You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Tendre sexo con mi madre?

Me llamo Sam, tengo 19 años, y la relación que llevo con mi madre no es muy común que digamos. Somos abiertos, hablamos de lo que sea sin vergüenza, incluso a veces salimos juntos de fiesta o a tomar algo. A ninguno nos incomoda eso.


Ella tiene 38, aunque parece más joven. Su cuerpo está increíble, supongo que porque siempre hacemos ejercicio juntos en casa o salimos a correr. Tiene el pelo negro, rizado, ojos pequeños pero muy expresivos, y labios gruesos que llaman demasiado la atención. Sus pechos son grandes, firmes, de esos que se notan en cualquier blusa, y ni hablar de su culo: redondo, duro, casi perfecto en esos jeans ajustados que le encanta usar.


Y sí, a veces me quedo mirándola más de lo que debería. No puedo evitarlo.
Unos días después me invitaron a una fiesta. Ni siquiera conocía bien a los que iban, pero igual me animé. Para no ir solo, le dije a mi mamá que me acompañara. Ella aceptó de inmediato, emocionada, como siempre.


¿Seguro quieres que vaya contigo, Sam? —me preguntó sonriendo mientras se arreglaba frente al espejo—. Capaz me aburro.


—No creo, má. Además, nunca te he visto aburrida en una fiesta conmigo —le respondí riendo.


Ella giró la cabeza hacia mí, con una sonrisa divertida.


—Pues sí, tienes razón. Además, así aprovechamos y nos echamos unos tragos juntos, ¿no? Hasta podemos bailar un rato... ya sabes que conmigo puedes hacer lo que sea —dijo mirándome directo a los ojos.


Algo en cómo dijo eso hizo que sintiera calor en el cuello. Intenté disimularlo, pero ella pareció notarlo, porque su sonrisa se volvió más intensa.


—A ver si aguantas tú esta vez —le respondí tratando de sonar tranquilo, aunque claramente no lo estaba.
Ella se acercó un poco, bajando la voz:


—Créeme que sí aguanto, cariño. Más bien, cuidado con lo que pides.


Juro que sentí cómo la temperatura subía en la habitación.


Después de ponerme rápido una camisa que dejaba ver un poco el pecho, me bajé a la sala a esperar a mi madre. Siempre tarda horas arreglándose, pero esta vez ya exageraba.


Cuando por fin bajó, me quedé en shock. Llevaba un vestido negro, pegadito, largo pero ajustado a cada curva. Sus tetas se veían increíbles, la cintura apretada, y ese culo... se le marcaba perfecto con cada paso. La verdad, no podía dejar de mirarla.


¿Qué onda? ¿Me veo bien o es mucho? —preguntó riendo mientras daba una vuelta.


—No inventes, má, te ves buenísima —solté sin pensar—. Todos se te van a quedar viendo.


Se acercó lentamente, sonriendo con picardía y tocándome el pecho con un dedo.


¿Y quién dice que quiero que todos me vean? A lo mejor solo quiero que tú me veas —dijo bajito, coqueteando sin disimulo.


Sentí que me puse rojo, y seguro ella se dio cuenta, porque sonrió aún más.


—Pues ya me tienes así desde que bajaste —le respondí con nervios, pero aguantándole la mirada.


Se acercó más, me abrazó fuerte, y sentí su cuerpo caliente contra el mío. Claramente noté sus tetas pegadas a mí, y por un segundo desee quedarme así toda la noche.
—Ya vámonos —susurró divertida en mi oído—. Porque si no, esto se nos va a salir de control antes de llegar.


Y tenía razón. Algo raro estaba pasando entre nosotros, y apenas iba comenzando la noche.


Subimos al auto y puse la dirección en el GPS. Me sorprendí cuando vi que el lugar quedaba a cuarenta minutos.


—No manches, má, está bien lejos —le dije riendo y recargándome en el asiento.
—Bueno, así aprovechamos y estamos un rato solos —me dijo con una sonrisa traviesa mientras se acomodaba a mi lado.


La miré de reojo y noté que su vestido se había subido bastante. No pude evitar fijarme en sus piernas, que estaban tan cerca de mí que casi podía tocarlas.


—Te ves muy guapo hoy, Sam —dijo bajando un poco la voz, mientras se acercaba un poco más—. Me gusta cómo te queda esa camisa.


Sentí que me ponía nervioso, pero intenté disimular.


—Pues tú no te quedas atrás, má. No puedo ni concentrarme contigo vestida así —contesté medio en broma, aunque era verdad.


Ella soltó una risita coqueta y puso su mano suavemente en mi pierna, subiéndola un poco más de lo normal.


Arranqué el auto, tratando de concentrarme, pero su mano seguía ahí, calentándome la piel.


Ya en el camino, ella no quitaba la mano de mi pierna. Yo manejaba, pero a cada rato sentía cómo me miraba de reojo y sonreía en silencio, disfrutando ponerme nervioso.


¿Seguro que estás bien así, Sam? Te noto raro —dijo de repente, acariciando un poco más mi muslo.


—Sí... bueno, más o menos —respondí riendo, pero claramente nervioso—. Sabes que me pones así cuando haces esas cosas.


Ella sonrió y me miró fijo.


¿Qué cosas? ¿Esto? —preguntó con voz juguetona, acariciándome un poco más arriba en la pierna.


No respondí, pero la miré directo a los ojos por un segundo. Ella sonrió satisfecha y quitó lentamente su mano, acomodándose de nuevo en el asiento.


Esos cuarenta minutos se iban a hacer eternos.


Llegamos por fin a la fiesta. Definitivamente no conocíamos a nadie ahí, ni siquiera al tipo que me había invitado. Estábamos en una ciudad distinta, así que supongo que daba igual.


Para relajarnos, rápido nos echamos algunos shots. Después nos fuimos acercando a la pista, bailando, bromeando, riéndonos de cualquier tontería. La tensión seguía ahí, obvia, especialmente cada vez que mi mamá se acercaba y bailaba pegadito conmigo.


En eso, se nos acercó una chava como de mi edad, que parecía un poco tomada. Miró a mi madre de arriba abajo y sonrió ampliamente.


—Me encanta tu vestido, amiga —le dijo, tocándole ligeramente el brazo—. Y, oye, tu novio está guapísimo, hacen súper linda pareja.


Antes de que pudiéramos responder algo, la chica se fue bailando entre risas, dejándonos solos con cara de sorpresa.


Mi madre me miró divertida, riéndose un poco nerviosa.


¿Escuchaste eso? Pensó que eras mi novio —me dijo acercándose más—. ¿Tan mal nos vemos juntos?


Me reí mientras sentía calor en la cara, acercándome también a ella.


—Pues, pensándolo bien, no tanto. Hasta eso creo que no hacemos tan mala pareja, ¿no? —bromeé, sin quitarle los ojos de encima.


Ella me miró sonriendo, mordiéndose un poco el labio.


—Pues no, creo que tienes razón. Hacemos bonita pareja, cariño —contestó bajando un poco la voz, en tono provocador.


Sonreí nervioso. Algo me decía que esa noche apenas empezaba.


Seguíamos ahí, tomando y bailando, cuando empezó a sonar "Yo perreo sola" de Bad Bunny. Mi mamá pegó un grito emocionada.


¡Esa canción me encanta! —dijo riéndose, y se puso frente a mí sin avisar.


Empezó a perrearme en serio, pegando su culo directamente contra mí, moviéndolo lento pero bien marcado. Su vestido apretado hacía que se le notaran aún más las curvas, y juro que podía sentir claramente cómo rebotaba contra mí cada vez que se movía hacia atrás.


¡Má, no inventes! —solté riéndome nervioso—. Te estás pasando.


Ella miró hacia atrás con una sonrisa provocativa, sin dejar de moverse ni un poco.


¿Qué pasa, Sam? ¿No aguantas? —me dijo bajito, pegando más su culo a mi cuerpo y moviéndolo todavía más rico.


No contesté. La tomé ligeramente de la cintura y me dejé llevar por ella. El movimiento de sus caderas era hipnótico, despacio pero con fuerza, haciéndome sentir cada roce, cada rebote. La situación estaba demasiado caliente, pero ninguno quería parar.


Seguimos bailando así, riéndonos, mirándonos, sabiendo que esto ya no era solo un juego entre madre e hijo. Era algo mucho más fuerte, mucho más peligroso.


Mi mamá seguía bailando pegadita a mí, moviendo ese culo de forma increíble, cuando de repente se giró un poco y me dijo riendo:


—Sam, grábame, hijo. Así podemos ver después cómo bailamos.


Solté una risa nerviosa, sorprendido por lo directa que era, pero obvio acepté de inmediato.



—Va, tú lo pediste —contesté sacando rápido el teléfono para empezar a grabar.
Ella me miró traviesa y siguió bailando, moviendo sus caderas lentamente hacia abajo y hacia arriba, pegando aún más su culo contra mí. Juro que en la cámara se veía más provocativa todavía.


—A ver, que se note bien cómo me muevo —dijo divertida, bajando aún más despacio, haciendo que su vestido apretado subiera un poquito más.


Yo estaba totalmente concentrado grabando cada detalle, viendo cómo su cuerpo rebotaba contra mí de la manera más caliente posible. Estaba claro que este video no era precisamente inocente, pero a los dos parecía gustarnos demasiado.


Nos miramos riendo, conscientes de que esto ya no tenía vuelta atrás.

1 comentarios - Tendre sexo con mi madre?