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Capítulo 11: El día que se pudrió todo

Capítulo 11: El día que se pudrió todo

Este va a ser un capítulo diferente, ¿por qué? Porque recibí la primera traición de mi vida en lo que tiene que ver con la pareja. Llevábamos más o menos seis meses saliendo con Nico, y vivíamos cogiendo. Ya había perdido la cuenta de las veces que le chupé la pija, en ocasiones más de una por día, porque ya saben que era mi vicio y lo sigue siendo. Nos la pasábamos metidos en la cama, en el sillón, en cualquier lado donde pudiéramos sacarnos las ganas, y yo estaba metida hasta las manos con él. Pero acá voy a contar algo que pasó y que fue, en cierta forma, un quiebre. Me cagó, y me enteré.Era un sábado a la tarde, de esas tardes de invierno que te congelan los huesos, y yo estaba en casa tranqui, tirada en la cama con una frazada encima, mirando el celular. Ya era julio, y el frío se había instalado hace rato. Habíamos quedado en vernos más tarde, como siempre, porque Nico me había dicho que tenía que hacer unas cosas con sus amigos y después me pasaba a buscar. Nada raro, o eso pensaba. Hasta que me llegó un mensaje de una amiga, de esas que no te mandan algo para joderte sino porque saben que tenés que saberlo. “Emma, mirá esto”, me puso, y me pasó una foto. Era Nico, en una plaza, sentado en un banco con una mina al lado, una que no conocía. No estaban solo cerca: él la tenía agarrada de la cintura, y ella le estaba comiendo la boca, con las manos metidas por debajo de su campera, bien pegados como si no les importara quién los viera.Se me cayó el mundo encima. No soy de las que se hacen la cabeza por pavadas, pero eso no dejaba lugar a dudas. Le escribí al toque, “Nico, ¿dónde estás?”, y me contestó rápido, “Con los pibes, ya te paso a buscar, amor”. Mentira pura, y yo tenía la prueba en la cara. Le tiré la foto que me habían mandado y le puse: “¿Esto es con los pibes? Explicame, porque no te creo una mierda”. No me contestó por un rato, y cuando lo hizo, fue un mensaje largo, de esos que escribís cuando te agarran con las manos en la masa. “Emma, no es lo que parece, es una amiga, te juro que no pasó nada”. ¿En serio? La foto mostraba todo lo contrario, y yo no iba a tragarme esa excusa pedorra.Me quedé mirando el celular, con el corazón latiéndome en la garganta y una bronca que me quemaba el pecho, a pesar del frío que se colaba por la ventana. Seis meses cogiendo como locos, chupándole la pija hasta dejarlo temblando, dándole todo, y él me salía con esto. No era solo la traición, era que me había creído que lo nuestro era algo más, que él estaba tan metido como yo. Me levanté de la cama, me puse un jean, una remera y un buzo abrigado, y salí a caminar, porque si me quedaba en casa iba a romper algo. El aire helado me pegaba en la cara, pero no me importaba, necesitaba sacarme esa imagen de la cabeza: Nico con esa mina, comiéndose la boca como si yo no existiera.Esa noche no nos vimos. Me mandó mil mensajes, “Emma, hablemos, dejame explicarte”, pero yo no quería saber nada. Me había cagado, y me enteré de la peor forma, por una foto que no dejaba ni un hueco para la duda. Fue un quiebre, porque aunque seguía loca por él, algo se rompió ahí. No era solo el vicio de cogérmelo o chupársela, era que confiaba en él, y eso se fue a la mierda. No sé si fue la primera vez que me metió los cuernos o si ya venía haciéndolo, pero esa fue la primera vez que lo supe, y me dolió como pocas cosas en la vida

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