Semana 2
El domingo, Jimena comienza su segunda ronda de sesiones.
El domingo por la noche, Marcelo le pregunta a Jimena si quiere continuar con sus sesiones, a lo que
ella responde con entusiasmo que sí. Entra en su habitación y las luces estroboscópicas comienzan.
Cuando intento escuchar a través de la puerta, oigo:
Marcelo: "Cómoda... reveladora... vivir."
¿Vivir? Pienso. Estoy confundido y tentado a interrumpir la sesión, pero no quiero arruinarla.
Jimena sale y ambos nos vamos a la cama.
Lunes por la noche
Después de que Jimena regresa del trabajo, entra a la habitación para cambiarse de ropa. Luego sale con algunas de sus prendas más reveladoras.

Yo (Sebastián): "Wow, estás mostrando más piel de lo habitual."
Jimena: "Pero esta es ropa normal, cariño."
Me doy cuenta de que tiene razón, pero antes no usaría eso con Marcelo cerca.
Marcelo entra y la mira con descaro.
Marcelo: "¡Te ves genial, Jimena!"
Jimena: "Oh, esto... esto es..."
Se queda en blanco por un segundo. Como mencionó Marcelo, parece que está luchando contra la programación.
Yo: "Es tu ropa normal, cariño, simplemente te ves genial en todo."
Jimena: "Eso... Oh, sí, es cierto, jaja. Gracias, cariño."
Por un momento, pareció que Jimena luchaba contra la programación, pero ese momento pasó y volvió a la normalidad.
Marcelo me mira con otra sonrisa que me da escalofríos, pero no puedo negar los resultados.
El resto de la semana, Jimena continúa sus sesiones y camina por la casa con ropa más sexy, nada demasiado explícito, pero muy sensual.



Sus interacciones entre ella y Marcelo han sido las de una anfitriona amistosa y un huésped normal.
Ver a mi esposa tener conversaciones normales y amistosas con Marcelo mientras usa ropa reveladora es una yuxtaposición extraña, pero me gusta mostrársela a Marcelo.
Ese viernes, los tres estamos cenando. Marcelo decidió cocinar nuevamente y todo se veía delicioso.
Después de unos 30 minutos, decido dirigir la conversación hacia si él se irá o se quedará.
Yo: "Oye, Marcelo, ha sido un placer tenerte con nosotros estas dos semanas. ¿Has pensado en qué harás después?"
En ese momento, Jimena decide responder por Marcelo.
Jimena: "Oh, Sebastián, yo estaba pensando... pensando... en eso. ¿Qué estaba...? Ah, sí. Estaba pensando en eso y creo que Marcelo debería quedarse aquí todo el tiempo que necesite. Ha sido un buen huésped y será bueno tener el ingreso extra por la habitación."
El trato que hice con Marcelo era que se quedaría dos semanas y luego reevaluaríamos. Pero parece que hipnotizó a Jimena para que quisiera que se quedara.
Yo: "Por supuesto que está bien que Marcelo se quede. Ha sido un buen huésped y puede quedarse todo el tiempo que quiera."
Marcelo: "Me alegra escuchar eso, hombre. Realmente aprecio la ayuda."
Una vez más, veo esa sonrisa siniestra, pero Jimena no la nota o no puede, y yo ya me he resignado a seguir este camino.
Esa noche, Marcelo y yo hablamos sobre los siguientes pasos.
Marcelo: "Muy bien. Hasta ahora la tenemos bajo:
•Te sentirás menos estresada y te gustará la hipnosis diaria.
•Usarás ropa más reveladora y querrás que me quede aquí.
Lo siguiente será... no sé, ¿usar lencería frente a mí? Que ella y yo seamos mejores amigos también podría funcionar. ¿Te parece bien?"
Yo: "Sí", digo con vacilación.
Marcelo: "Perfecto, como hoy es sábado, le daré el día libre para que se recupere de nuestras sesiones. Nos reuniremos el domingo por la noche."
Continuará...
El domingo, Jimena comienza su segunda ronda de sesiones.
El domingo por la noche, Marcelo le pregunta a Jimena si quiere continuar con sus sesiones, a lo que
ella responde con entusiasmo que sí. Entra en su habitación y las luces estroboscópicas comienzan.
Cuando intento escuchar a través de la puerta, oigo:
Marcelo: "Cómoda... reveladora... vivir."
¿Vivir? Pienso. Estoy confundido y tentado a interrumpir la sesión, pero no quiero arruinarla.
Jimena sale y ambos nos vamos a la cama.
Lunes por la noche
Después de que Jimena regresa del trabajo, entra a la habitación para cambiarse de ropa. Luego sale con algunas de sus prendas más reveladoras.

Yo (Sebastián): "Wow, estás mostrando más piel de lo habitual."
Jimena: "Pero esta es ropa normal, cariño."
Me doy cuenta de que tiene razón, pero antes no usaría eso con Marcelo cerca.
Marcelo entra y la mira con descaro.
Marcelo: "¡Te ves genial, Jimena!"
Jimena: "Oh, esto... esto es..."
Se queda en blanco por un segundo. Como mencionó Marcelo, parece que está luchando contra la programación.
Yo: "Es tu ropa normal, cariño, simplemente te ves genial en todo."
Jimena: "Eso... Oh, sí, es cierto, jaja. Gracias, cariño."
Por un momento, pareció que Jimena luchaba contra la programación, pero ese momento pasó y volvió a la normalidad.
Marcelo me mira con otra sonrisa que me da escalofríos, pero no puedo negar los resultados.
El resto de la semana, Jimena continúa sus sesiones y camina por la casa con ropa más sexy, nada demasiado explícito, pero muy sensual.



Sus interacciones entre ella y Marcelo han sido las de una anfitriona amistosa y un huésped normal.
Ver a mi esposa tener conversaciones normales y amistosas con Marcelo mientras usa ropa reveladora es una yuxtaposición extraña, pero me gusta mostrársela a Marcelo.
Ese viernes, los tres estamos cenando. Marcelo decidió cocinar nuevamente y todo se veía delicioso.
Después de unos 30 minutos, decido dirigir la conversación hacia si él se irá o se quedará.
Yo: "Oye, Marcelo, ha sido un placer tenerte con nosotros estas dos semanas. ¿Has pensado en qué harás después?"
En ese momento, Jimena decide responder por Marcelo.
Jimena: "Oh, Sebastián, yo estaba pensando... pensando... en eso. ¿Qué estaba...? Ah, sí. Estaba pensando en eso y creo que Marcelo debería quedarse aquí todo el tiempo que necesite. Ha sido un buen huésped y será bueno tener el ingreso extra por la habitación."
El trato que hice con Marcelo era que se quedaría dos semanas y luego reevaluaríamos. Pero parece que hipnotizó a Jimena para que quisiera que se quedara.
Yo: "Por supuesto que está bien que Marcelo se quede. Ha sido un buen huésped y puede quedarse todo el tiempo que quiera."
Marcelo: "Me alegra escuchar eso, hombre. Realmente aprecio la ayuda."
Una vez más, veo esa sonrisa siniestra, pero Jimena no la nota o no puede, y yo ya me he resignado a seguir este camino.
Esa noche, Marcelo y yo hablamos sobre los siguientes pasos.
Marcelo: "Muy bien. Hasta ahora la tenemos bajo:
•Te sentirás menos estresada y te gustará la hipnosis diaria.
•Usarás ropa más reveladora y querrás que me quede aquí.
Lo siguiente será... no sé, ¿usar lencería frente a mí? Que ella y yo seamos mejores amigos también podría funcionar. ¿Te parece bien?"
Yo: "Sí", digo con vacilación.
Marcelo: "Perfecto, como hoy es sábado, le daré el día libre para que se recupere de nuestras sesiones. Nos reuniremos el domingo por la noche."
Continuará...
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