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Perversa - Parte 4 (fin)

Hora de escribir de nuevo. Esta va a ser la última que escribo, al menos por un tiempo, porque es la más especial para mí. Todas las anteriores que escribí fueron situaciones que yo había provocado nada mas para sacarme las ganas de coger, pero ésta fue mucho más importante para mi y para mi vida.

Había mencionado anteriormente el tema de mi marido y yo con la idea de tener un hijo eventualmente. Y nunca pasó más de eso, al menos al principio. Pero hace 5 años más o menos empezamos a tener charlas más serias sobre el tema. En un principio de nuestro matrimonio, y después durante varios años, realmente no queríamos. Pero se ve que los dos ya estábamos llegando a nuestras ciertas edades, luego de tantos años, que si lo íbamos a querer hacer el momento era ese. Más que nada por mi, por supuesto. Yo ya tenía 35 años y si bien estaba perfecta tampoco era algo que se podía posponer demasiado si lo quería hacer.

Y yo si lo quería hacer. Con el tiempo me fui ablandando un poco a la idea de tener uno, por decirlo así, y mi marido también. Finalmente los dos decidimos que sí, que era el momento y que sería muy lindo tenerlo. El estaba ya bastante entusiasmado con la idea. El siempre fue muy apegado a su familia, tiene dos hermanos que también ya se habían casado hacía tiempo y ya tenían hijos. Él era el único que todavía no y a él le resultaba muy importante que la línea de su familia siguiera.

Yo la verdad que también me había acercado mucho a la idea y, al igual que mi marido, quería tener uno. Estábamos los dos en sintonía. Claro, esa sintonía solo significaba que los dos queríamos tener un hijo, pero para mi no necesariamente significaba que yo lo quería tener con él. Creo que se entiende. Si un hombre me iba a hacer un hijo, la idea me encantaba, pero si lo iba a hacer quería que fuera con los hombres que me gustan y siempre me hicieron sentir mujer. No con el papanatas de mi marido.

Eso me presentaba con un problema, por supuesto. Tenía que diseñar un plan y la forma de hacerlo bien, de forma de no despertar muchas sospechas o causar problemas. Iba a necesitar tiempo. Inicialmente a mi marido le dije que había dejado de tomar la pastilla, para que se creyera que todo estaba normal y yo seguía con el plan. Obvio que no la había dejado de tomar. Los dos empezamos a tener sexo mas seguido con la expectativa de que yo finalmente quedara embarazada y los dos soñabamos con eso. Nada mas que soñábamos distinto. El soñaba lo suyo y yo lo mío, no había necesidad de explicarle nada. Ningún detalle en cuanto a cómo nuestros sueños difieren un poquito.

No estaba segura bien de cómo lo iba a hacer. Tenía varias cosas en la cabeza. Lo más fácil para mí era simplemente dejar de tomar la pastilla, esperar un tiempo prudencial e ir a visitar a mis amigos hermosos del taller. Esos si que se iban a ocupar muy bien de dejarme un bebé en mi pancita, sin duda. Pero yo no quería eso. No tendría forma de saber de quién de ellos sería y si yo iba a tener un hijo hecho por otro hombre, quería saber exactamente quién era ese hombre. Es más, lo quería hasta elegir.

También había temas bastante más prácticos. Si fuese por mi y no me importara nada, pero nada más… quiero decir, si no me importara la reacción de mi marido, como sería socialmente visto y todo eso… a mi me hubiese encantando quedar embarazada de un hombre de raza negra. Pero claro que iba a ser un problema después. Cómo explicarlo y todo eso. Esto no significaba que mi hijo tenía que ser necesariamente rubio y de ojos celestes, para nada. Tenía mucho lugar en el medio para jugar.

Pero, más que nada, lo que yo quería era que mi hijo no fuese de mi marido. Me deprimía la idea de traer al mundo otro tarambana de clase alta como él. No. El padre de mi hijo tenía que ser si o si de abajo. De lo más de abajo que podía llegar a encontrar. Yo quería sentir que cada vez que miraba a mi hermoso hijo o hija, quería sonreírme el resto de mi vida por dentro sabiendo que me lo había hecho el villero o cartonero más grasa y mersa que había podido encontrar. Y quería estar segura de quién era.

Arranque lentamente, con calma, a armar el plan. Al principio nada más aprovechaba mientras mi marido se la pasaba trabajando durante la semana para salir a hacer algo de scouting con el auto, por distintas zonas. No quería a alguien de ningún lugar en particular, salvo que me llamara mucho la atención. Si podía elegir, quería elegir alguno así de la calle. Me pasé varios días andando unas horitas a la tarde por ahí, por todos lados, para ver donde había gente quizás tirada en la calle o debajo de un puente, revolviendo tachos de basura, cosas así. No me costó encontrarlos, para nada, estaba lleno por todos lados pero algunos directamente me daban mucha mala espina por algo.

Tuve un golpe de suerte en esos días que estaba haciendo reconocimiento porque una noche mi marido me avisó que iba a viajar a Chile en unas semanas con una delegación de su empresa. Perfecto, pensé. Iba a tener días libres y sin supervisión. Ahí era cuando tenía que ejecutar el plan. Dejé de tomar la pastilla directamente al otro dia y usando una excusa u otra, también dejé de tener sexo con mi marido. Quería que pasaran varios días sin tomar nada para que mi cuerpo se librara bien de cualquier rastro de anticonceptivo que me pudiera haber quedado. El día o la noche que yo saliera a que me preñaran quería estar lo más fértil posible ya que no iba a tener muchas otras oportunidades como esas una vez que mi marido regresara.

Fue bastante poético como se dió todo. A las tres semanas llegó el día que mi marido viajaba así que le dije que lo llevaba yo al aeropuerto para que él no tuviera que dejar su auto ahí en el estacionamiento de la terminal por varios días. No había necesidad. Lo despedí amorosamente a eso de las tres de la tarde cuando salió su vuelo y me volví rápido a casa para arreglarme y ponerme linda. Iba a salir a pescar esa misma noche, no me importaba nada y no quería perder tiempo.

Me puse bien perra. Hermosa, arreglada y perfumada. Por arriba estaba sexy, pero por abajo más aún porque me había puesto un conjuntito de corpiño y portaligas que mataba, junto a unas medias de nylon suaves y largas. Estaba hecha una verdadera perra que le iba a ser irresistible a cualquiera. Tampoco era que yo tenía problemas en convencer a los negros para que me cogieran, estuviera arregladita o no, pero esa noche era especial y la quería disfrutar bien.

Salí temprano con el auto, a eso de las 6 de la tarde. Quería empezar temprano con todo. No quería arriesgarme a esperar a que ya se hiciera muy tarde y ya encontraba a la gente de la calle dormida o pasada de alcohol u otras cosas. Los quería bien despiertos y bien calientes. Calientes, en mi experiencia, siempre estaban pero por lo menos me quería asegurar que estuvieran alertas. Después de dos horas más o menos de andar recorriendo todos los lugares horribles donde estaban, realmente no había visto a ninguno que me llamara la atención como para abordar. Y por mas que alguno me gustara, si estaba en un grupo con otros tampoco me iba a acercar. Los necesitaba solos. En condiciones normales por ahí me habría encantado caerles a uno de esos grupos que veía de tres o cuatro ahí tirados, charlando o boludeando, y llevarme una linda violada grupal. Pero esa noche era especial. Esa noche no era para eso.

A eso de las ocho ya, después de haber dado muchas vueltas con el auto, por fin lo encontré. Y supe que era ese por el saltito que sentí a mi corazón darme en el pecho. Era un mono de esos bien formados, pese a la alimentación malísima que debía tener. Se lo veía bastante macizo, como a mi me gustaban. Estaba bastante sucio y harapiento, sentado ahí en su colchón debajo de un puente de una autopista, mirando los autos pasar y rodeado de sus pocas cosas. Tenía la piel canela no muy oscura, el pelo negro mate todo desaliñado, pero curiosamente no tenía mucha barba. O no le crecía o se habría afeitado con algo de alguna manera hacía unos días.

No lo dudé más. Acerqué el auto al cordón ahí abajo del puente, puse la baliza y bajé el vidrio, haciéndole señas y sonriéndole para que se acercara. La experiencia que yo ya tenía luego de tantos años de relacionarme con ésta gente (y mucho peores también) era que había que ser directa. Normal, nada de imposiciones y eso, nada de superioridad, pero directa. Sin vueltas ni juegos. Como me gustaba a mi.

El tipo me miraba desde donde estaba apoyado en la puerta del acompañante como si yo fuese un bife de lomo, tierno y humeante. Me preguntó si estaba perdida o algo y le dije que no. Se lo tiré directamente. Le dije que estaba re caliente y que estaba buscando un tipo para ir a un telo y coger. Así nomás. Él se entró a reír y me preguntó si era un chiste. Miraba dentro del auto y por afuera también, a ver si le estaban haciendo una broma o una cámara oculta. Yo me reí y le aseguré que no, que era así. Y si quería que se subiera e íbamos. No lo pensó mucho, me dijo que sí enseguida riéndose, pero que no quería dejar sus cosas ahí tiradas porque se las robaban. Yo le dije que lo poco que tenía que lo pusiera en una bolsa y lo metiera en el auto. Que cuando terminabamos yo lo traía de vuelta.

Y así, tan sencillamente, así empezamos la noche. Yo arranqué camino al telo pero enseguida cuando el tipo se subió me di cuenta que tenía un olor encima que volteaba. Pero no era olor a hombre sucio, era a basura. Seguro estuvo todo el día revolviendo tachos o metido en algunos. Lo único que podía hacer era bajar las ventanillas para que el aire del vehículo en movimiento ventilara algo. Igual, más allá de eso, mucho no me importaba. El tipo me miraba y se relamía mientras íbamos charlando de cualquier cosa. Mientras yo manejaba enseguida empezó a acariciarme la piel del muslo que yo tenía expuesta, con esa mano mugrienta, no sólo empezando a disfrutarme sino como para asegurarse que no era un sueño. Y yo con ese manoseo y la idea de tener al tipo ahí en mi auto y pensando en lo que íbamos a hacer, ya estaba toda mojada de pura calentura. Antes de llegar me dijo que estaba muerto de hambre así que paramos en un puestito que ví ahí en la vereda en una calle y le di para que se comprara algo. Volvió al auto con dos choripanes y una lata de cerveza. Algo comí yo también, pero la mayoría se lo devoró él.

Ya la situación y todo el manoseo que me había metido lo tenía bastante caliente porque ni bien terminó de comer me dijo que por qué no estacionabamos y empezábamos a darle ahí nomás en el asiento de atrás. Yo me reí y le dije que esperara un poquito, que ya en un rato estábamos en el telo. Hasta que llegamos al lugar no me sacó la mano de encima mientras yo manejaba, tocándome el muslo, tratando de frotarme entre las piernas, apretándome las tetas… a mi ya me costaba prestar atención a conducir de lo caliente que me había puesto su manoseo. En un momento, ya cerquita del hotel, vi que no aguantó más y se desabrochó el pantalón, sacando la verga dura y marrón que llevaba y se empezó a pajear mientras me seguía tocando.

Y yo por mirarla casi choco. Que bien que había elegido. Tenía un caño hermoso, duro, erguido y amarronado. Yo me reí y le dije que aguantara que ya llegábamos. No quería que se masturbara ahí en el auto, no porque me disgustara, al contrario, sino que no quería perderme nada de su leche.

Cuando por fin llegamos al hotel, uno que yo ya conocía y estaba medio escondido, el tipo por fin se relajó y se dió cuenta que no era un chiste ni una cámara oculta. Estaba sucediendo en serio. Estacioné, fuimos hasta la ventanilla y pagué por toda la noche en una de las habitaciones más caras. Con efectivo, para que no hubiera rastro en ningún resumen de la tarjeta.

La habitación era amplia y linda, ese hotel tenía muy linda decoración. Ni bien entramos le dije que por favor se fuera a duchar, que llevaba mucho olor encima. Y era verdad. El olor a hombre sucio me lo aguanto, a veces si no es muy chocante hasta me gusta mucho. Pero ésto era directamente olor a basura que era muy feo. Le dije sonriendo que no se apurara, que quede bien limpito. No hacía falta apurarse, íbamos a estar toda la noche ahí. Cuando el tipo se metió a ducharse llamé para pedir una botella de champagne asi nos relajabamos un poquito más.

El tipo terminó de ducharse y cuando salió lo vi y se había arreglado bastante la verdad. Estaba bien limpito, ya no tenía olor a tacho de basura y hasta se había arreglado un poco el pelo y todo. Yo sonreí. Yo también estaba ya arregladita. Lo esperé en la puerta que daba al dormitorio de la habitación y le dije que viniera conmigo, que ya estaba lista para él.


Perversa - Parte 4 (fin)

Nos sentamos en uno de los silloncitos y empezamos a apretar. Acariciándonos, besándonos, tomando champagne, subiéndonos aún más la calentura. Hasta que fui yo la que no aguantó más y poniéndome de rodillas se la empecé a chupar suave, lento y profundo. Que verga hermosa que tenía y cómo me excitaba sentirla en mi boca. No me quería pasar de rosca, no quería que me acabara en la boca, pero cómo lo deseaba.



rubia


Él tampoco quería pasar mucho tiempo así, se notaba. Los dos nos mirabamos con un hambre tremenda mientras yo lo chupaba. Lo estábamos disfrutando, si, pero se nos notaba que necesitábamos otra cosa. Ya habría tiempo para darnos placer oral, mucho tiempo. Con un gruñido me agarró y se tiró en la cama, poniéndome encima y guiando su verga hasta mi concha. Yo lo dejé, ya casi temblando de anticipación. Y así simplemente nos empezamos a coger. Fue hermoso, bellísimo, todo lo que yo esperaba. Él parecía estar en el paraíso también con mi cuerpo. Nos cogimos fuerte y apasionadamente, gruñendo y gimiéndonos nuestro placer en las caras mientras nuestros cuerpos se unían.


El tipo no duró mucho. Se ve que venía muy pero muy caliente y necesitaba acabar rápido. Yo no le había dicho nada de donde quería que eyacule, no había tenido tiempo, pero no sé si lo había entendido o directamente no le había importado. Por ahí pensó que a ésta hembra había que preñarla y si fue así, lo felicito. Era exactamente lo que yo quería. Pronto lo sentí acabar fuerte y profundo, esa verga marrón de pordiosero enterrándose en mí hasta lo más profundo y lo sentí vaciarse en mi concha. Adentro, bien adentro. No se si era realmente cierto o mi imaginación de calentona lo había inventado, pero sentía su leche como espesa y caliente en mí. Acabé enseguida yo también, gritando y chillando mi placer, sintiendo como esa pija de negro me llenaba de leche. Como tantas otras veces, si, pero ésta era distinta.



Negro



Embarazada


Yo no estaba protegida y estaba fértil, lo más que podía estarlo. Y soñaba, deliraba con que ese semen me llenara y me bañara el útero, encontrara un óvulo y que ahí me dejara un hijo hermoso creciendo dentro mío. Me perdí en ese sueño orgásmico y en esa imagen en mi cabeza.

El negro se quedó ahí dentro mío hasta que yo también terminé de acabar y, cayendo rendida sobre él, nos empezamos a besar con pasión mientras nuestras manos acariciaban el cuerpo del otro. Estaba segura que él nunca había tenido una mujer como yo. Y yo estaba segura que había elegido perfecto y que éste negro de mierda iba a ser el padre perfecto de mi bebé.


Por supuesto que seguimos cogiendo y tomando champagne. Toda la noche. Nos bajamos dos botellas de las grandes entre los dos. Él fue el que tomó más y parecía no afectarlo para nada. Yo debo haberme tomado media y ya estaba un poco entonada. Nunca fui de aguantar mucho el alcohol y tampoco quería sobrepasarme porque eventualmente me tenía que volver a casa manejando. Pero la bebida nos relajó más a los dos y nos hizo pasarla aún mejor.

Todo lo que nos besamos, acariciamos y nos decíamos. Todo lo que disfrutamos nuestros cuerpos así, toda la noche, fue casi mágico para mi. Más que nada sabiendo que con cada eyaculación que éste callejero me estaba dejando en mi concha yo estaba mas y mas cerca de mi bebé. Quería volver a casa rebosando, hinchada de todo el semen que éste tipo me había dejado dentro.

Que hermoso me hizo gozar, varias veces esa noche, y que lindo lo hacía acabar yo también, con mi conchita hambrienta tratando de estrujarle y exprimirle fuerte su palo cada vez que me escupía todo su dulce amor dentro de mí. Nos hicimos todo, de todo y de todas las maneras.



infiel



cornudo


Me encantaba sentir como me retenía y me cogía fuerte. Como si yo me fuera a escapar o algo así, como si él estuviera reteniendo a su puta rubia. Con cada uno de sus empellones él buscaba su placer en mi cuerpo y yo, extasiada, le daba todo el placer que él quisiera. Adoraba sentirme así de deseada, de cogida, de amada. La fuerza con la que sentía sus brazos aferrarme y la violencia con la que me penetraba me volvían loca, casi que acababa sola sintiendo eso y nada más. No sé cuántos orgasmos me regaló ese villero, pero los adoré a todos.

Pero cuando estallaba, cuando yo estallaba de verdad, era cuando lo sentía a él tensarse y explotar dentro mio. Llenándome. Sin duda haciéndome un bebé. No sólo lo quería, podía hasta sentirlo. Seguro era mi imaginación, pero lo sentía y lo deseaba. Sabía que estaba pasando y que muy pronto iba a tener mi vientre lleno de mi bebé, de su bebé. Y eso me alargaba todos los orgasmos.



pervertida


Como ya dije, nos cogimos de todas las formas y maneras que encontramos, y así se nos fue no sólo la noche sino buena parte de la mañana siguiente también. Quedamos los dos hechos mierda, de cama. A eso de las ocho y media de la mañana llamé para que nos trajeran un desayuno bien abundante, que los dos nos comimos alegremente en la cama. Pobre el futuro padre de mi bebé, comía con unas ganas... Vaya una a saber cuánto hacía que no se comía un buen desayuno como correspondía. Antes de irnos, a eso de las nueve y media de la mañana, para terminar nuestras actividades con un lindo broche de oro, mi macho villero y hermoso me puso en cuatro y me dejó de despedida otro lindo lechazo. Me decía entre risas que quería quedarse ahí toda la vida. Y yo la verdad que también. Pero había que irse.


villero


Nos vestimos y nos fuimos del hotel. Yo cumplí y lo dejé con el auto ahí mismo donde lo había levantado, abajo del puente ese. No me quería largar. Nos besuqueamos un rato más ahí y como mi auto tiene vidrios polarizados, como era todavía temprano y no pasaba casi nadie, le regalé una linda chupada de verga de despedida. Para yo también llevarme el gusto de su leche en la boca. Me pidió mi celular, donde vivía, quería seguir en contacto, que nos viéramos de nuevo… lo había dejado totalmente boludo y enamorado al vago. Pero yo nada mas le sonreí y le dí cualquier número, no le iba a dar el mío. No iba a haber ningún contacto más allá del que ya tuvimos y disfrutamos.

Lo que sí antes que se bajara le di un sobrecito que yo ya tenía preparado con una muy buena cantidad de plata adentro. Para él. No sólo para ayudarlo sino porque se lo había recontra ganado con lo bien que me atendió y con el servicio hermoso que me brindó. Se sonrió agradecido, se lo guardó, me dió un lindo beso y ahí nos despedimos. El volvió a su lugar bajo el puente y yo a mi casa. Por supuesto que nunca más lo vi.

Cuando la semana siguiente volvió mi marido de Chile, lo recibí amorosamente por supuesto, como la esposa fiel que lo extrañó tanto. Y tanto lo había extrañado que me ocupé de que hiciéramos el amor tres noches seguidas. Me imaginé que los baldes de leche que el villero ya me había dejado adentro ya habrían surtido el efecto deseado y que el semen de mi marido era ya muy difícil que interfiriera en el proceso.

Un poco después de los ocho meses más tarde nació mi bebé, mi amor divino, al que adoro. Con mi marido habíamos decidido, justamente, no decidir el nombre ni saber el sexo hasta que no hubiera nacido. Si era nena, iba a decidir yo y a mi siempre me gustó mucho el nombre Sofía. Pero no, fue un varoncito bellísimo, con ojos y pelito negro suave y una carita que, por suerte, dicen que se parece mucho a mí. Cuando mi marido lo tuvo por fin en brazos vi como se le llenaban los ojos de lágrimas y le hablaba al bebé. Que dulce. Ahí fue cuando le puso Joaquín, como se llamaba el abuelo de mi marido. Así seguía la línea y la sangre de la familia.

Y yo mientras sonreía y me hacía la emocionada mirándolos me cagaba tanto de risa por dentro.

Joaquín hoy ya tiene cinco y es hermoso. Muy sanito, por suerte, nunca tuvimos grandes problemas. Y lo adoramos. Le salió el pelo bien negro y lacio, con una carita que definitivamente lleva buena parte de la mía, en la forma de sus ojos y su boca. Si, salió un poquito de tez más oscura que nosotros, tipo un color té con leche suavecito, pero hermoso. No un tono tan oscuro que le hiciera sonar ruidos de alarma en la cabeza a mi marido. Mi bebé cuando llegue su momento sé que va a romper un montón de corazones y va a hacer feliz a muchas chicas, como lo hizo su papá conmigo.

De su papá verdadero hablo. Del que me hizo mujer completamente. No del papanatas que de vez en cuando me abraza y me dice al oído que lindo nene que hicimos. Yo nada mas me sonrío y le digo que sí. Que tiene razón. Si él es feliz pensando eso, quién soy yo para arruinar esa felicidad?

Desde que nació Joaquín que a mis “actividades” extramatrimoniales no les doy mucha bola. No voy a negar que muy de vez en cuando para sacarme las ganas algo hago, pero ahora con el nene es todo más difícil y ya no tengo tanto tiempo libre. Tampoco me interesa explayarme mucho en ellas porque son de lo más normal para mí. Una vez por año, quizás, le digo a mi marido que tengo una salida con mis amigas o que es el cumple de alguna. Lo que sea. Y es ahí cuando salgo a divertirme una noche y pasarla bien. Es fácil de imaginar, con todo lo que ya escribí, cómo me gusta a mi pasarla bien. Si no puedo hacer eso, o si de repente en algún momento me agarran muchas, pero muchas ganas de atender mis necesidades, bueno… al auto siempre puede pasarle algo o le hará falta alguna revisada que los muchachos del taller le pueden hacer.

Mi marido me viene diciendo desde hace un tiempo que estaría bueno que Joaquín tuviera un hermanito o hermanita. Y por ahí ésta vez no necesito saber exactamente quién es el padre. La próxima vez que lleve el auto al taller se lo voy a comentar a los muchachos a ver qué opinan del tema. A ver que se les ocurre que puedo llegar a hacer.

Pero eso ya vendrá en su momento. Por ahora ya no tengo más ganas de escribir.

1 comentarios - Perversa - Parte 4 (fin)

soloparaleerr
Hermosamente morboso, como siempre... "Baldes de leche" jajajaja, me hizo cagar de risa