “Sofi, preparate, esto arranca desde la boda de tu hermano y es un despelote que no sabés. Vos conocés a Matías, el amigo de él, ¿no?”, dije, y ella asintió, con una ceja levantada. “Sí, un hijo de puta total. ¿Qué hiciste con ese tipito?”.
Respiré hondo y largué todo, como si estuviera confesando mis crímenes al FBI, pero con más conchita y pija. “En la boda de tu hermano, me mandé una cagada grossa. Estaba medio en pedo, bailando, y Matías me tiró onda toda la noche, no se como pero me convecio. Terminamos en un rincón oscuro, lejos de todos, y le hice un pete, Sofi. Me tragué todo, como si fuera otra persona. Yo no sé qué me pasó, el morbo me comió”. Sofi se tapó la boca, con los ojos como faros. “¿Qué? ¿Con Matías, en la boda de mi hermano? ¡Boluda, estás loca!.
Negué con la cabeza, con la cara en llamas. “No, pero no paró ahí. Intenté frenarlo después, le dije que no quería más, pero Matías es como un perro con un hueso. No para de escribirme. Pero antes, me mandé otra cagada con Diego, un flaco que entrena conmigo. Llovía a cántaros, me ofreció llevarme en su auto, y terminé haciéndole un pete en una calle oscura, chupándosela toda. No sé qué me agarró, Sofi, fue como si otra Emma se apoderara de mí”. Sofi dejó el mate, con la mandíbula caída. “Emmita! ¿Un pete en un auto? ¿Quién es Diego? ¿Y Nico no sabe o sospecha nada de este descontrol?”.
Seguí, con la culpa apretándome el pecho. “No, pero la Nochebuena fue el colmo. En casa, con mi familia y Nico, Matías me mandó un mensaje subido, tipo ‘putita, quiero darte un regalito’. Yo, idiota, le seguí el juego, le mandé una foto de mi colita en tanga desde el baño. Y después, no sé cómo, terminé en una videollamada con él, en el mismo baño, con el vestido subido, tocándome mientras él se pajeaba y acababa con leche en la panza. Estaba gimiendo como loca, Sofi, y Nico afuera, charlando con mi viejo”. Sofi se rió tanto que casi se atraganta. “¡Estas re loca, guacha! ¿En Nochebuena, con tu familia a dos metros?
“Peor”, dije, con la voz temblando. “En la cena, Nico intentó meterme mano por debajo de la mesa, y lo esquivé porque estaba empapada por Matías. No sabía cómo explicarle. Pero después, no aguanté más, necesitaba coger. Lo arrastré al baño, le hice un pete, lo cogí contra el lavabo, fue zarpado, pero mientras lo hacíamos, no paraba de pensar en Matías y Diego. Me sentía una mierda”. Sofi me miró, entre risas y shock. “Boluda, sos un huracán.
“No sé, pero ayer, en la casa de la abuela de Nico, casi la cago del todo. "Para por dios Emma, jaja esto no termina nunca", la mire y le dije si para ya termino no seas hija de puta estoy muy desacatada no se que me paso, bueno sigo le dije.
Había un montón de personas de la familia, y yo con la cabeza en cualquier lado, la cogida del baño. Nico me llevó al garaje, diciendo que quería mostrarme una bicicleta de cuando era chico. Todos pensaron que era re tierno, pero apenas entramos, me arrinconó contra la pared, metiéndome mano bajo el vestido, sacándose la pija. Le dije que no, que alguien podía venir, pero igual lo pajeé, rápido, para que acabara y listo. Y justo entró Lara, su prima, diciendo ‘Nico, nos vamos’. Me vio con la mano en su pija, Sofi. Me quería morir”. Sofi se agarró la cara, riendo a carcajadas. “¡No, boluda! ¿Te agarro pajeándolo? ¿Y qué hizo Lara?”.
“Salió corriendo, diciendo ‘Perdón, perdón’. Nico dijo que no iba a contar nada, pero yo estaba cagada. Después, en el living, Lara me apartó y me dijo: ‘Quedate tranquila, no voy a decir nada, son cosas que pasan. Pero tené cuidado, boluda, si llega a ser mi tía la que entraba, ibas a tener más vergüenza aún’. Me reí, pero estaba temblando. Sofi, no sé cómo sigo viva con este quilombo”. Ella se rió tanto que se le cayó un poco de mate, pero después me miró, más seria. “Emmita, sos un desastre, pero te banco. Conozco a Matías, es un hijo de puta con las minas, yo te diria que cortes ahi, y si Nico se entera, o si alguien como Lara no es tan copada la próxima, se te arma. ¿Qué pensás hacer ahora? Porque esto viene complejo, ¿no?”.
Me quedé mirandola, con el corazón en un puño. “No sé, Sofi. Quiero a Nico, posta, lo quiero un montón, hasta me imagino viviendo con él algún día. Pero esta calentura me está matando. Matías me manda mensajes como ‘putita’, Diego me mira en el gimnasio como si quisiera repetir, y yo no sé si puedo o quiero frenar. Me siento una mierda, pero a la vez me gusta, me hace sentir viva”. Sofi suspiró, pasándome el mate. “Boluda, estás a full, pero esto es una ruleta rusa. Si vas a seguir con este mambo, hacelo con cuidado. No quiero verte llorando porque Nico te mandó a la mierda o porque el hdp de Matias se le va la lengua y le cuenta a alguien. ¿No pensaste en eso, o al menos hablar con Nico?”.
Me reí, amarga. “¿Cortar? Matías es como una adicción, cada mensaje me prende fuego. Diego es otro mambo, como si necesitara estas cagadas para no aburrirme. Pero Nico es distinto, Sofi. Cuando estoy con él, siento que es real, que vale la pena. Pero no sé cómo parar sin sentir que me falta algo”. Ella me dio un codazo, sonriendo. “Guacha, hace lo que sientas ganas". Pero en serio, pensalo. Si vas a seguir con este mambo, hacelo con cuidado. Y si necesitás descargarte, ya sabés, estoy acá”. Le sonreí, sintiendo un alivio que no esperaba, aunque el quilombo seguía ahí, como una sombra. “Gracias, Sofi, sos la única que me banca esta locura. Pero, posta, ¿qué harías vos?”.
Sofi se quedó pensando, chupando el mate. “No sé, boluda. Capaz seguiría con Nico y trataría de calmarme, pero si el morbo me gana, haría como vos: me mandaría cagadas, pero con un ojo en la puerta. Lo que no haría es dejar que la culpa me coma, eso te va a matar mas que cualquier cosa”. Nos reímos, y por un momento, todo pareció más liviano. Nos quedamos charlando pavadas, hablando de boliches y pelotudeces, pero por dentro sabía que esto no iba a parar … era una bomba de tiempo. Quería a Nico, posta, pero esta calentura era más grande que yo, y algo me decía que el próximo mensaje, el próximo encuentro, iba a ser otro despelote.

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nukissy2314
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