Yo era nuevo en el laburo, un pendejito de 21 años, y para pagar el derecho de piso me dieron el horario de 8 de la noche a 2 de la madrugada.
Compartía parte de ese horario con el sereno, que entraba a las 11 de la noche hasta el otro día.
Mi función era ordenar el archivo y dejar preparada las bolsas con la documentación que saldrían por la mañana.
El viejo Pedro, el sereno, tenía 60 años, era grandote, manos inmensas y bastante calentón.
Con los días comenzamos a pasar más tiempo juntos y charlar de mil cosas, pero principalmente de sexo.
Un día, después de varios meses, trajo una revista porno ( no existía el teléfono celular en ese entonces).
La tiró sobre un escritorio y se tocaba el bulto mientras pasaba las hojas y me preguntaba cuál me gustaba más.
En una de las fotos de la revista, un tipo le acomodaba la pija a otro en la entrada del culo de una mina.
Pedro sacó la pija y empezó a pajearse y me preguntó si esa imagen me calentaba, que si tenía ganas yo también lo hiciera.
La verdad estaba caliente, así que me bajé el pantalón y la saqué.
Pedro tiró un silbido y agarrándomela me empezó a pajear.
"Agarrame la verga, dale...es gruesa pero no tan grande como la tuya !!!.. mirá el flaquito, pura pija resultó" y se acomodó sentándose sobre el escritorio.
La revista ya no era el motivo, que nos pajeáramos el uno al otro era el incentivo.
Pedro empezó a respirar fuerte y largó un chorro de leche que resbaló en mi mano, cayendo un poco en el piso.
Sacudí hasta que no salieron gotas y apretándome los huevos me dijo que me iba a hacer acabar...y al rato yo también escupí
Nos limpiamos y seguimos conversando como si nada.
Varios días repetimos las pajas cruzadas, ya directamente sin necesidad de una revista.
Una noche, Pedro me dijo que estaba muy caliente y que si yo también lo hacía, me chupaba la pija.
Me acomodé en el sillón y mi compañero, arrodillado, comenzó a pasarle la lengua y chupar.
El viejo era un artista del pete, chupaba, se la pasaba por la cara, la llenaba de saliva ...era su vicio evidentemente por las ganas que le ponía.
Mientras peteaba, se pajeaba, por lo que acabó antes que yo... igualmente se tomó hasta la última gota, y después de limpiarla con su lengua me dijo que la próxima me tocaba a mí, que hoy ya no podría pararla más.
Nunca se la chupé... Todos los días fue él quien se arrodilló.
Una noche intenté cogerlo, pero le dolía y no entraba.
Al año me cambiaron de turno y Pedro me la chupaba en el auto, algunos días en que yo lo esperaba en la plaza, antes de que comenzara su turno.
Cada vez fueron más distanciados nuestros encuentros hasta que no lo hicimos más.
Sólo repetimos una vez para la fiesta de fin de año que organizó la empresa, y esa vez lo cogí y le sangró el culo. Me dijo que se dejaba como despedida.
Casi un año me deslechó con la mano y la boca, para llevarse de premio varios chorros de leche como recuerdo en su cola.
Compartía parte de ese horario con el sereno, que entraba a las 11 de la noche hasta el otro día.
Mi función era ordenar el archivo y dejar preparada las bolsas con la documentación que saldrían por la mañana.
El viejo Pedro, el sereno, tenía 60 años, era grandote, manos inmensas y bastante calentón.
Con los días comenzamos a pasar más tiempo juntos y charlar de mil cosas, pero principalmente de sexo.
Un día, después de varios meses, trajo una revista porno ( no existía el teléfono celular en ese entonces).
La tiró sobre un escritorio y se tocaba el bulto mientras pasaba las hojas y me preguntaba cuál me gustaba más.
En una de las fotos de la revista, un tipo le acomodaba la pija a otro en la entrada del culo de una mina.
Pedro sacó la pija y empezó a pajearse y me preguntó si esa imagen me calentaba, que si tenía ganas yo también lo hiciera.
La verdad estaba caliente, así que me bajé el pantalón y la saqué.
Pedro tiró un silbido y agarrándomela me empezó a pajear.
"Agarrame la verga, dale...es gruesa pero no tan grande como la tuya !!!.. mirá el flaquito, pura pija resultó" y se acomodó sentándose sobre el escritorio.
La revista ya no era el motivo, que nos pajeáramos el uno al otro era el incentivo.
Pedro empezó a respirar fuerte y largó un chorro de leche que resbaló en mi mano, cayendo un poco en el piso.
Sacudí hasta que no salieron gotas y apretándome los huevos me dijo que me iba a hacer acabar...y al rato yo también escupí
Nos limpiamos y seguimos conversando como si nada.
Varios días repetimos las pajas cruzadas, ya directamente sin necesidad de una revista.
Una noche, Pedro me dijo que estaba muy caliente y que si yo también lo hacía, me chupaba la pija.
Me acomodé en el sillón y mi compañero, arrodillado, comenzó a pasarle la lengua y chupar.
El viejo era un artista del pete, chupaba, se la pasaba por la cara, la llenaba de saliva ...era su vicio evidentemente por las ganas que le ponía.
Mientras peteaba, se pajeaba, por lo que acabó antes que yo... igualmente se tomó hasta la última gota, y después de limpiarla con su lengua me dijo que la próxima me tocaba a mí, que hoy ya no podría pararla más.
Nunca se la chupé... Todos los días fue él quien se arrodilló.
Una noche intenté cogerlo, pero le dolía y no entraba.
Al año me cambiaron de turno y Pedro me la chupaba en el auto, algunos días en que yo lo esperaba en la plaza, antes de que comenzara su turno.
Cada vez fueron más distanciados nuestros encuentros hasta que no lo hicimos más.
Sólo repetimos una vez para la fiesta de fin de año que organizó la empresa, y esa vez lo cogí y le sangró el culo. Me dijo que se dejaba como despedida.
Casi un año me deslechó con la mano y la boca, para llevarse de premio varios chorros de leche como recuerdo en su cola.
5 comentarios - Paja cruzada y más...