Holis! Espero que les guste la continuacion de la historia, dejenme en comentarios que les parecio este nuevo capitulo!
Mi insta /nessa_innocentotaku
siempre respondo sus mensajitos por ahi!
Durante los días siguientes me mantuve distante con Hugo, la culpa me había invadido. Había traicionado la confianza de mi tía, me sentía horrible. Hasta pensé en volverme a Buenos aires. Con el pasar de los días la culpa fue disminuyendo y de a poco comencé a disfrutar nuevamente de Córdoba. Aunque cada vez que la veía me sentía un poco mal.
Era sábado por la noche y el calor sofocante que hacía no me dejaba dormir. Tenía puesta una remerita blanca y una bombachita con detalles en celeste, el ventilador parecía calentar más el aire de la habitación. La humedad que había me dificultaba incluso respirar, estaba hecha agua.
Eran alrededor de las 12 de la noche cuando la luz se cortó! Ahora sí era un infierno, el vaso de agua que me había servido estaba intomable, la ropa se me pegaba al cuerpo, me iba a ser imposible poder pegar un ojo. En ese momento oí pasos y voces afuera. Al parecer eran Hugo y mi Tía armando unas reposeras y destapando unas cervezas. El corte de luz y el calor los habían obligado a salir.
En el silencio de la noche sus voces solo me dificultaban mas el poder dormirme. Sus risas me distraian. Iba a ser una noche larga. Fue en ese momento que aproveché para ir a la cocina y servirme un nuevo vaso de agua fresca. Lo hice rápido para que nadie pudiera verme ya que mi ropa estaba prácticamente transparente por el sudor. Tan apurada y concentrada estaba en no emitir sonido que de repente la luz volvió por un segundo y me asusté.
— ayyyyyy-
— pipu estas bien???- Mi tía inmediatamente alzó la voz desde afuera.
— si tia, perdon, me asuste, me estaba sirviendo un vaso de agua-
— no te podes dormir?-
— nooo, hace mucho calor-
— porque no venis un rato con nosotros afuera, está corriendo un poco de aire, estamos tomando unas cervecitas bien heladas-
En los últimos días no había compartido mucho con ella, y me sentía mal negando la invitación…
— ok tia, pero espera que me voy a cambiar-
— no hace falta pipu veni asi como estas- insistió
— pero estoy en pijama!-
— veni igual nena, apenas se ve acá fuera, ademas que te vas a poner si hace un calor bárbaro- volvió a insistir
Supuse que habría poca visibilidad así que terminé saliendo con mi vasito y mi pijama.
Di varios pasos hasta donde estaban ellos. al verlos me quede helada! La luna los iluminaba perfectamente y si bien Hugo solo estaba con unos boxers grises no era él quien me había llamado completamente la atención sino mi tía. Se encontraba tirada sobre la reposera, con un conjunto de lencería roja, transparente, el corpiño apenas contenía sus enormes tetas y la tanga por delante era un triangulito mínimo, que apenas cubria su vello en la zona del pubis, no pude disimular mi sorpresa al verla. Demás está decir que ambos estaban completamente sudados.
— que calor nena!- exclamó mi tía. — agarrate una reposera de allá y vení a sentarte-
La vergüenza me había invadido por completo, ellos parecían no inmutarse con mis transparencias, lo hacían parecer natural pero nunca había visto a mi tía así, y se suponía que tampoco a Hugo.
Con el paso de los minutos la vergüenza fue disminuyendo y la naturalidad de la situación se iba afianzando.
— queres una cervecita pipu?-
— gracias tía pero no tomó-
— un porrito? señalando a la pequeña mesa que se encontraba en el jardín.
— ¡No tía!! menos!- dije sorprendida.
— dale che! no están tus viejos aca, liberate un poco-
No era la primera cerveza que tomaban y a mi tía se le notaba bastante desinhibida, más de lo que habitualmente está.
— no podes ser tan correcta en todo pipu- mientras habría otra cerveza. Hugo nos observaba mientras bebía su latita.
— es que no me gusta tia, de verdad, sino tomaría- respondí
— ¡Hay Dios! esta chica-
— bueno, por suerte no salió a su tía- Dijo Hugo, entre risas.
— callate vos, no la defiendas- mientras se hacía un rodete en el pelo y una de sus tetas se liberaba del corpiño.
— tía!- Intente advertirle pero Hugo casi al instante posó su mano sobre el pecho cubriendo su pezón marroncito.
— ayyy que fría tenes la mano- exclamó.
Hugo había soltado la latita para cubrirla por lo que la palma de su mano estaba helada.
Intentó retirarla…
—- nooo, no la saques, me refresca- dijo ella.
— pero…..- balbuceo Hugo.
— pero nada, dejala ahi- mientras sus dos manos terminaban de acomodar su pelo.
— ya está?- preguntó él, riendo..
— No nene, te dije que me refresca, haceme en la otra también- mientras descubria su otro pecho.
La risa de Hugo me desconcertaba. Él parecía tomarse todo con naturalidad, mientras yo no sabía dónde meterme. Los enormes pechos de mi tia se apoderaban de mis curiosos ojos. Ella seguía en lo suyo, disfrutando la noche y el calor sofocante como si estuviéramos en una playa paradisíaca y no en el patio de su casa en Córdoba.
— ¡Basta, tía! — dije tratando de reírme para disimular la incomodidad.
Ella simplemente se encogió de hombros y tomó otro sorbo de su cerveza antes de señalar la pelopincho.
— Me voy a meter un rato. No aguanto más este calor.
Se puso de pie con total desenfado, sin acomodarse y caminó hasta la pileta. Sus pechos continuaban descubiertos, balanceándose con cada paso, sin que pareciera importarle. Se agachó para probar la temperatura del agua y, por la postura, su tanga diminuta se hundió aún más entre sus cachetes.
— ¡Ay, qué rico está! Vengan, métanse, en serio, les va a hacer bien.
Antes de recibir una respuesta, se dejó caer dentro de la pileta, sumergiéndose completamente. Cuando emergió, el agua recorría cada parte de su cuerpo, resbalando por sus pezones endurecidos por el contraste de temperatura. Se pasó las manos por el cuello y los brazos, estremeciéndose.
— Dale, nena, si total ya estás toda mojada por el calor,veni— insistió
Suspiré y asentí. Caminé hasta la pileta sintiendo en mi espalda la mirada atenta de Hugo. Él venía detrás mío. Cuando llegué al borde, dudé un segundo más antes de sentarme y sumergir las piernas en el agua fría. Un escalofrío me recorrió el cuerpo entero.
— ¡Está fria! — protesté.
Hugo se rió.
— Mejor así— me dijo al pasar.
No dudó en meterse de un solo movimiento, recostandose hasta el cuello. Cuando emergió, el agua recorría cada línea de su pecho y abdomen, resaltando su peludo cuerpo. Pero lo que más llamó mi atención fue la tela mojada de su bóxer gris, que se pegó completamente a su piel, marcando su enorme bulto de una manera casi obscena. Intenté desviar la mirada, pero mis ojos se quedaron atrapados en la imagen por un segundo de más.
Me mordí el labio y finalmente me metí, me senté y me hundí un poco más en el agua, sintiendo cómo la tela mojada de mi ropa interior se adhería a mi piel y lo mismo con mi remerita. En ese momento, Hugo se acerco hasta mí.
— ¿Mejor, no? — murmuró, con una sonrisa intimidante.
Asentí, pero mi respiración ya estaba alterada, y no era precisamente por el calor.
Mi tía nos observaba mientras el agua cubría sus pechos por la mitad.
— asustas a la nena Hugo! veni para aca- ordeno mi tía entre risas
El dio unos pasos, gateando, en la pelopincho y se ubicó junto a ella, pasando uno de sus brazos por detrás, abrazándola, dejando caer su mano sobre el pecho descubierto. Acariciándola.
—ay si, haceme así que me gusta, me relaja- dijo ella mientras apoyaba su cabeza contra el caño de la pileta. — que hermosa esta el agua, como refresca- suspiro.
Hugo no me quitaba los ojos de encima. Yo había metido casi la totalidad de mi cuerpo en el agua, apenas descubierta la mitad de mi cara, para poder respirar.
El agua seguía deslizándose por la piel de mi tía mientras Hugo la acariciaba con naturalidad. Su mano recorría con calma el contorno de su pecho, apretándolo suavemente, mientras ella cerraba los ojos y suspiraba con evidente placer.
Yo seguía hundida en el agua, mi respiración entrecortada y mi piel erizada por algo más que la temperatura del agua. No podía apartar la vista. La forma en que las manos de Hugo se deslizaban sobre el cuerpo de mi tía despertaban en mí una mezcla de sensaciones que me resultaban difíciles de procesar.
—Mmm… así, sí… —murmuró mi tía, mientras inclinaba la cabeza hacia atrás nuevamente, ofreciéndole su cuello a Hugo.
—Que hermosa noche —susurró él contra su piel antes de morderle suavemente el lóbulo de la oreja.
Ella sonrió con picardía, entreabriendo los labios. Su respiración era profunda, como si cada roce de Hugo la encendiera aún más.
— mmmm siii…– apenas pudo decir ella
La mano libre de Hugo se sumergió bajo el agua, recorriendo lentamente el vientre de mi tía hasta deslizarse entre sus muslos. Parecían haberse olvidado que yo estaba frente a ellos. Ella dejó escapar un jadeo más pronunciado, separando ligeramente las piernas para recibir a sus dedos. La imagen era tan cruda y excitante que un escalofrío me recorrió entera.
Intenté apartar la mirada, pero mis ojos parecían imantados hacia la escena frente a mí. La forma en que sus cuerpos se movían con lentitud, los susurros entre ellos, el leve sonido del agua salpicando… Todo se volvía más intenso a cada segundo.
—No te escondas tanto, nena… —la voz de mi tía me sacó de mi trance.
Levanté la vista de inmediato y me encontré con sus ojos fijos en mí. Sonreía de lado, como si pudiera ver más allá de lo que yo intentaba ocultar.
—Vení aca —susurró, palmeando el agua suavemente con una mano
La invitacion de mi tía me descolocó completamente, ¿acaso sabía de lo que había pasado con Hugo?
Mi corazón latía con fuerza. Hugo también me observaba. La tensión era insoportable, una mezcla de vergüenza, deseo y adrenalina. Sabía que cruzar esa distancia significaba rendirme por completo a la situación, y una parte de mí lo anhelaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.
— Dale pipu, no seas tímida —insistió, deslizando una mano por el pecho de Hugo.
Mi piel ardía, mi cuerpo entero reaccionaba al ambiente cargado de deseo. Me mordí el labio con nerviosismo, pero mi tía sonrió con complicidad.
—Relájate —murmuró Hugo, con una voz gruesa y envolvente—. Estamos acá para disfrutar de la noche…
El aire se volvió más denso, el deseo flotaba entre nosotros. Y yo, sin apenas darme cuenta, di un paso más hacia ellos.
El agua fría contrastaba con el calor de nuestros cuerpos. Mi respiración estaba entrecortada, el corazón me latía a mil y el deseo me consumía. Sentía el calor entre las piernas, la piel electrificada mientras acortaba la distancia entre nosotros.
Me ubique a la derecha de Hugo, él estaba en el medio, su cuerpo mojado, con el agua escurriéndose por su torso. Mi tía me miró con una sonrisa pícara. Volteo suavemente su cuerpo y sus enormes tetas, mojadas, brillantes se apretaban contra el pecho de Hugo.
—te animaste pipu… — dijo sonriendo, pegándose más a Hugo, dejando que su piel caliente se fundiera con la de él.
Él sonrió, excitado, recorriendo nuestros cuerpos con las manos, bajando por nuestras espaldas, sintiéndonos, marcando el ritmo de lo que venía. Nos tomó por la cintura. Mi tia se mordía el labio mientras miraba la evidente erección de Hugo que emergía sobre la superficie.
—apa… y eso? quiere salir me parece —susurró ella, sin perder su tono travieso.
Con lentitud, sus manos deslizaron el boxer hasta liberarla. Él gruñó cuando su verga quedó completamente libre, dura, gruesa, latiendo en el agua. Ella soltó una risa sucia y pasó los dedos por todo el tronco, sintiendo el calor de su piel.
—Mmm… mirá esto pipu… —susurró, mirándome con picardía — ¿te gusta? ¿Te animas?— insistió.
La situación había escalado a un punto donde no había marcha atrás, y todo había ocurrido con una naturalidad increíble.
Mi respiración se aceleró más cuando mi mano se encontró con la de ella en la base de la verga. Mi tia comenzó a masturbarlo con movimientos lentos, sensuales, disfrutando cada segundo, mientras yo la seguía, sintiendo el grosor caliente y palpitante entre mis dedos.
—mmmmmm— Hugo soltó un gemido ronco, echando la cabeza hacia atrás, mientras nuestras manos trabajaban juntas en su pija. Ella le apretó la base, obligándolo a soltar un gruñido más fuerte.
— ¿te gusta que te aprete no? hijo de puta, mirá cómo late pipu… —murmuró, con la boca entreabierta, deseandolo—. Se muere por acabar, pero vamos a hacerlo sufrir un poquito, ¿si?
Yo asentí, mi propia entrepierna palpitando de solo verlo. Hugo nos miró con los ojos encendidos de deseo.
Bajo el agua, su mano siguió bajando por mi espalda hasta colarse en mi bombachita para buscar mi conchita y hurgarla de a poco.
—mmmm que hijas de puta —soltó con voz grave.
Mi tia soltó una carcajada y aumentó el ritmo. Yo seguí sus movimientos, sintiendo la dureza resbalar entre nuestros dedos mojados. Hugo arqueó su espalda, elevando más su pelvis, dejando la pija completamente fuera del agua, la cabeza cayendo hacia atrás mientras su respiración se volvía errática.
— nos vas a dar la lechita— provocaba ella
— mmm si, sigan, siiii- relinchaba él
— mmm que pija hermosa tenes hijo de puta— murmuró ella mientras aceleraba el ritmo
—mmmm…. así, así… sigan así, putas —gruñó, clavando los dedos en nuestras conchitas.
Mi tía se acercó más a él, con sus enormes tetas rozando su costado
—Dale, bebé… Acabá para nosotras, danos la lechita —susurró, apretando más fuerte.
Un escalofrío recorrió su cuerpo, su verga palpitó con fuerza y, con un gemido profundo, el primer chorro caliente de su semen saltó con potencia, bañando su propio pecho y abdomen.
—-mmmmmmmmm, siiiiiiiiiiiii— mientras tensionaba todos sus musculos
Más gotas gruesas salieron disparadas, resbalando por su piel mojada.
—Mmm… mirá toda esta leche —ronroneó mi tia, con los ojos encendidos de lujuria.
El pecho le había quedado cubierto de semen espeso, su cuerpo entero convulsionaba de placer.
—-mmmmmmmmm— continuaba él.
Ella lo observó, sedienta y sin dudarlo, se inclinó y sacó la lengua, recogiendo parte del semen con una lentitud provocadora, mirándome fijo mientras lo hacía. Continuó lamiendo hasta recogerlo todo. Sin dejar restos, me mostró lo que había atrapado en su boca y jugó con él, moviéndolo sobre su lengua.
—Vení, probá —murmuró con una sonrisa.
Mi cuerpo ardía. Él continuaba tocandome bajo el agua. Sin pensarlo, me acerqué a ella y nuestras bocas se encontraron en un beso caliente, desesperado. Sus labios estaban impregnados con el sabor de Hugo, y el morbo me recorrió entera. Nos besamos con hambre, nuestras lenguas mezclándose compartiendo la leche Hugo, mientras nuestras manos seguían acariciando su cuerpo aún tembloroso. Era la primera vez que me besaba así con una mujer, y era mi tía.
La noche nos envolvía, y la pileta se convirtió en nuestro propio escenario de lujuria desenfrenada...
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Durante los días siguientes me mantuve distante con Hugo, la culpa me había invadido. Había traicionado la confianza de mi tía, me sentía horrible. Hasta pensé en volverme a Buenos aires. Con el pasar de los días la culpa fue disminuyendo y de a poco comencé a disfrutar nuevamente de Córdoba. Aunque cada vez que la veía me sentía un poco mal.
Era sábado por la noche y el calor sofocante que hacía no me dejaba dormir. Tenía puesta una remerita blanca y una bombachita con detalles en celeste, el ventilador parecía calentar más el aire de la habitación. La humedad que había me dificultaba incluso respirar, estaba hecha agua.
Eran alrededor de las 12 de la noche cuando la luz se cortó! Ahora sí era un infierno, el vaso de agua que me había servido estaba intomable, la ropa se me pegaba al cuerpo, me iba a ser imposible poder pegar un ojo. En ese momento oí pasos y voces afuera. Al parecer eran Hugo y mi Tía armando unas reposeras y destapando unas cervezas. El corte de luz y el calor los habían obligado a salir.
En el silencio de la noche sus voces solo me dificultaban mas el poder dormirme. Sus risas me distraian. Iba a ser una noche larga. Fue en ese momento que aproveché para ir a la cocina y servirme un nuevo vaso de agua fresca. Lo hice rápido para que nadie pudiera verme ya que mi ropa estaba prácticamente transparente por el sudor. Tan apurada y concentrada estaba en no emitir sonido que de repente la luz volvió por un segundo y me asusté.
— ayyyyyy-
— pipu estas bien???- Mi tía inmediatamente alzó la voz desde afuera.
— si tia, perdon, me asuste, me estaba sirviendo un vaso de agua-
— no te podes dormir?-
— nooo, hace mucho calor-
— porque no venis un rato con nosotros afuera, está corriendo un poco de aire, estamos tomando unas cervecitas bien heladas-
En los últimos días no había compartido mucho con ella, y me sentía mal negando la invitación…
— ok tia, pero espera que me voy a cambiar-
— no hace falta pipu veni asi como estas- insistió
— pero estoy en pijama!-
— veni igual nena, apenas se ve acá fuera, ademas que te vas a poner si hace un calor bárbaro- volvió a insistir
Supuse que habría poca visibilidad así que terminé saliendo con mi vasito y mi pijama.
Di varios pasos hasta donde estaban ellos. al verlos me quede helada! La luna los iluminaba perfectamente y si bien Hugo solo estaba con unos boxers grises no era él quien me había llamado completamente la atención sino mi tía. Se encontraba tirada sobre la reposera, con un conjunto de lencería roja, transparente, el corpiño apenas contenía sus enormes tetas y la tanga por delante era un triangulito mínimo, que apenas cubria su vello en la zona del pubis, no pude disimular mi sorpresa al verla. Demás está decir que ambos estaban completamente sudados.
— que calor nena!- exclamó mi tía. — agarrate una reposera de allá y vení a sentarte-
La vergüenza me había invadido por completo, ellos parecían no inmutarse con mis transparencias, lo hacían parecer natural pero nunca había visto a mi tía así, y se suponía que tampoco a Hugo.
Con el paso de los minutos la vergüenza fue disminuyendo y la naturalidad de la situación se iba afianzando.
— queres una cervecita pipu?-
— gracias tía pero no tomó-
— un porrito? señalando a la pequeña mesa que se encontraba en el jardín.
— ¡No tía!! menos!- dije sorprendida.
— dale che! no están tus viejos aca, liberate un poco-
No era la primera cerveza que tomaban y a mi tía se le notaba bastante desinhibida, más de lo que habitualmente está.
— no podes ser tan correcta en todo pipu- mientras habría otra cerveza. Hugo nos observaba mientras bebía su latita.
— es que no me gusta tia, de verdad, sino tomaría- respondí
— ¡Hay Dios! esta chica-
— bueno, por suerte no salió a su tía- Dijo Hugo, entre risas.
— callate vos, no la defiendas- mientras se hacía un rodete en el pelo y una de sus tetas se liberaba del corpiño.
— tía!- Intente advertirle pero Hugo casi al instante posó su mano sobre el pecho cubriendo su pezón marroncito.
— ayyy que fría tenes la mano- exclamó.
Hugo había soltado la latita para cubrirla por lo que la palma de su mano estaba helada.
Intentó retirarla…
—- nooo, no la saques, me refresca- dijo ella.
— pero…..- balbuceo Hugo.
— pero nada, dejala ahi- mientras sus dos manos terminaban de acomodar su pelo.
— ya está?- preguntó él, riendo..
— No nene, te dije que me refresca, haceme en la otra también- mientras descubria su otro pecho.
La risa de Hugo me desconcertaba. Él parecía tomarse todo con naturalidad, mientras yo no sabía dónde meterme. Los enormes pechos de mi tia se apoderaban de mis curiosos ojos. Ella seguía en lo suyo, disfrutando la noche y el calor sofocante como si estuviéramos en una playa paradisíaca y no en el patio de su casa en Córdoba.
— ¡Basta, tía! — dije tratando de reírme para disimular la incomodidad.
Ella simplemente se encogió de hombros y tomó otro sorbo de su cerveza antes de señalar la pelopincho.
— Me voy a meter un rato. No aguanto más este calor.
Se puso de pie con total desenfado, sin acomodarse y caminó hasta la pileta. Sus pechos continuaban descubiertos, balanceándose con cada paso, sin que pareciera importarle. Se agachó para probar la temperatura del agua y, por la postura, su tanga diminuta se hundió aún más entre sus cachetes.
— ¡Ay, qué rico está! Vengan, métanse, en serio, les va a hacer bien.
Antes de recibir una respuesta, se dejó caer dentro de la pileta, sumergiéndose completamente. Cuando emergió, el agua recorría cada parte de su cuerpo, resbalando por sus pezones endurecidos por el contraste de temperatura. Se pasó las manos por el cuello y los brazos, estremeciéndose.
— Dale, nena, si total ya estás toda mojada por el calor,veni— insistió
Suspiré y asentí. Caminé hasta la pileta sintiendo en mi espalda la mirada atenta de Hugo. Él venía detrás mío. Cuando llegué al borde, dudé un segundo más antes de sentarme y sumergir las piernas en el agua fría. Un escalofrío me recorrió el cuerpo entero.
— ¡Está fria! — protesté.
Hugo se rió.
— Mejor así— me dijo al pasar.
No dudó en meterse de un solo movimiento, recostandose hasta el cuello. Cuando emergió, el agua recorría cada línea de su pecho y abdomen, resaltando su peludo cuerpo. Pero lo que más llamó mi atención fue la tela mojada de su bóxer gris, que se pegó completamente a su piel, marcando su enorme bulto de una manera casi obscena. Intenté desviar la mirada, pero mis ojos se quedaron atrapados en la imagen por un segundo de más.
Me mordí el labio y finalmente me metí, me senté y me hundí un poco más en el agua, sintiendo cómo la tela mojada de mi ropa interior se adhería a mi piel y lo mismo con mi remerita. En ese momento, Hugo se acerco hasta mí.
— ¿Mejor, no? — murmuró, con una sonrisa intimidante.
Asentí, pero mi respiración ya estaba alterada, y no era precisamente por el calor.
Mi tía nos observaba mientras el agua cubría sus pechos por la mitad.
— asustas a la nena Hugo! veni para aca- ordeno mi tía entre risas
El dio unos pasos, gateando, en la pelopincho y se ubicó junto a ella, pasando uno de sus brazos por detrás, abrazándola, dejando caer su mano sobre el pecho descubierto. Acariciándola.
—ay si, haceme así que me gusta, me relaja- dijo ella mientras apoyaba su cabeza contra el caño de la pileta. — que hermosa esta el agua, como refresca- suspiro.
Hugo no me quitaba los ojos de encima. Yo había metido casi la totalidad de mi cuerpo en el agua, apenas descubierta la mitad de mi cara, para poder respirar.
El agua seguía deslizándose por la piel de mi tía mientras Hugo la acariciaba con naturalidad. Su mano recorría con calma el contorno de su pecho, apretándolo suavemente, mientras ella cerraba los ojos y suspiraba con evidente placer.
Yo seguía hundida en el agua, mi respiración entrecortada y mi piel erizada por algo más que la temperatura del agua. No podía apartar la vista. La forma en que las manos de Hugo se deslizaban sobre el cuerpo de mi tía despertaban en mí una mezcla de sensaciones que me resultaban difíciles de procesar.
—Mmm… así, sí… —murmuró mi tía, mientras inclinaba la cabeza hacia atrás nuevamente, ofreciéndole su cuello a Hugo.
—Que hermosa noche —susurró él contra su piel antes de morderle suavemente el lóbulo de la oreja.
Ella sonrió con picardía, entreabriendo los labios. Su respiración era profunda, como si cada roce de Hugo la encendiera aún más.
— mmmm siii…– apenas pudo decir ella
La mano libre de Hugo se sumergió bajo el agua, recorriendo lentamente el vientre de mi tía hasta deslizarse entre sus muslos. Parecían haberse olvidado que yo estaba frente a ellos. Ella dejó escapar un jadeo más pronunciado, separando ligeramente las piernas para recibir a sus dedos. La imagen era tan cruda y excitante que un escalofrío me recorrió entera.
Intenté apartar la mirada, pero mis ojos parecían imantados hacia la escena frente a mí. La forma en que sus cuerpos se movían con lentitud, los susurros entre ellos, el leve sonido del agua salpicando… Todo se volvía más intenso a cada segundo.
—No te escondas tanto, nena… —la voz de mi tía me sacó de mi trance.
Levanté la vista de inmediato y me encontré con sus ojos fijos en mí. Sonreía de lado, como si pudiera ver más allá de lo que yo intentaba ocultar.
—Vení aca —susurró, palmeando el agua suavemente con una mano
La invitacion de mi tía me descolocó completamente, ¿acaso sabía de lo que había pasado con Hugo?
Mi corazón latía con fuerza. Hugo también me observaba. La tensión era insoportable, una mezcla de vergüenza, deseo y adrenalina. Sabía que cruzar esa distancia significaba rendirme por completo a la situación, y una parte de mí lo anhelaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.
— Dale pipu, no seas tímida —insistió, deslizando una mano por el pecho de Hugo.
Mi piel ardía, mi cuerpo entero reaccionaba al ambiente cargado de deseo. Me mordí el labio con nerviosismo, pero mi tía sonrió con complicidad.
—Relájate —murmuró Hugo, con una voz gruesa y envolvente—. Estamos acá para disfrutar de la noche…
El aire se volvió más denso, el deseo flotaba entre nosotros. Y yo, sin apenas darme cuenta, di un paso más hacia ellos.
El agua fría contrastaba con el calor de nuestros cuerpos. Mi respiración estaba entrecortada, el corazón me latía a mil y el deseo me consumía. Sentía el calor entre las piernas, la piel electrificada mientras acortaba la distancia entre nosotros.
Me ubique a la derecha de Hugo, él estaba en el medio, su cuerpo mojado, con el agua escurriéndose por su torso. Mi tía me miró con una sonrisa pícara. Volteo suavemente su cuerpo y sus enormes tetas, mojadas, brillantes se apretaban contra el pecho de Hugo.
—te animaste pipu… — dijo sonriendo, pegándose más a Hugo, dejando que su piel caliente se fundiera con la de él.
Él sonrió, excitado, recorriendo nuestros cuerpos con las manos, bajando por nuestras espaldas, sintiéndonos, marcando el ritmo de lo que venía. Nos tomó por la cintura. Mi tia se mordía el labio mientras miraba la evidente erección de Hugo que emergía sobre la superficie.
—apa… y eso? quiere salir me parece —susurró ella, sin perder su tono travieso.
Con lentitud, sus manos deslizaron el boxer hasta liberarla. Él gruñó cuando su verga quedó completamente libre, dura, gruesa, latiendo en el agua. Ella soltó una risa sucia y pasó los dedos por todo el tronco, sintiendo el calor de su piel.
—Mmm… mirá esto pipu… —susurró, mirándome con picardía — ¿te gusta? ¿Te animas?— insistió.
La situación había escalado a un punto donde no había marcha atrás, y todo había ocurrido con una naturalidad increíble.
Mi respiración se aceleró más cuando mi mano se encontró con la de ella en la base de la verga. Mi tia comenzó a masturbarlo con movimientos lentos, sensuales, disfrutando cada segundo, mientras yo la seguía, sintiendo el grosor caliente y palpitante entre mis dedos.
—mmmmmm— Hugo soltó un gemido ronco, echando la cabeza hacia atrás, mientras nuestras manos trabajaban juntas en su pija. Ella le apretó la base, obligándolo a soltar un gruñido más fuerte.
— ¿te gusta que te aprete no? hijo de puta, mirá cómo late pipu… —murmuró, con la boca entreabierta, deseandolo—. Se muere por acabar, pero vamos a hacerlo sufrir un poquito, ¿si?
Yo asentí, mi propia entrepierna palpitando de solo verlo. Hugo nos miró con los ojos encendidos de deseo.
Bajo el agua, su mano siguió bajando por mi espalda hasta colarse en mi bombachita para buscar mi conchita y hurgarla de a poco.
—mmmm que hijas de puta —soltó con voz grave.
Mi tia soltó una carcajada y aumentó el ritmo. Yo seguí sus movimientos, sintiendo la dureza resbalar entre nuestros dedos mojados. Hugo arqueó su espalda, elevando más su pelvis, dejando la pija completamente fuera del agua, la cabeza cayendo hacia atrás mientras su respiración se volvía errática.
— nos vas a dar la lechita— provocaba ella
— mmm si, sigan, siiii- relinchaba él
— mmm que pija hermosa tenes hijo de puta— murmuró ella mientras aceleraba el ritmo
—mmmm…. así, así… sigan así, putas —gruñó, clavando los dedos en nuestras conchitas.
Mi tía se acercó más a él, con sus enormes tetas rozando su costado
—Dale, bebé… Acabá para nosotras, danos la lechita —susurró, apretando más fuerte.
Un escalofrío recorrió su cuerpo, su verga palpitó con fuerza y, con un gemido profundo, el primer chorro caliente de su semen saltó con potencia, bañando su propio pecho y abdomen.
—-mmmmmmmmm, siiiiiiiiiiiii— mientras tensionaba todos sus musculos
Más gotas gruesas salieron disparadas, resbalando por su piel mojada.
—Mmm… mirá toda esta leche —ronroneó mi tia, con los ojos encendidos de lujuria.
El pecho le había quedado cubierto de semen espeso, su cuerpo entero convulsionaba de placer.
—-mmmmmmmmm— continuaba él.
Ella lo observó, sedienta y sin dudarlo, se inclinó y sacó la lengua, recogiendo parte del semen con una lentitud provocadora, mirándome fijo mientras lo hacía. Continuó lamiendo hasta recogerlo todo. Sin dejar restos, me mostró lo que había atrapado en su boca y jugó con él, moviéndolo sobre su lengua.
—Vení, probá —murmuró con una sonrisa.
Mi cuerpo ardía. Él continuaba tocandome bajo el agua. Sin pensarlo, me acerqué a ella y nuestras bocas se encontraron en un beso caliente, desesperado. Sus labios estaban impregnados con el sabor de Hugo, y el morbo me recorrió entera. Nos besamos con hambre, nuestras lenguas mezclándose compartiendo la leche Hugo, mientras nuestras manos seguían acariciando su cuerpo aún tembloroso. Era la primera vez que me besaba así con una mujer, y era mi tía.
La noche nos envolvía, y la pileta se convirtió en nuestro propio escenario de lujuria desenfrenada...
10 comentarios - Mi tia y su nuevo novio - Capitulo 2