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Ayudando a los mas necesitados - Parte 1

(Feliz 2025 para todos! Les dejo una historia que va a ser linda y cortita.)

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Les cuento la historia de lo que está pasando con mi mujer. No es por ser sospechoso pero, creo, que la tengo que contar mientras aun pueda hacerlo. Por las dudas.

Yo soy Miguel y ya soy un tipo grande. Tengo 76 años y mi mujer, Analía, es mi segundo matrimonio y mucho menor que yo. Claro que ya a ésta altura de nuestras vidas no hace mucha diferencia, pero le llevo casi 24 años. Ella tiene 52 años. Ella siempre fue una colorada medio fiera de cara, pero la verdad tenía un lindo cuerpo. Con los años naturalmente se fue avejentando y si bien no tiene el cuerpo que tenía cuando la conocí, todavía se mantiene bastante bien.



Ayudando a los mas necesitados - Parte 1


La diferencia estaba y era muy notable al principio, cuando recién nos habíamos conocido y luego nos casamos. Ella ya se veía notablemente mas joven que yo. Era una pendeja comparada conmigo. A mi no me molestaba para nada, me había conseguido a la esposa preciada. Joven, con unas curvas encima que no te daban ganas de sacar la vista. Tenía el culo y las gomas bien marcadas y pese a que el tiempo también pasó para ella si bien perdió la figura delgada que tenía, esos dos atributos los sigue teniendo a su manera.

Ya llevamos mas de 20 años de casados y me gustaría poder decir que está todo bien, o normal, pero no es así. No voy a ser injusto tampoco. No voy a decir que todos los años de nuestro matrimonio fueron malos. Los 5 o 6 primeros fueron muy buenos, pero a partir de ahí por un montón de cuestiones nos venimos llevando mal.

Yo se muy bien por que nos casamos y ella también lo sabe. Mas allá de que nos gustamos inicialmente, a mi me hacía muy bien al ego tener esa esposa mucho mas joven y a ella la verdad que le sentó de maravillas casarse con un tipo que estaba bastante bien económicamente y la podía mantener y darle los gustos. Los dos sabíamos que era asi, tácitamente, nunca hablamos del tema porque no hacía falta.

Sin embargo la buena relación que tuvimos no pudo durar. Nos empezamos a llevar cada vez peor, mas ásperos y mas indiferentes con el otro. Ella siempre fue muy demandante y rompebolas y yo reconozco que cada vez la ignoraba mas para tener un poco de paz. Los últimos diez años, mas o menos, fueron un verdadero calvario en casa. Creo que todo se desató cuando finalmente me jubilé y le pasé el control de mi negocio al marido de mi hija. Mi hija es de mi primer matrimonio y con el marido, mi yerno, tengo una relación excelente de décadas, es un gran pibe de mi absoluta confianza. Estuvo trabajando conmigo en el negocio años y años y para mi fue la decisión natural ya que mi otro hijo no quería saber nada con el negocio.

Por supuesto que pasé a depender de mis ahorros, que por suerte eran amplios, y mi jubilación que naturalmente no lo era. Yo estaba perfectamente en paz con la decisión de finalmente poder descansar, bajar un poco el nivel de vida, vivir mas austeramente y disfrutar asi de mis últimos años tranquilo, pero Analía no se lo bancó. Y cuanto mas pasaba el tiempo, menos se lo bancaba. De repente creo que se vió casada con un viejo que ya no le daba todos los gustos. Por suerte con Analía nunca tuvimos hijos, los dos que tengo son de mi primer matrimonio y ya estan grandes.

La otra cosa que complicó todo fue que mas o menos al año de haberme retirado del negocio comencé a padecer un tema de impotencia y disfunción eréctil. El médico me dijo que era normal que ya a esa edad suceda, pero que había pastillas para eso y que no me preocupara tanto. Que si necesitaba me tomara una y punto.

Pero yo no quise saber nada con eso. La verdad que tenía cero deseo sexual por ese entonces y si me surgían algunas ganas siempre era con otra y no con Analía. En otras palabras, si me iba a tomar una pastilla era para voltearme por ahi a alguna otra, no a la bruja que tenía en casa.

A propósito de ese tema, si, los dos fuimos infieles. Yo no quería saber nada con tener sexo con la hija de puta de mi mujer que me rompía las bolas todo el dia, por lo que si a veces yo salía con amigos y se daba de conocer a alguna veterana, un par de veces terminé en un telo, lo admito. Analía, por su parte, estaba tan insatisfecha sexualmente que también hizo de las suyas. Al menos dos veces. Sé fehacientemente de una, sin dudas, porque ella a regañadientes mas o menos que lo admitió una vez. Fue con un tipo que iba al club donde íbamos, que jugaba al tenis de vez en cuando. Se ve que miradita va, miradita viene, una noche quedaron en salir y terminaron también cogiendo por ahí. Analía no me dió muchos detalles pero se por como se dieron las cosas que no fue una cosa de solamente una vez, lo hicieron varias veces.

Sobre la otra infidelidad de Analía, como se suele decir, no tengo pruebas pero tampoco tengo dudas. Estoy seguro que fue con uno de los amigos de mi hijo, un pibe mucho menor que ella, en una reunión familiar de fin de año. Como dije, cero pruebas, pero tengo un montón de detalles que me permiten tener cero dudas también.

A mi me molestaba? La verdad que no. A esa altura ya me parecía que estaba bien que Analía hiciera lo que se le cante. Si estaba insatisfecha sexualmente entonces que buscara satisfacción por ahí, yo no se la iba a dar. Que le vaya bien. Por ese entonces yo ya no quería pasar mucho tiempo en casa. El stress constante de convivir con ella y la rotura permanente de huevos me hacían salir por ahí, verme con amigos, distraerme fuera de casa donde si la podía pasar bien.

Por qué no nos divorciamos de una vez? No sé. A mi la verdad ya me daba mucha vagancia solo pensar en hacerlo. No era algo que tenía ganas de hacer para nada, con todos los trámites, papelerío y gastos que eso conlleva. Y Analía creo que tampoco tenía muchas ganas de largar su vida de mantenida. Por mas que el nivel de mantenimiento y lujos había bajado mucho luego de mi jubilación, aún algo había y estaba seguro que ella no lo quería largar.

Pero lamentablemente todo se descontroló de mala manera con lo que ocurrió ahora nomás hace poco, mas o menos un mes y medio.

Con Analía veníamos de un mes realmente infernal. De los peores que habíamos tenido. Peleas y mala onda mutua todo el tiempo, casi diariamente. Hasta que una noche se ve que hasta ella se cansó de la situación y me dijo de salir a comer afuera, para distraernos un poco y tratar de pasarla bien. Yo acepté y fuimos con el auto.

Al volver… pasó todo tan pero tan rápido. Yo no había tomado, no es que estaba borracho para nada. Veníamos volviendo a casa por una callecita empedrada y bien oscura cuando de repente me sobresalto porque Analía pega un grito terrible. No se que vió pero solo atiné como reflejo a clavar los frenos y un segundo después siento que le pego a algo con el auto. Era un tipo que había salido de la nada, se mandó a cruzar la calle oscura o que se yo, Analía lo vió y yo no. Por suerte no venía para nada rápido, pero me lo llevé puesto y le di un flor de golpazo que lo tiró adelante del auto.

Ella estaba histérica y los dos nos bajamos a atender al tipo a ver como estaba y ayudarlo. Era un pibe de estos de la calle que andan con los carritos de recolección de cartones o revolviendo tachos, tenía esa pinta. No se lo veía muy lastimado para nada pero estaba tirado quejándose del golpe y había quedado medio turulato del empellón. Quería incorporarse pero no podía. Yo lo atajé y le dije que se quedara en el piso, tratando de tranquilizarlo y ofreciéndole mis disculpas. La verdad que no lo veía para nada visiblemente lastimado, no había sangre por ningún lado, pero seguro le había dado un flor de golpazo, sobre todo si no me había visto venir.

Le dije a Analía que llame una ambulancia y vi que, entre sus nervios, dudaba en hacerlo. Le dije un par de veces seguidas que lo hiciera, pero no. Me dijo que no quería por lo que le había pasado a una amiga de ella hacía años, una situación similar de tránsito en la que la amiga se había comido una terrible demanda del tipo que había atropellado y hubo todo un tema legal que terminó arruinándola. Me pareció una boludez, pero me dijo que mejor lo llevaramos nosotros a una clínica o la guardia de un hospital, que iba a ser mas rápido que la ambulancia.

El pobre pibe la verdad, debo reconocerlo, se lo estaba tomando todo bastante bien. No estaba agresivo ni nada de eso y tampoco se estaba haciendo la víctima ni sobreactuando. Si le dolía el golpe, pero no parecía tener ningún daño grave y no estaba queriendo venderme ninguna lesión. Cuando se le pasó un poco el shock lo ayudé a ponerse de pie solo y se quejaba del dolor, pero nada mas. Le pedí disculpas varias veces y las aceptó lo mas bien, me dijo que no me preocupara que él estaba bien.

Pero Analía rompía tanto las pelotas con llevarlo a un hospital que finalmente me cansé y despacio lo metimos en el asiento de atrás del auto y rumbeamos a la guardia mas cercana. Analía le daba charla todo el trayecto mientras yo manejaba y el pibe, que nos dijo que se llamaba Jony, estaba muy agradecido por que lo llevemos. Cuando llegamos por fin a la guardia lo admitieron y nos hicieron esperar. No se si por una combinación de la cantidad de gente que estaba esperando atenderse ahí o porque vieron que era de la calle y que no tenía nada crítico, realmente no se los veía con muchas ganas de atenderlo. El pibe nos decía que lo dejáramos ahí, que ya lo iban a atender, pero Analía no quería saber nada con eso. Tenía miedo que después nos denunciara por abandono o algo asi, por lo que me obligó a quedarnos con él en la guardia. Se puso a charlar con el pibe, largo y tupido, mientras yo esperaba, me entretenía con el celular o salía a fumarme un pucho y volvía.

Después de una hora y media que seguían sin atenderlo yo ya estaba con los huevos realmente llenos de la situación, ya se había hecho como la una de la mañana y estaba cansadísimo. Le dije a Analía que ya estaba, que nos fuéramos, pero ella no quería saber nada con dejar al pibe ahí. Hasta el mismo pibe le decía que gracias, que nos fuéramos, pero no había caso. Yo tampoco iba a dejar sola a mi mujer ahí en la guardia y volverme a casa. Nos fuimos afuera con Analía y empezamos a discutir feo de nuevo. Se ve que se había encariñado con el pibe, o tenía miedo que nos denunciara, porque insistía que quería que lo lleváramos a casa para aunque sea vendarle la herida y darle unos analgésicos o algo, ya que ahí no lo iban a atender.

Yo no quería saber nada con eso, pero me rompió tanto las pelotas y se puso tan densa que amenazó con quedarse ella con el pibe en la guardia, asi que finalmente accedí a las puteadas. Le dijimos a Jony y lo metimos en el auto rumbo a casa. El pibe estaba agradecido y yo realmente no tenía motivo alguno para desconfiar de él, pero de cualquier manera no pensaba sacarle la mirada de encima en ningún momento. No me hacía ninguna gracia tener un tipo extraño en casa, a esa hora de la noche, pese a lo inusual de la situación. No era de prejuicioso, no me caía nada mal el pibe, era nada mas de precavido.

De vuelta a casa, por supuesto Analía casi dada vuelta en el asiento del acompañante, charlandole con sonrisitas al pibe en el asiento de atrás. A mi ya me estaba entrando la sospecha que ésta hija de puta no sea cosa que quiera aprovechar la situación para mandarse alguna con el pibe.

Llegamos a casa finalmente como a las dos de la mañana. Yo ya estaba agotado de cansancio, de aguantarme a la pelotuda de Analía y sus planteos y con el stress de toda la situación con el pibe. Quería que lo atendieramos, si, y que se fuera asi me iba a dormir de una vez. Le dije que si quería se duchara rápido y se limpie si tenía alguna herida, que alcohol y gasa teníamos. Mientras Analía se fue a buscar una muda de ropa vieja mia para darle, yo me quedé con él en el baño mientras se desvestía. El pibe era flaquito, para nada corpulento, pero tenía los músculos fibrosos bien marcados por todos lados debajo de la piel bronceada. Producto seguro de estar empujando el carro todo el día, todos los días. Era alto y espigado. Cuando se quedó en calzoncillos vi que se le había hecho un moretón medio feo en la cadera, donde le pegué con el auto, y después un raspón largo y afrutillado en la otra pierna, que seguramente se le produjo cuando cayó.

Por supuesto cuando Analía volvió al baño con la ropa le dejó una mirada al pibe semi-desnudo ahí, saboreandolo con los ojos mientras le pasaba la ropa, que casi la cago a trompadas ahí mismo. Cuando salimos del baño cerré la puerta para que el pibe se duchara tranquilo y ahí tuve otra agarrada con Analía por cómo le estaba encima al pibe. Nos cagamos los dos bien a puteadas, bajito para que no nos oyera. Yo le decía que no se hiciera la puta calienta pijas con éste pibe, que ya la veía venir, y ella me decía que yo era un forro que sospechaba de cualquier cosa y así.

De la bronca me fui a la cocina a sentarme, tranquilizarme y tomarme algo. Escuché que la ducha se cerró y Analía fue al baño a atender al pibe, a vendarle la herida. Yo nada más me quedé escuchando de la cocina. No se decían nada raro, charlaban normal mientras Analía le vendaba el raspón, pero no podía ver que estarían haciendo, si se miraban o hasta se tocaban. Igual, por la charla que escuchaba, no me parecía.

Ya cuando el pibe salió de la ducha, vestido con mi ropa vieja, limpio y con su herida atendida, no se por que me dio un poco de pena. El pibe no tenía nada que ver con mi mala relación con Analía y encima lo había pisado con el auto. Tenía nada mas 22 años, nos había dicho. Pobre pibe. No me importaba que se llevara esa ropa, yo ni la usaba. Plata no le iba a dar, pero si podía ponerme un poco en su lugar y tenerle un poco de empatía. Lo invité a sentarse un rato y charlar mientras le serví un vaso de vino, que aceptó gustoso. El mismo me dijo que me quedara tranquilo, que no iba a denunciar ni nada. Estaba agradecido que no le hayamos pegado con el auto y huido, que dijo que pasaba siempre. Y el hecho que no solo lo llevamos a la guardia sino que lo atendimos y le permitimos ducharse en casa era genial. Estaba muy agradecido.

Yo le sonreí y le acepté el agradecimiento, le dije que no había problema, que estaba muy apenado por lo que había pasado pero por suerte él estaba bien y ahí había quedado todo el problema. Todo ésto mientras la hija de puta de mi mujer también sentada a la mesa le hacía ojitos y sonrisitas. Por supuesto que al pibe se le iba la vista a Analía, pero no lo puedo culpar. Era ésta hija de puta que lo estaba queriendo calentar y no al revés.

Después de un ratito me levanté y lo despedí, que ya me iba a ir a dormir. Le deseé buena suerte, le di la mano y Analía dijo que ella lo acompañaba a la puerta. El pibe se despidió lo mas bien.

Pero cuando llegué a mi habitación y me empecé a desvestir, ya algo me estaba dando mala espina. Analía estaba tardando demasiado. Ya tendría que haberlo despedido y vuelto. Si, se habría quedado charlando, pero ya era mucho. Con la casa ya a oscuras me levanté y fui a ver que pasaba. Nuestra casa es una construcción vieja, una casa muy antigua, y tiene un largo pasillo que finalmente da a la puerta de la calle. Si estaban del lado de adentro charlando, había una ventanita por la cual podía ver bien ese lugar y ver que estaba pasando. Sin hacer mucho ruido me acerqué a la ventana y miré.

Estaba todo bastante a oscuras, Analía no había prendido la luz de entrada, pero con la iluminación que venía de afuera algo se distinguía. El corazón me dió un latido de bronca pese a lo poco que se podía ver.

Analía lo tenía al pibe apretado contra la pared, los dos abrazados y besuqueándose ahí al lado de la puerta de calle, largo y profundo. Mi mujer ya tenía el vestidito lindo que se había puesto para salir a cenar ya salido de los hombros. Se lo había bajado ella, o se lo habría bajado el pibe, y tenía ese par de tetones al aire, apretujados contra el pecho del pibe. Ni lerdo ni perezoso, el pendejo le estaba estrujando una con una mano, mientras con la otra le apretaba y le sentía el culazo a Analía. Ella, si bien yo no llegaba a ver por mi posición, tenía una mano entre los dos cuerpos, seguramente sintiéndole el bulto al pibe, por arriba o abajo del pantalón, yo no veía, mientras se besaban a lenguetazo limpio y profundo.

A mi me hervía la sangre pero no empecé a cagarlos a puteadas desde la ventanita para no hacer un escándalo de griterío a las dos de la mañana. Ya la iba a agarrar a esa hija de puta en su debido momento, al otro día.

Vi que el pendejo dejó de besarla para inclinarse y chuparle el cuello, mientras le seguía metiendo mano por todos lados disfrutando de las curvas voluptuosas de mi mujer madura.
“Ay… sos muy lindo….”, la escuché a la hija de puta decir bajito.
“Vos también mami… me re calentás….”, le contestó Jony sin perder el ritmo de su manoseo. Estaba disfrutando del cuerpo de mi mujer en serio.

Estuvieron asi un momento mas hasta que Analía medio que se separó y se subió el vestido de nuevo, cubriéndose las tetas y dándole un par de besos al pibe.
“Bueno, pará… ya está, no podemos acá…”, le dijo
“Uh, dale… no me dejés así… no seas mala…”, escuché al pibe decirle, “Mirá como estoy…”
Analía se rió finito, “No se puede asi, Jony… me re encantaría, te juro, pero asi no..”
“Y entonces?”, le preguntó él mientras le acariciaba el culo por encima de la tela
Ella lo pensó un momento, “Mmm…mirá, algún dia que andes por aca cerca y tengas hambre, veni y tocame el timbre. Te hago de comer, querés?”
“Dale, buenísimo… si, a veces ando por aca… pero si me decís asi voy a pasar mas seguido..”, le contestó.
Escuché como Analía le contestaba con una sonrisa. Pude hasta ver en mi mente la sonrisa con ese tono meloso, “Bueno, dale… y si no está mi marido podemos seguir haciendo cositas…”

Esa ya no me la banqué. Masticando bronca en silencio me alejé cuidadosamente de la ventanita y me fui puteando por lo bajo de vuelta a mi dormitorio, me metí en la cama y me hice el dormido. Al poco tiempo escuché a Analía entrar a la habitación y desvestirse sin prender la luz. Luego la escuché irse al baño y quedarse ahí un rato. Estaba seguro que se debía estar dando una buena frotada de concha en la intimidad del baño por la calentura que le debía haber quedado del pendejo.

No me daba bronca el hecho en sí. Ya había aceptado hacía tiempo que si ella quería cogerse a otro que lo hiciera, no me importaba. Si me jodía que haya sido tan descarada de haber hecho lo que hizo ahí mismo, en nuestra casa, mientras yo estaba ahí. A mi nunca me fue lo de ser cornudo. En realidad toda mi vida nunca me cayó bien el tema. Como saben, hay gente a quienes les encanta serlo, pero a mi no. Nunca sentí atracción por eso. Y si ahora lo estaba permitiendo, o por lo menos no me estaba molestando, era porque a ésta altura de mi vida y con la bruja que tenía al lado, con lo mal que estaba la relación, ni me importaba. Pero por lo menos, conchuda, limitate un poco y no seas tan puta cuando yo estoy ahí. Aunque sea eso. Cogete a quien quieras, pero no me lo refriegues en la cara. Al menos eso.

Y encima con éste pibe que, pobre, nada que ver. No lo culpo. A Analía la detesto pero reconozco que pese a sus mas de cincuenta años sigue estando buena físicamente. Calentar puede calentar a cualquiera, y mas a éste pibe de la calle que andá a saber si en su vida estuvo cerca de una mina asi. Si, con su edad, venida bastante a menos respecto a lo que supo ser, con su figura lentamente perdiéndose, pero todavía con un cuerpo de mujer que le llama la atención a cualquiera. No culpo para nada al pendejo. Me pongo en su lugar y si una veterana asi se me hubiese tirado de esa forma, a esa edad, no se si no hubiese intentando cogermela ahí mismo detrás de la puerta de calle. Nada que reprocharle al pibe.

Sí mucho que reprocharle a la puta de mi mujer, pero eso ya lo haría al otro dia. Ahora tenía que intentar dormir.

2 comentarios - Ayudando a los mas necesitados - Parte 1

AldinGomez
Fotos fotos me encantaría mamarle los senos