La primera vez que me hicieron sentir múltiples orgasmos, no fue mi novio quien lo logró. Dejen les explico.
Cursaba la educaciión secundaria en una escuela de gobierno de Sonora, México. Yo tenía un novio que me quería mucho y al que yo quería mucho también. Habíamos tenido sexo un par de veces, pero él era muy monótono para hacerlo. No era tan divertido como yo esperaba. Mi madre me dijo que así era el sexo, que no era tan espectacular como se ve en la telenovelas, así que a mí no me extrañaba que el sexo fuera tan así. Eso sí, había mucho amor entre mi novio y yo. Él era superguapo y mis compañeras se morían de la envidia cuando lo veían: era delgado, ojos claros, bien galanzote para vestirse, siempre usaba el uniforme con manga larga y eso lo hacía parecer bien formal. Y a diferencia de mis otros compañeros de clase, a mi novio le empezaba a salir la barba.
Yo era regordetita. Me gustaban mis piernas, porque estaba bien pernuda, pero no tenía mucha nalga. Chichona sí estaba, pero no me gustaba que no tenía cintura. Desnuda en el espejo yo parecía un tronco. Pero a mi novio así le gustaba, así que estaba contenta. Otros rasgos físicos míos son que era alta (1.75 m), mi piel es blanca y mi cabello castaño, largo y lacio. Como me gustaba usar faldas muy cortas para que lucieran mis piernas mis compañeros del salón siempre me estaban piropeando y a mí me gustaba eso, pero a ninguno le hacía caso, porque yo era fiel a mi novio.
Había un chico del salón que especialmente siempre me decía que yo le gustaba y que dejara a mi novio y le diera una oportunidad. El chamaco estaba feo, aunque me superaba en estatura. al que voy a llamar Saúl. Eso sí, estaba muy musculoso y llamaba la atención por eso. Pero se vestía como tonto, siempre andaba sucio, mal peinado y tenía una actitud muy burlona. Todo lo contrario de mi novio. Pero me hice su amiga porque era muy inteligente y me ayudaba mucho con mis tareas. Pero a veces sí se pasaba por que lo de el no eran piropos. A todas las chicas les decía cosas muy groseras y peladas. A mí siempre me decía que me quería culiar bien duro. Siempre quería que tuviéramos sexo y me insistía mucho, pero yo nunca aceptaba.
Una vez quise que mi novio me hiciera el amor y él no estuvo de acuerdo que porque nuestra relación era algo más que eso y que no se qué mas. Pero yo andaba super caliente y me metía el dedo imaginándome a mi novio haciéndomelo. Luego ese día me quedé hasta tarde porque estaba muy mal en matemáticas y mi Saúl me estaba ayudando a entender la raíz cuadrada. Y después de un rato empezó como siempre con sus insinuaciones de que tuviera sexo con él. Me decía el muy sinvergüenza que no me quería para nada amoroso solo para usar mi cuerpo y saciar sus ganas. Pero como yo andaba bien caliente, eso me excitaba: que mi agmio me deseara tanto, que deseara mi cuerpo. Pero obvio no acepté. Luego el me lo planteó de una forma un poco rara pero funcionó: Me dijo que solo una vez le permitiera usar mi cuerpo y que nunca más me molestaría con eso. Que no tendríamos sexo, él solo se masturbaría mientras yo me levantaba mi minifalda y le enseñaba mi cuerpo en calzones. Estuvimos negociando porque él quería echarme la leche encima, pero yo le decía que no. Al final quedamos en que el día de mañana yo no traería short a la escuela, porqueusaba un shortcito ajustado encima del calzón para no rozarme. Las piernudas me entenderán. Y a la hora del recreo iríamos aun lugar privado, él se saciaría sus ganas de mí, no le contaríamos a nadie, y él nunca me molestaría más.
Al día siguiente yo estaba super nerviosa. Llegó la hora del recreo y él me dijo con una calma tremenda: "¿Lista?" Y nos fuimos caminando hacia unos almacenes viejos que estaban hasta el final, donde se guaraba moviliario viejo que ya la escuela no ocupaba. Esa área estaba llena de hierba, zacate y arbustos grandes. Las parejitas de novios iban a esa zona para manosearse. Y allí ib a yo con mi mejor amigo. Él me tomó de la mano y estaba todo sudado. A él no le preocupaba verse bien, ni galán. Sabiendo que iba con la chica que tanto le gustaba iba todo empolvado y sudado porque había jugado futbol, y se sorbía los mocos a cada rato. Yo elegí el lugar, detrás del antiguo taller de carpintería, ya que tenía unos recovecos muy privados.
Toda nerviosa me levanté la falda. Traía un calzón negro de lycra, que Saúl me pidió especiicamente que usara ese día. El se sacó su pene que no era tan grande como el de mi novio. Se lo empezó a jalar de manera muy sinverguünza, viendo fijamente mi cuerpo. Me incomodaba un poco esa actitud tan sinvergüenza, tan egocéntrica, de saciarse viéndome. Me sentí un poco utilizada, pero también era algo excitante que alguien me deseara con tanta pasión.
Pero luego pasó algo que yo no esperaba. Me dijo: "¡Desabróchate la blusa para verte las tetas!" No sé si fue mi calentura o su voz de macho ordenándome con tanta seguridad, pero yo me esabotoné los dos primeros botones de mi blusa y le enseñé mis tetas sin quitarme el sostén. Él se enojó y me dijo que sin sostén. Yo le dije que ese no era el trato y él dijo: "¡Qué trato ni qué ocho cuartos!" Y, sin dejar de jalársela, me abrió la blusa, arrancándome los botones y me levantó el sostén. Luego me arrimó su pene y me penetró sin lubricarme. Me la sacó rápido y eyaculó en mis tetas. No hubo palabras románticas. En cuanto me soltó yo me caaí al suelo y ni siquiera me levantó. Se hincó a mi lado y se limpió su verga con mi blusa. Se sorbió los mocos, se guardó la verga y se fue sin decirme nada.
Yo como pude me levanté y fui toda adolorida al salón. Todos me vieron y se asustaron, y yo les dije que me caí y que me dolía el pie. Pero Saúl les contó a todos que me había culado y eso lo hizo bien popular. Los hombres todos querían que les contara cómo me culió y las chicas se le insinuaban. Y a mí me fue mal: mi novio se enteró y me terminó, mi mejor amiga se hizo su novia y la escuela completa se burlaba de lo que Saúl me hizo. Para colmo, en la escuela había la creencia de que una mejer que había sido abusada una vez, se volvía adicta al sexo, así que me acosaban otros chicos para tratar de tener sexo conmigo también.
En medio de todo eso se me ocurrió que podía recuperar el control si le decía a Saúl que me gustó. Así que fui y le dije que él no había abusado de mí, sino que yo lo había disfurtado. Él me dijo: "Pruébalo". Y le dije: "Vamos a volver a hacerlo esta noche, pero esta vez lo haremos bien".
Nos citamos a media noche en una casona abandonada. Allí el me tumbó en un colcón viejo y polvoriento, apoestoso a orines y a animal muerto. Allí me hizo el amor bien duro. Yo lo excitaba mucho y no duró ni dez minutos cuando ya estaba eyaculando. Como esta vez yo estaba totalmente desnuda, se limpió la verga en mis cachetes. Luego se sentó a mi lado. Yo me sentía muy feliz y quise platicar con él. Pero él me tapó la boca y me dijo: "Hey, hey, hey, pinche Lupita: vine a culiar no a platicar.... ¿Lista para la segunda ronda?" Y yo pensé: "¿Segunda ronda? Creía que ya habíamos terminado." Pero volteé a ver su verga y ya estaba parada de vuelta. Eso era algo que ami novio nunca le hubiera pasado. No le dije nada, solo asentí con la cabeza. Esta vez me puso en cuatro y me hizo sentir tres orgasmos antes de él venirse en mi espalda. Nuevamente se limpió en mi cara y se sentó a mi lado, pero esta vez abrazándome, pero se quedó dormido.
Yo también me dormó y luego desperté cuando el estaba usando mis chichis para masturbarse. Yo desconocía esa forma de masturbarse, pero me pareció muy egoísta, porque yo no estaba sintiendo rico y él sí. Él me tenía las dos tetas apretadas y metía y sacaba su verga en medio de mis dos chichis. Cuando se secaba me escupía y seguía usando mis pechos para masturbarse. Entonces le dije: "¡Métemela, por favor!", pero él me contestó gritando violentamente: "¡Tú no me vas a decir cómo cular! Aquí mando yo. Lo que habías de hacer es apretarte las tetas para que yo me sacie. Lo hice y él con su mano bajó mi cabeza de modo que al salir su verga por entre mis chichis entrara en mi boca. Estaba tirando jugos muy asquerosos y apoestosos su verga, así que traté de safarme, pero él no me dejó. Y al ratito volvió a eyacular. Esta vez no era tan abundante coomo las otras veces pero sí me embarró mis tetas y mis labios. Se sentó as mi lado y me dijo que estaba bien buena y que nunca había aguantado tantas culiadas con nadie. Yo me sentí halagada y él se quedó dormido.
Yo a penas empezaba a dormitar cuando él despertó nuevamente con la verga parada y me obligó a chupársela. Estaba salada de su sudor y el mío y apoestosa a nuestros fluidos, pero para ese momento ya no me importaba tanto, solo quería saciarlo. Él aprovechó eso y me volvió a meter su verga en mi vagina. Me daba bien duro y esta vuez duró muchíisimo. Yo tenía orgasmo tras orgasmo que hasta perdí la cuenta. Él ya estaba cansado y su verga se ponía flácida mientras me la metía. Entonces la sacaba de mi vagina y me hacía chupársela hasta que se le volvía a parar y entonces me la volvía a meter. Llegó un punto donde yo ya estaba agotadísima, pero él me saguía culiando. Yo le dije varias veces: "¡Ya no puedo!", pero el me ignoraba y seguía dándome. Me gustaba sentirme así. Que me deseara tanto como para no poder pensar en otra cosa que seguirme cogiendo. Luego empezó a clarear y él me seguía dando. En esos meses acá en Sonora sale el sol como a las seis de la mañana, así supe qué hora era cuando ví que el primer rayo de sol caía sobre su espalda sudada y mugrosa. Los dos empapados en sudor y en nuestros jugos, yo con la cara toda restirada por su semen seco. Y en eso él tiene otro orgasmo y esta vez me la mete en la boca y eyacula dentro de mi boca. Me dio mucho asco y quise vomitar, y a él eso le pareció gracioso porque se reia de mí.
En cuanto me recuperé, me puse de vuelta mi ropa y le dije muy feliz: "¡Vamos a la casa. Te invito a desayunar!" Él me miró con su actitud de macho como si no le gustara la idea y me dijo: "Tas loca. ¿Nomás porque te culié ya quieres que conozca a tu familia? Ya te dije, que nomás iba a usar tu cuerpo. Tú nomás me sirves pa culiar. Ya te usé y ahora vete." Eso me dolió, pero yo estaba decidida a hacerlo mi novio, además de que como su mejor amiga, sabía que esa actitud de macho era solo una máscara. No pensaba realmente eso de mí. Así que le dije alegremente: "No, menso. No hay nadie en la casa, a esta hora todos se fueron a trajar. Yo te invito a mi casa para que desayunemos juntos tú y yo solos. Cuando pruebes mis omelettes superespeciales te vas a enamorar de mí". Él se levantó con cara de enojado y me dijo: "¿Más?", acceidendo a desayunar conmigo.
Con el tiempo lo convencí y sí llegamos a ser novios, aunque nuestra relación duró poco realmente.
FIN.
Cursaba la educaciión secundaria en una escuela de gobierno de Sonora, México. Yo tenía un novio que me quería mucho y al que yo quería mucho también. Habíamos tenido sexo un par de veces, pero él era muy monótono para hacerlo. No era tan divertido como yo esperaba. Mi madre me dijo que así era el sexo, que no era tan espectacular como se ve en la telenovelas, así que a mí no me extrañaba que el sexo fuera tan así. Eso sí, había mucho amor entre mi novio y yo. Él era superguapo y mis compañeras se morían de la envidia cuando lo veían: era delgado, ojos claros, bien galanzote para vestirse, siempre usaba el uniforme con manga larga y eso lo hacía parecer bien formal. Y a diferencia de mis otros compañeros de clase, a mi novio le empezaba a salir la barba.
Yo era regordetita. Me gustaban mis piernas, porque estaba bien pernuda, pero no tenía mucha nalga. Chichona sí estaba, pero no me gustaba que no tenía cintura. Desnuda en el espejo yo parecía un tronco. Pero a mi novio así le gustaba, así que estaba contenta. Otros rasgos físicos míos son que era alta (1.75 m), mi piel es blanca y mi cabello castaño, largo y lacio. Como me gustaba usar faldas muy cortas para que lucieran mis piernas mis compañeros del salón siempre me estaban piropeando y a mí me gustaba eso, pero a ninguno le hacía caso, porque yo era fiel a mi novio.
Había un chico del salón que especialmente siempre me decía que yo le gustaba y que dejara a mi novio y le diera una oportunidad. El chamaco estaba feo, aunque me superaba en estatura. al que voy a llamar Saúl. Eso sí, estaba muy musculoso y llamaba la atención por eso. Pero se vestía como tonto, siempre andaba sucio, mal peinado y tenía una actitud muy burlona. Todo lo contrario de mi novio. Pero me hice su amiga porque era muy inteligente y me ayudaba mucho con mis tareas. Pero a veces sí se pasaba por que lo de el no eran piropos. A todas las chicas les decía cosas muy groseras y peladas. A mí siempre me decía que me quería culiar bien duro. Siempre quería que tuviéramos sexo y me insistía mucho, pero yo nunca aceptaba.
Una vez quise que mi novio me hiciera el amor y él no estuvo de acuerdo que porque nuestra relación era algo más que eso y que no se qué mas. Pero yo andaba super caliente y me metía el dedo imaginándome a mi novio haciéndomelo. Luego ese día me quedé hasta tarde porque estaba muy mal en matemáticas y mi Saúl me estaba ayudando a entender la raíz cuadrada. Y después de un rato empezó como siempre con sus insinuaciones de que tuviera sexo con él. Me decía el muy sinvergüenza que no me quería para nada amoroso solo para usar mi cuerpo y saciar sus ganas. Pero como yo andaba bien caliente, eso me excitaba: que mi agmio me deseara tanto, que deseara mi cuerpo. Pero obvio no acepté. Luego el me lo planteó de una forma un poco rara pero funcionó: Me dijo que solo una vez le permitiera usar mi cuerpo y que nunca más me molestaría con eso. Que no tendríamos sexo, él solo se masturbaría mientras yo me levantaba mi minifalda y le enseñaba mi cuerpo en calzones. Estuvimos negociando porque él quería echarme la leche encima, pero yo le decía que no. Al final quedamos en que el día de mañana yo no traería short a la escuela, porqueusaba un shortcito ajustado encima del calzón para no rozarme. Las piernudas me entenderán. Y a la hora del recreo iríamos aun lugar privado, él se saciaría sus ganas de mí, no le contaríamos a nadie, y él nunca me molestaría más.
Al día siguiente yo estaba super nerviosa. Llegó la hora del recreo y él me dijo con una calma tremenda: "¿Lista?" Y nos fuimos caminando hacia unos almacenes viejos que estaban hasta el final, donde se guaraba moviliario viejo que ya la escuela no ocupaba. Esa área estaba llena de hierba, zacate y arbustos grandes. Las parejitas de novios iban a esa zona para manosearse. Y allí ib a yo con mi mejor amigo. Él me tomó de la mano y estaba todo sudado. A él no le preocupaba verse bien, ni galán. Sabiendo que iba con la chica que tanto le gustaba iba todo empolvado y sudado porque había jugado futbol, y se sorbía los mocos a cada rato. Yo elegí el lugar, detrás del antiguo taller de carpintería, ya que tenía unos recovecos muy privados.
Toda nerviosa me levanté la falda. Traía un calzón negro de lycra, que Saúl me pidió especiicamente que usara ese día. El se sacó su pene que no era tan grande como el de mi novio. Se lo empezó a jalar de manera muy sinverguünza, viendo fijamente mi cuerpo. Me incomodaba un poco esa actitud tan sinvergüenza, tan egocéntrica, de saciarse viéndome. Me sentí un poco utilizada, pero también era algo excitante que alguien me deseara con tanta pasión.
Pero luego pasó algo que yo no esperaba. Me dijo: "¡Desabróchate la blusa para verte las tetas!" No sé si fue mi calentura o su voz de macho ordenándome con tanta seguridad, pero yo me esabotoné los dos primeros botones de mi blusa y le enseñé mis tetas sin quitarme el sostén. Él se enojó y me dijo que sin sostén. Yo le dije que ese no era el trato y él dijo: "¡Qué trato ni qué ocho cuartos!" Y, sin dejar de jalársela, me abrió la blusa, arrancándome los botones y me levantó el sostén. Luego me arrimó su pene y me penetró sin lubricarme. Me la sacó rápido y eyaculó en mis tetas. No hubo palabras románticas. En cuanto me soltó yo me caaí al suelo y ni siquiera me levantó. Se hincó a mi lado y se limpió su verga con mi blusa. Se sorbió los mocos, se guardó la verga y se fue sin decirme nada.
Yo como pude me levanté y fui toda adolorida al salón. Todos me vieron y se asustaron, y yo les dije que me caí y que me dolía el pie. Pero Saúl les contó a todos que me había culado y eso lo hizo bien popular. Los hombres todos querían que les contara cómo me culió y las chicas se le insinuaban. Y a mí me fue mal: mi novio se enteró y me terminó, mi mejor amiga se hizo su novia y la escuela completa se burlaba de lo que Saúl me hizo. Para colmo, en la escuela había la creencia de que una mejer que había sido abusada una vez, se volvía adicta al sexo, así que me acosaban otros chicos para tratar de tener sexo conmigo también.
En medio de todo eso se me ocurrió que podía recuperar el control si le decía a Saúl que me gustó. Así que fui y le dije que él no había abusado de mí, sino que yo lo había disfurtado. Él me dijo: "Pruébalo". Y le dije: "Vamos a volver a hacerlo esta noche, pero esta vez lo haremos bien".
Nos citamos a media noche en una casona abandonada. Allí el me tumbó en un colcón viejo y polvoriento, apoestoso a orines y a animal muerto. Allí me hizo el amor bien duro. Yo lo excitaba mucho y no duró ni dez minutos cuando ya estaba eyaculando. Como esta vez yo estaba totalmente desnuda, se limpió la verga en mis cachetes. Luego se sentó a mi lado. Yo me sentía muy feliz y quise platicar con él. Pero él me tapó la boca y me dijo: "Hey, hey, hey, pinche Lupita: vine a culiar no a platicar.... ¿Lista para la segunda ronda?" Y yo pensé: "¿Segunda ronda? Creía que ya habíamos terminado." Pero volteé a ver su verga y ya estaba parada de vuelta. Eso era algo que ami novio nunca le hubiera pasado. No le dije nada, solo asentí con la cabeza. Esta vez me puso en cuatro y me hizo sentir tres orgasmos antes de él venirse en mi espalda. Nuevamente se limpió en mi cara y se sentó a mi lado, pero esta vez abrazándome, pero se quedó dormido.
Yo también me dormó y luego desperté cuando el estaba usando mis chichis para masturbarse. Yo desconocía esa forma de masturbarse, pero me pareció muy egoísta, porque yo no estaba sintiendo rico y él sí. Él me tenía las dos tetas apretadas y metía y sacaba su verga en medio de mis dos chichis. Cuando se secaba me escupía y seguía usando mis pechos para masturbarse. Entonces le dije: "¡Métemela, por favor!", pero él me contestó gritando violentamente: "¡Tú no me vas a decir cómo cular! Aquí mando yo. Lo que habías de hacer es apretarte las tetas para que yo me sacie. Lo hice y él con su mano bajó mi cabeza de modo que al salir su verga por entre mis chichis entrara en mi boca. Estaba tirando jugos muy asquerosos y apoestosos su verga, así que traté de safarme, pero él no me dejó. Y al ratito volvió a eyacular. Esta vez no era tan abundante coomo las otras veces pero sí me embarró mis tetas y mis labios. Se sentó as mi lado y me dijo que estaba bien buena y que nunca había aguantado tantas culiadas con nadie. Yo me sentí halagada y él se quedó dormido.
Yo a penas empezaba a dormitar cuando él despertó nuevamente con la verga parada y me obligó a chupársela. Estaba salada de su sudor y el mío y apoestosa a nuestros fluidos, pero para ese momento ya no me importaba tanto, solo quería saciarlo. Él aprovechó eso y me volvió a meter su verga en mi vagina. Me daba bien duro y esta vuez duró muchíisimo. Yo tenía orgasmo tras orgasmo que hasta perdí la cuenta. Él ya estaba cansado y su verga se ponía flácida mientras me la metía. Entonces la sacaba de mi vagina y me hacía chupársela hasta que se le volvía a parar y entonces me la volvía a meter. Llegó un punto donde yo ya estaba agotadísima, pero él me saguía culiando. Yo le dije varias veces: "¡Ya no puedo!", pero el me ignoraba y seguía dándome. Me gustaba sentirme así. Que me deseara tanto como para no poder pensar en otra cosa que seguirme cogiendo. Luego empezó a clarear y él me seguía dando. En esos meses acá en Sonora sale el sol como a las seis de la mañana, así supe qué hora era cuando ví que el primer rayo de sol caía sobre su espalda sudada y mugrosa. Los dos empapados en sudor y en nuestros jugos, yo con la cara toda restirada por su semen seco. Y en eso él tiene otro orgasmo y esta vez me la mete en la boca y eyacula dentro de mi boca. Me dio mucho asco y quise vomitar, y a él eso le pareció gracioso porque se reia de mí.
En cuanto me recuperé, me puse de vuelta mi ropa y le dije muy feliz: "¡Vamos a la casa. Te invito a desayunar!" Él me miró con su actitud de macho como si no le gustara la idea y me dijo: "Tas loca. ¿Nomás porque te culié ya quieres que conozca a tu familia? Ya te dije, que nomás iba a usar tu cuerpo. Tú nomás me sirves pa culiar. Ya te usé y ahora vete." Eso me dolió, pero yo estaba decidida a hacerlo mi novio, además de que como su mejor amiga, sabía que esa actitud de macho era solo una máscara. No pensaba realmente eso de mí. Así que le dije alegremente: "No, menso. No hay nadie en la casa, a esta hora todos se fueron a trajar. Yo te invito a mi casa para que desayunemos juntos tú y yo solos. Cuando pruebes mis omelettes superespeciales te vas a enamorar de mí". Él se levantó con cara de enojado y me dijo: "¿Más?", acceidendo a desayunar conmigo.
Con el tiempo lo convencí y sí llegamos a ser novios, aunque nuestra relación duró poco realmente.
FIN.
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