Lucía estaba tirada en el sillón esa tarde de domingo, con el ventilador zumbando y una cerveza fría en la mano. Después del encuentro con Camila el sábado, se había quedado con una sensación rara pero copada, como si algo se hubiera abierto entre ellas.
El celular vibró en la mesa, y cuando lo agarró, vio un mensaje de Camila: “Che, Lu, ¿qué hacés? Todavía estoy pensando en ayer, ja”. Lucía sonrió, dejando la birra a un lado. No se esperaba que su prima le escribiera tan pronto, menos con ese tono. Tipeó rápido: “Acá, tirada como perro. Y vos? ¿Qué te quedó dando vueltas?”.
La respuesta llegó en segundos: “No sé, lo del beso ese. Fue raro pero zarpado, no?”. Lucía se rio sola, sintiendo un calor leve subiéndole por el pecho. “Sí, un toque loco. Pero estuvo bueno, no voy a mentir”, contestó, dejando que la charla tomara su rumbo.
Camila mandó un emoji de risita y siguió: “Me quedé con ganas de más, te digo la posta. No pensé que me iba a prender tanto”. Lucía arqueó una ceja, el pulso acelerándose un poco. “¿Ah, sí? ¿Y qué querías hacer, Cami?”, escribió, tirándole la pelota con una sonrisa traviesa.
La respuesta tardó un cachito más, como si Camila estuviera pensando bien qué decir: “No sé, tocarte más. Sentí esa tanguita húmeda y me tenté, ja. ¿Vos qué pensaste?”. Lucía se mordió el labio, el recuerdo del roce en el muslo de Camila volviéndole claro. “Pensé en bajarte el vestido y meterte mano posta. Lástima que paramos”, contestó, subiendo la apuesta.
El chat se puso más caliente de golpe. Camila escribió: “Uh, ahora me dejás pensando cómo sería. Te imaginaste chupándome las tetas o algo así?”. Lucía sintió el calor bajarle por la panza y tipeó sin filtro: “Obvio, y vos gimiendo como loca mientras te las apretaba. ¿Vos qué me harías?”. La respuesta llegó rápida: “Te sacaba los shorts y te metía los dedos hasta que me pidas parar. Todavía me acuerdo de cómo gemiste ayer”.
Lucía se acomodó en el sillón, las piernas inquietas mientras la charla la prendía cada vez más. “Seguí así y me voy a calentar posta, Cami. Ese gemido fue poco, si me agarrás bien te hago gritar”, escribió, dejando que la imaginación volara. Camila contestó con un “Ja, me encantaría verlo. Estoy sola ahora, pensando en eso. ¿Y vos?”.
“Acá, tomando algo y con mucho calor estaba media emboladada, pero ya me tenés pensando pavadas”, respondió Lucía, sintiendo cómo el ambiente cambiaba. La conversación iba para largo, y el tono subía sin freno. “¿Qué harías si estuviera ahí ahora?”, tiró, dándole pie.
Camila no se achicó: “Te tiraba en el sillón, te sacaba la remera y te lamía todo el cuello mientras te tocaba abajo. ¿Y vos?”. Lucía se imaginó la escena y escribió: “Te arrancaba el vestido ese finito y te comía las tetas hasta que te retuerzas. Después te bajaba la tanga y te hacía lo mismo con la lengua”. El “Jajaja, dios Lu, sos un fuego” de Camila llegó con un emoji de diablito, y la cosa se puso todavía más picante.
“Vos también, Cami. Me dejaste caliente ayer y ahora seguís”, contestó Lucía, con una mano apoyada en el muslo como si quisiera calmarse. Camila tardó un segundo más y mandó: “Che, hablando de esto… ¿qué dirías si te propongo algo zarpado? Tipo un trío con mi novio. Siempre fantaseamos con sumar a alguien, y vos… bueno, vos serías perfecta”.
Lucía parpadeó, dejando el celu un segundo en el sillón. ¿Un trío? No se lo esperaba, pero la idea le dio una vuelta en la cabeza que no estaba segura de querer parar. Camila tenía novio, Manu, un flaco que había visto alguna vez en fotos: alto, morocho, con pinta de guacho piola. Pensar en los dos juntos, con ella en el medio, le subió el calor hasta la nuca. Agarró el celular y tipeó: “¿En serio, Cami? No sé si estoy lista para eso, pero no te voy a decir que no me tienta. ¿Cómo sería?”.
Camila respondió rápido: “Nada serio, Lu, puro juego. Manu es un fuego en la cama, y conmigo ahí sería una locura. Te comeríamos entre los dos, ja. Pensalo, sin presión”. Lucía se rio, nerviosa pero intrigada. “Sos mas zarpadita de lo que me imaginaba, Cami. No digo que no, pero dejame masticarlo. Igual, seguí contándome qué me harían, a ver si me convencés”, escribió, dejando la puerta abierta.
“Ja, ok. Imaginate: yo chupándote las tetas mientras Manu te mete mano por atrás. Después te das vuelta y él te coge mientras yo te miro y me toco. ¿Qué tal?”, mandó Camila. Lucía sintió un cosquilleo abajo y contestó: “La puta, Cami, me vendiste el trailer entero. Capaz que sí, pero no prometo nada todavía. Igual, esto me dejó caliente al pedo, ja”.
Camila cerró con un “Pensalo, Lu. Si te animás, armamos. Y si no, igual seguimos charlando así, que está zarpado”. Lucía dejó el celu en la mesa, todavía con una sonrisa y el cuerpo inquieto. La propuesta de Camila le daba vueltas en la cabeza, y aunque no sabía si iba a decir que sí, la idea de ese trío con su prima y Manu no se le iba a borrar fácil.
Lucía se despertó el lunes con el cuerpo todavía zumbando de la charla del domingo.
La propuesta de Camila —un trío con ella y su novio Manu— le había dado vueltas toda la noche. No era solo el morbo de imaginarse con su prima otra vez, sino sumar a un tercero, un flaco que, por lo que había visto en fotos, tenía lo suyo. Lucía se sentó en la cama, con el café humeando en la mesita, y abrió el chat. El último mensaje de Camila seguía ahí: “Pensalo, Lu. Si te animás, armamos”. Sonrió, el pulso acelerándosele un poco, y empezó a tipear.
“Che, Cami, ya está. Me convenciste, loca. Hagamos ese trío, pero contame más que me dejaste caliente ayer”, escribió, tirando la primera piedra con una sonrisa traviesa. La respuesta llegó rápido, como si Camila estuviera esperando: “¡Lu! ¿En serio? Ay, me muero. ¿Qué querés saber? Vas a ver que la vamos a pasar bien”.
Lucía se acomodó contra la almohada, sintiendo el calor subiéndole ya por las piernas. “Todo, Cami. Cómo me van a hacer mierda entre vos y Manu. Dale, pintame el cuadro”, contestó, dejando que la calentura guiara los dedos, y no solo con los que escribia sino que su otra mano ya se posaba suavemente sobre su entrepierna.
Camila no se hizo rogar: “Ok, preparate. Imaginate: vos en el medio de la cama, yo chupándote las tetas despacito mientras Manu te besa el cuello y te mete una mano entre las piernas. ¿Qué tal?”.
Lucía cerró los ojos un segundo, el cuerpo reaccionando a lo que leia y a las caricias de su mano. “Uff, Cami, arrancamos fuerte. Me gusta. Yo te agarro el culo mientras él me toca, y después te bajo la tanga con los dientes. ¿Seguimos?”, escribió, subiendo la apuesta. Camila mandó un emoji de diablito y siguió: “Sí, Lu, seguí. Te saco la remera y te muerdo los pezones mientras Manu te abre las piernas y te empieza a lamer. Te volvés loca con nosotros dos comiéndote”.
Lucía sintió un cosquilleo abajo y tipeó rápido: “Me encanta, Cami. Me imagino gimiendo como loca mientras él me chupa y vos me apretás las tetas. Después me pongo encima tuyo y te hago lo mismo mientras Manu me coge por atrás”. La respuesta llegó con un “Jajaja, Lu, sos un incendio. Me muero de ganas. Yo te miro mientras él te mete todo, y me toco viéndote gozar. ¿Qué más querés?”.
“Que me hagan mierda entre los dos, Cami. Vos lamiéndome abajo mientras él me embiste, y después cambiar y que te coja a vos mientras yo te miro y me toco”, escribió Lucía, el corazón latiéndole fuerte. Camila contestó: “Listo, Lu, me mataste. Imaginate: Manu te da con todo por atrás, yo te chupo el clítoris hasta que te vengas gritando, y después me subo encima de él y vos me apretás las tetas mientras me coge.”.
Lucía se rio, el cuerpo ya en llamas con la charla. “Cami, sos una enferma y me encanta. Acepto posta, armemos. Quiero que me hagan mierda así, y ver cómo te volvés loca vos también”, tipeó, sellando el trato. Camila respondió rápido: “¡Hecho, Lu! Le digo a Manu y vemos cuando podemos concretar. Esto va a ser un descontrol, preparate para no caminar después, ja”.
Lucía dejó el celu un segundo, respirando hondo mientras el calor le bajaba ya estaba muy mojada mientras se masturbaba suavemente. “Mandame cuando quieran, Cami. Ya estoy pensando en esto todo el tiempo”, escribió, con una sonrisa que no se le borraba. Camila cerró el chat con un “Ay, Lu, nos vemos pronto. Esto va a ser zarpado en mil”.
Lucía tiró el celular en la cama y siguio tocandose, ya mas intensamente toda esta charla la habia puesto a full y estaba a punto de llegar a ese preciado orgasmo que no se hizo esperar con sus dedos acariciando su conchita.
Luego del placer se levantó, todavía con el café intacto y el cuerpo hirviendo. Había dicho que sí, y la idea de ese trío con Camila y Manu la tenía a mil. No era solo calentura; era seguir tomando las riendas, probar algo nuevo y dejarse llevar con su prima, que de repente se había vuelto más que una conocida. El día seguía, pero ahora tenía una promesa caliente esperando al final del camino.
El celular vibró en la mesa, y cuando lo agarró, vio un mensaje de Camila: “Che, Lu, ¿qué hacés? Todavía estoy pensando en ayer, ja”. Lucía sonrió, dejando la birra a un lado. No se esperaba que su prima le escribiera tan pronto, menos con ese tono. Tipeó rápido: “Acá, tirada como perro. Y vos? ¿Qué te quedó dando vueltas?”.
La respuesta llegó en segundos: “No sé, lo del beso ese. Fue raro pero zarpado, no?”. Lucía se rio sola, sintiendo un calor leve subiéndole por el pecho. “Sí, un toque loco. Pero estuvo bueno, no voy a mentir”, contestó, dejando que la charla tomara su rumbo.
Camila mandó un emoji de risita y siguió: “Me quedé con ganas de más, te digo la posta. No pensé que me iba a prender tanto”. Lucía arqueó una ceja, el pulso acelerándose un poco. “¿Ah, sí? ¿Y qué querías hacer, Cami?”, escribió, tirándole la pelota con una sonrisa traviesa.
La respuesta tardó un cachito más, como si Camila estuviera pensando bien qué decir: “No sé, tocarte más. Sentí esa tanguita húmeda y me tenté, ja. ¿Vos qué pensaste?”. Lucía se mordió el labio, el recuerdo del roce en el muslo de Camila volviéndole claro. “Pensé en bajarte el vestido y meterte mano posta. Lástima que paramos”, contestó, subiendo la apuesta.
El chat se puso más caliente de golpe. Camila escribió: “Uh, ahora me dejás pensando cómo sería. Te imaginaste chupándome las tetas o algo así?”. Lucía sintió el calor bajarle por la panza y tipeó sin filtro: “Obvio, y vos gimiendo como loca mientras te las apretaba. ¿Vos qué me harías?”. La respuesta llegó rápida: “Te sacaba los shorts y te metía los dedos hasta que me pidas parar. Todavía me acuerdo de cómo gemiste ayer”.
Lucía se acomodó en el sillón, las piernas inquietas mientras la charla la prendía cada vez más. “Seguí así y me voy a calentar posta, Cami. Ese gemido fue poco, si me agarrás bien te hago gritar”, escribió, dejando que la imaginación volara. Camila contestó con un “Ja, me encantaría verlo. Estoy sola ahora, pensando en eso. ¿Y vos?”.
“Acá, tomando algo y con mucho calor estaba media emboladada, pero ya me tenés pensando pavadas”, respondió Lucía, sintiendo cómo el ambiente cambiaba. La conversación iba para largo, y el tono subía sin freno. “¿Qué harías si estuviera ahí ahora?”, tiró, dándole pie.
Camila no se achicó: “Te tiraba en el sillón, te sacaba la remera y te lamía todo el cuello mientras te tocaba abajo. ¿Y vos?”. Lucía se imaginó la escena y escribió: “Te arrancaba el vestido ese finito y te comía las tetas hasta que te retuerzas. Después te bajaba la tanga y te hacía lo mismo con la lengua”. El “Jajaja, dios Lu, sos un fuego” de Camila llegó con un emoji de diablito, y la cosa se puso todavía más picante.
“Vos también, Cami. Me dejaste caliente ayer y ahora seguís”, contestó Lucía, con una mano apoyada en el muslo como si quisiera calmarse. Camila tardó un segundo más y mandó: “Che, hablando de esto… ¿qué dirías si te propongo algo zarpado? Tipo un trío con mi novio. Siempre fantaseamos con sumar a alguien, y vos… bueno, vos serías perfecta”.
Lucía parpadeó, dejando el celu un segundo en el sillón. ¿Un trío? No se lo esperaba, pero la idea le dio una vuelta en la cabeza que no estaba segura de querer parar. Camila tenía novio, Manu, un flaco que había visto alguna vez en fotos: alto, morocho, con pinta de guacho piola. Pensar en los dos juntos, con ella en el medio, le subió el calor hasta la nuca. Agarró el celular y tipeó: “¿En serio, Cami? No sé si estoy lista para eso, pero no te voy a decir que no me tienta. ¿Cómo sería?”.
Camila respondió rápido: “Nada serio, Lu, puro juego. Manu es un fuego en la cama, y conmigo ahí sería una locura. Te comeríamos entre los dos, ja. Pensalo, sin presión”. Lucía se rio, nerviosa pero intrigada. “Sos mas zarpadita de lo que me imaginaba, Cami. No digo que no, pero dejame masticarlo. Igual, seguí contándome qué me harían, a ver si me convencés”, escribió, dejando la puerta abierta.
“Ja, ok. Imaginate: yo chupándote las tetas mientras Manu te mete mano por atrás. Después te das vuelta y él te coge mientras yo te miro y me toco. ¿Qué tal?”, mandó Camila. Lucía sintió un cosquilleo abajo y contestó: “La puta, Cami, me vendiste el trailer entero. Capaz que sí, pero no prometo nada todavía. Igual, esto me dejó caliente al pedo, ja”.
Camila cerró con un “Pensalo, Lu. Si te animás, armamos. Y si no, igual seguimos charlando así, que está zarpado”. Lucía dejó el celu en la mesa, todavía con una sonrisa y el cuerpo inquieto. La propuesta de Camila le daba vueltas en la cabeza, y aunque no sabía si iba a decir que sí, la idea de ese trío con su prima y Manu no se le iba a borrar fácil.
Lucía se despertó el lunes con el cuerpo todavía zumbando de la charla del domingo.
La propuesta de Camila —un trío con ella y su novio Manu— le había dado vueltas toda la noche. No era solo el morbo de imaginarse con su prima otra vez, sino sumar a un tercero, un flaco que, por lo que había visto en fotos, tenía lo suyo. Lucía se sentó en la cama, con el café humeando en la mesita, y abrió el chat. El último mensaje de Camila seguía ahí: “Pensalo, Lu. Si te animás, armamos”. Sonrió, el pulso acelerándosele un poco, y empezó a tipear.
“Che, Cami, ya está. Me convenciste, loca. Hagamos ese trío, pero contame más que me dejaste caliente ayer”, escribió, tirando la primera piedra con una sonrisa traviesa. La respuesta llegó rápido, como si Camila estuviera esperando: “¡Lu! ¿En serio? Ay, me muero. ¿Qué querés saber? Vas a ver que la vamos a pasar bien”.
Lucía se acomodó contra la almohada, sintiendo el calor subiéndole ya por las piernas. “Todo, Cami. Cómo me van a hacer mierda entre vos y Manu. Dale, pintame el cuadro”, contestó, dejando que la calentura guiara los dedos, y no solo con los que escribia sino que su otra mano ya se posaba suavemente sobre su entrepierna.
Camila no se hizo rogar: “Ok, preparate. Imaginate: vos en el medio de la cama, yo chupándote las tetas despacito mientras Manu te besa el cuello y te mete una mano entre las piernas. ¿Qué tal?”.
Lucía cerró los ojos un segundo, el cuerpo reaccionando a lo que leia y a las caricias de su mano. “Uff, Cami, arrancamos fuerte. Me gusta. Yo te agarro el culo mientras él me toca, y después te bajo la tanga con los dientes. ¿Seguimos?”, escribió, subiendo la apuesta. Camila mandó un emoji de diablito y siguió: “Sí, Lu, seguí. Te saco la remera y te muerdo los pezones mientras Manu te abre las piernas y te empieza a lamer. Te volvés loca con nosotros dos comiéndote”.
Lucía sintió un cosquilleo abajo y tipeó rápido: “Me encanta, Cami. Me imagino gimiendo como loca mientras él me chupa y vos me apretás las tetas. Después me pongo encima tuyo y te hago lo mismo mientras Manu me coge por atrás”. La respuesta llegó con un “Jajaja, Lu, sos un incendio. Me muero de ganas. Yo te miro mientras él te mete todo, y me toco viéndote gozar. ¿Qué más querés?”.
“Que me hagan mierda entre los dos, Cami. Vos lamiéndome abajo mientras él me embiste, y después cambiar y que te coja a vos mientras yo te miro y me toco”, escribió Lucía, el corazón latiéndole fuerte. Camila contestó: “Listo, Lu, me mataste. Imaginate: Manu te da con todo por atrás, yo te chupo el clítoris hasta que te vengas gritando, y después me subo encima de él y vos me apretás las tetas mientras me coge.”.
Lucía se rio, el cuerpo ya en llamas con la charla. “Cami, sos una enferma y me encanta. Acepto posta, armemos. Quiero que me hagan mierda así, y ver cómo te volvés loca vos también”, tipeó, sellando el trato. Camila respondió rápido: “¡Hecho, Lu! Le digo a Manu y vemos cuando podemos concretar. Esto va a ser un descontrol, preparate para no caminar después, ja”.
Lucía dejó el celu un segundo, respirando hondo mientras el calor le bajaba ya estaba muy mojada mientras se masturbaba suavemente. “Mandame cuando quieran, Cami. Ya estoy pensando en esto todo el tiempo”, escribió, con una sonrisa que no se le borraba. Camila cerró el chat con un “Ay, Lu, nos vemos pronto. Esto va a ser zarpado en mil”.
Lucía tiró el celular en la cama y siguio tocandose, ya mas intensamente toda esta charla la habia puesto a full y estaba a punto de llegar a ese preciado orgasmo que no se hizo esperar con sus dedos acariciando su conchita.
Luego del placer se levantó, todavía con el café intacto y el cuerpo hirviendo. Había dicho que sí, y la idea de ese trío con Camila y Manu la tenía a mil. No era solo calentura; era seguir tomando las riendas, probar algo nuevo y dejarse llevar con su prima, que de repente se había vuelto más que una conocida. El día seguía, pero ahora tenía una promesa caliente esperando al final del camino.
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