You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Tendre sexo con mi madre? pt2

La fiesta terminó como a las cuatro de la mañana. Llegamos cansados pero todavía emocionados por cómo había estado todo. Apenas cerré la puerta de la casa, mi mamá suspiró y soltó una carcajada ligera.


—Qué rápido acabó la fiesta. La verdad me quedé con ganas de bailar más —me dijo estirándose.


—Pues todavía podemos seguir aquí, si quieres —le propuse en tono de broma, aunque no tanto.


—Me parece perfecto, deja me pongo cómoda y vuelvo —respondió ella emocionada, subiendo rápido a cambiarse.


Yo también me puse más cómodo, me quité la ropa y me puse un short así nomás, sin bóxer, como siempre dormía. Al rato bajó mi mamá con su pijama de siempre, una ajustada que resaltaba cada curva. Ahora parecía aún más sexy que nunca.


Puse una playlist de reggaetón y ella se acercó despacio. Apenas empezó la música, se dio la vuelta y comenzó a perrearme otra vez, moviendo lentamente sus caderas contra mí. Ahora, con mi short tan delgado y sin nada debajo, sentía cada roce mucho más directo, tanto que inevitablemente empecé a ponerme duro.


Ella lo notó enseguida, porque giró un poco la cabeza hacia atrás con una sonrisa traviesa.


—Ay, hijo, creo que algo se está despertando ahí atrás —dijo riéndose bajito, sin dejar de mover su culo contra mí.


—Perdón, má, es que así como bailas... no lo puedo evitar —le respondí riendo nervioso, pero sin alejarme ni un poco.


Ella apretó más su cuerpo contra mí, claramente coqueteando.


—Tranquilo, Sam, no me quejé, solo estoy diciendo que ahora sí siento que te gusta de verdad —susurró juguetona, moviéndose más despacio y apretado contra mi erección.


Reímos un poco, pero ya no había nada inocente en ese baile. Los dos lo sabíamos perfectamente.


Ella siguió bailando contra mí, moviendo su culo suave y lentamente, presionando cada vez más fuerte contra mi erección, mirándome hacia atrás con una sonrisa coqueta que me estaba volviendo loco.


En un momento se dio la vuelta, quedando de frente, sin despegarse de mí. Nuestros ojos se encontraron directamente. La tensión entre nosotros era demasiado fuerte. La música seguía sonando, pero apenas podíamos escucharla; solo existíamos nosotros en ese instante.


—Sam... —dijo bajito, con la respiración acelerada y mirándome directamente a los ojos, con una expresión que claramente pedía más.


No lo pensé más. Acerqué rápidamente mi rostro al suyo y nos besamos. No fue un beso lento o romántico; fue salvaje, rápido, desesperado. Nuestras lenguas se enredaron de inmediato, explorándonos con hambre, con ganas. Era un beso sucio, lleno de deseo acumulado, como si los dos hubiéramos esperado demasiado tiempo para esto.


Sus manos recorrieron mi espalda, mis dedos se aferraron a sus caderas apretándola contra mí, sintiendo su cuerpo caliente, pegado al mío.


Cuando nos separamos un poco, respirábamos agitadamente, mirándonos en silencio. Ambos sabíamos que ya habíamos cruzado el límite, pero en ese momento, ninguno pensaba en parar.


Mi mamá se limpió la boca con la mano, echándome una de esas miradas que ya no necesitan explicación, y enseguida estábamos de nuevo dándole, sin pensar en parar.


Sin más, me lancé y le quité la camiseta de un tirón. Ahí estaba, sin nada debajo, y yo no podía creerlo. El aire casi se me fue. Ella comenzó a tirar de mi camisa, con la misma intensidad.


La música todavía sonaba de fondo, pero ya como que ni la sentíamos. Solo estábamos nosotros dos, dejándonos llevar por todo lo que había estado pasando entre nosotros.


Mientras seguimos besándonos, empiezo a sentir que mi short gris me aprieta demasiado. Con una mano, juego con el elástico del pantalón rosa ajustado de mi mamá, insinuando mi intención.


—¿Te ayudo con eso? —me dice entre besos, sus manos ya buscando la cintura de mi short.


—Sí, por favor —respondo, y en un movimiento rápido, ella me ayuda a deslizarlo hacia abajo.


Con la misma rapidez, bajo su pantalón rosa, y ella levanta las caderas para facilitar el movimiento. Mientras nos deshacemos de nuestras últimas prendas, la tensión entre nosotros solo aumenta.


—Esto ya es otra cosa —


—Totalmente —respondo, volviendo a buscar sus labios con los míos, sintiendo su piel contra la mía, sin nada que nos separe ahora.


—Sam, ¿estás seguro de esto? —pregunta con seriedad, una pausa clara en medio del torbellino que hemos estado viviendo.


Me quedo mirándola, tratando de entender mi propio remolino de emociones. Pero algo dentro de mí se siente decidido.


—Sí, estoy seguro. ¿Tú... tú lo quieres hacer? —devuelvo la pregunta, mi voz un poco temblorosa.


Ella asiente lentamente, su expresión suavizándose.


—Sí, pero tienes que entender, después de esto no hay vuelta atrás. Y esto... esto se queda solo entre nosotros, ¿de acuerdo?


Asiento con firmeza, ya sin rastro de duda.




—De acuerdo, entre nosotros.


Ambos soltamos una risita nerviosa, un poco por el alivio, un poco porque todavía parece algo surreal.


Me coloco sobre ella, listo para metérsela, pero justo entonces, por un segundo, dudo. Ella me mira.


—¿Todo bien, Sam? —me pregunta, viendo mi pausa.


—Sí, todo bien —respondo rápido y sin más, se la clavo.


Ella lanza un gemido fuerte, "¡Ahh, ahh, ahh!" con cada empuje. La sensación es brutal, intensa. Me muevo más rápido, cada golpe más duro que el anterior, y ella responde con gemidos cada vez más altos, su cuerpo respondiendo a cada una de mis embestidas.


—¡Sí, así, no pares! —grita, mientras sus manos agarran las sábanas, sus uñas clavándose en la tela.


Entre gemidos, ella susurra, casi sin aliento:


—No puedo creer que esto esté pasando...


Yo respondo, mi voz ronca por la intensidad del momento:


—Ni yo, pero no quiero que pare...


Ella muerde su labio inferior, sus ojos cerrados, completamente perdida en cada sensación. La humedad entre nosotros aumenta, haciendo cada movimiento más resbaladizo, más intenso. Ella envuelve sus piernas alrededor de mi cintura, atrayéndome aún más cerca, profundizando cada penetración.




—Dime que te gusta —digo, buscando su confirmación.


—Me encanta... sigue así —responde, abriendo los ojos para encontrarse con los míos, una chispa de deseo ardiente reflejada en su mirada.


Continuamos, el ritmo se vuelve más exigente, más urgente. Nuestros sonidos llenan la habitación. Cada choque de nuestros cuerpos crea un sonido húmedo y pesado, "plaf, plaf, plaf," que solo amplifica el calor del momento.


Después de unos quince minutos intensos, ella llega al clímax. Un grito se le escapa, lleno de placer, resonando en la habitación. Es evidente lo mucho que está disfrutando, su cuerpo temblando bajo el mío.


—¡Dios, Sam! —exclama, mientras su respiración se entrecorta.


Siento que ella ha terminado, pero yo aún no. Con un movimiento suave, saco mi miembro, notando cómo está completamente empapado por ella. Es un espectáculo impresionante, una imagen inolvidable.


Ella mira, sonriendo exhausta pero satisfecha.


—¿No te viniste? —pregunta con un tono de voz triste, claramente decepcionada.


—Lo estaba evitando... —confieso, buscando las palabras correctas—. No quería que esto terminara tan pronto.


Ella frunce el ceño y se cruza de brazos, mirándome con una mezcla de frustración y ternura.


—Entiendo, pero no tienes que hacer eso. Estamos en esto juntos, ¿recuerdas? —su voz suena suave, pero firme.


Ella mira mi confusión y sonríe con malicia. "Lo voy a solucionar," dice y sin más preámbulos, se inclina y se la mete en la boca. El efecto es instantáneo: un placer brutal me recorre y casi me hace perder el equilibrio.


"Glup, glup, glup," se escucha mientras ella trabaja con intensidad, su boca subiendo y bajando con fuerza. Puedo sentir el tirón húmedo y caliente cada vez que me envuelve, y cada vez que sale, un estallido de frío me golpea por la falta de su calor.


—Dios... no esperaba esto... —consigo decir, mientras mis manos se crispan en su cabello, guiándola en un movimiento que se vuelve cada vez más desesperado.


Ella me mira brevemente, los ojos llenos de deseo y determinación, antes de volver a la carga con más fervor.


—Quiero que lo sientas todo, que te vengas como nunca antes, —dice con voz ronca, justo antes de que su boca me tome de nuevo.


La intensidad aumenta, "glup, glup, glup", resonando con cada movimiento. Siento cada succión más profunda, cada lengüetazo más atrevido. El placer se construye, insoportablemente dulce, amenazando con desbordarme en cualquier momento.


—Esto... es increíble, —jadeo, al borde de perder el control.


Ella no afloja, decidida a llevarme al límite. Los sonidos húmedos y profundos llenan el aire, marcando el ritmo frenético de nuestro encuentro.


Ella mira mi confusión y sonríe con malicia. "Lo voy a solucionar," dice y sin más preámbulos, se inclina y se la mete en la boca. El efecto es instantáneo: un placer brutal me recorre y casi me hace perder el equilibrio.


"Glup, glup, glup," se escucha mientras ella trabaja con intensidad, su boca subiendo y bajando con fuerza. Puedo sentir el tirón húmedo y caliente cada vez que me envuelve, y cada vez que sale, un estallido de frío me golpea por la falta de su calor.


—Es tan grande, me encanta —dice ella, mirándome entre cada movimiento, sus palabras vibrando contra mí.


—Dios... esto es la mejor mamada de mi vida... —consigo decir, mientras mis manos se crispan en su cabello, guiándola en un ritmo que se vuelve cada vez más desesperado.


Ella me mira brevemente, los ojos llenos de deseo y determinación, antes de volver a la carga con más fervor.


—Quiero que lo sientas todo, que te vengas como nunca antes, —dice con voz ronca, justo antes de que su boca me tome de nuevo.


La intensidad aumenta, "glup, glup, glup", resonando con cada movimiento. Siento cada succión más profunda, cada lengüetazo más atrevido. El placer se construye, insoportablemente dulce, amenazando con desbordarme en cualquier momento.


—Esto... es increíble, —jadeo, al borde de perder el control.


Ella no afloja, decidida a llevarme al límite. Los sonidos húmedos y profundos llenan el aire, marcando el ritmo frenético de nuestro encuentro.


Al final, no puedo más. Con un último "glup", ella me hace venir y es una locura, tremendo. Suelto un gemido largo, todo mi cuerpo tiembla con el placer que me recorre.




Nos miramos, todavía jadeando, y sin pensarlo mucho, nos damos un beso, suave pero lleno de todo lo que acabamos de pasar. Es un momento perfecto, justo ahí.


Sin hablar, nos acomodamos en el sofá, acurrucados. El cansancio nos pega, pero estamos bien así, pegados. Poco a poco, entre la calma y el calorcito de estar juntos, nos vamos quedando dormidos.

1 comentarios - Tendre sexo con mi madre? pt2