Les voy a relatar un hermoso episodio que viví en vacaciones. Cómo es algo extenso, lo voy a mandar en dos partes. Espero lo disfruten tanto como lo hice yo.
Elegimos ir de vacaciones a una Posada en una ciudad cerca de un lago. El lugar contaba con varias piletas al aire libre, parque con mesas y sillas, algunos camastros con techito y tules para que no te molesten los mosquitos y habitaciones muy bien puestas y dispersas por el amplio jardín.
El ambiente era familiar, con adultos mayores, padres con sus hijos pequeños, parejas y algunas personas solas. Yo estaba con mi mujer, mi hermana y una sobrina.
Después de ingresar, cómo estaba haciendo un calor insoportable, nos fuimos a la pileta a refrescarnos. Fue ahí dónde apareció ella, una bella mujer rubiecita, de unos 35 años, piel rosadita, de un metro 60 más o menos y que a través de su vestido suelto de algodón negro, se vislumbraba su hermosa figura y principalmente sus estupendas piernas.
Haciéndome el distraído, observé cuando se lo quitó, aún sentada en la reposera. La parte alta de su bikini que tenía un volado, dejaba ver qué no tenía mucha teta, pero cuando se paró y se reclinó para dejar el vestido, su majestuoso culo se presentó ante mis ojos. Observé el resto de la escena y nadie pareció percatarse de semejante aparición.
Se metió en la pileta por la escalera y se quedó flotando y refrescandose. Al poco rato salió y desde dentro de la pileta, pude ver cómo el agua se le escurría desde el pelo que tenía recogido, pasando por la espalda y terminando de perderse en la raya de su culo, cubierta por la tanga de su bikini negra.
Semejante cola, era llevada por un par de piernas macizas, bien formadas y curvilíneas, que se iban afinando de una forma magistral hasta llegar a los pies. Sus tobillos eran finos, sus pies chiquitos, pero su culo era digno de un monumento.
Cayendo la tarde, mientras tomábamos unos mates en una de las mesas del parque, apareció ella con una de las bicicletas del lugar. Quería inflar las ruedas y la toma de aire estaba justo en frente nuestro.Ya se había cambiado, ahora llevaba el pelo suelto, lo que la hacía parecer aún más bella, una remerita suelta escotada y un mini short que le dejaba al aire el final de sus cachetes y la hacía ver muy sexy.
Cómo vi que no podía inflar las ruedas de la bici, me acerqué a ver si la podía ayudar. Me presenté: hola soy Federico, pero decime Fede, no hay problema y le pregunté si quería que la ayudase. Me contestó, hola soy Karina, no sé que está pasando, pero no puedo inflar la rueda.
Cuando me agache para revisar el motivo, Kari se inclinó para ver qué hacía y pude observar que no llevaba el corpiño puesto y sus tetas se bambolearon ante mis ojos con una danza de presentación que me cortó la respiración.
Pude dar con el inconveniente y la rueda se inflo, Kari suspiró aliviada, me dió las gracias y luego mirando a las que me acompañaban les dijo: gracias por el préstamo, se los devuelvo. Antes de salir, me miró y me dijo con voz muy bajita: te debo una y sonriendo, salió pedaleando moviendo su culo magistral.
Al otro día, en el desayunador, apareció con un vestido corto, enterizo de color violeta, ésta vez llevaba el corpiño puesto y se sentó en la mesa con el número de su habitación, la 23! Cuando pasé cerca suyo, llevando mi desayuno para mi mesa, me dijo: buen día y bajando la voz agregó, hoy no tengo puesta la tanga. Y sonriendo, fue en busca de su desayuno, marcando bien el paso para que su pollera se moviera y dejara ver qué no había marca alguna de elástico y para que viera que no mentía. Yo creí que no se había dado cuenta cuando le miré las tetas. Pero me equivoqué. Y otra vez, quedé sin aliento.
Mas tarde, estábamos en la pileta y apareció Kari con su vestido negro. Buscó una reposera, dejó la toalla y estando parada, se sacó el vestido dándole la espalda a la pileta. Está vez traía puesto una bikini animal print con distintos tonos de verde y pude ver muy bien que era cola less. Su culo me invadió la mente y al darse vuelta, la parte superior del bikini, apenas le cubrían las tetas. Mis ojos la bañaron antes que el agua de la pileta.
Yo tenía que disimular, estaba con mi mujer, mi hermana y mi sobrina. Pero así y todo, me las arreglé para poder ver el espectáculo que estaba brindando Kari tirada en la reposera, tomando sol de espaldas. Su culo brillaba por el protector solar y lo hacía ver aún más grande y apetecible. Tuve que esconder la erección debajo de la toalla, porque la malla que traía puesta, ya no la podía contener.
Ya caída la noche y después de cenar, me fui a uno de los camastros del parque a retosar un rato. Había pronóstico de lluvia para el otro día, pero se vé que se adelantó y empezó a llover cada vez más fuerte hasta hacerse una cortina de agua.
No tuve más opción que refugiarme debajo de una de las galerías que daba a las habitaciones, ya que mi habitación se encontraba lejos y con muchos tramos sin resguardo. En éso se abre una de las puertas y veo salir a Karina con la bata de la ducha que nos dejaban en el baño, a ver cómo estaba lloviendo. La contemplé porque sus piernas estaban descubiertas, hasta que se dió vuelta para volver a entrar a su habitación y fue recién en ese momento que se percató de mi precensia. Sorprendida por verme ahí, mojado y sólo, se sonrió y me dijo ¿Fede, que hacés ahí, querés pasar hasta que pase un poco la lluvia? Titubeando le dije que estaba en los camastros y la lluvia me había sorprendido, pero que si a ella no le molestaba, no había problema.
No podía creer lo que estaba viviendo en ése momento, la habitación era parecida a la que yo ocupaba, pero un poco más chica ya que sólo tenia la cama matrimonial y como no quería sentarme ahí, lo hice en esos sillones que suelen poner adelante. Tuve que correr unas prendas íntimas que estaban arriba, que dejé sobre la cama. Karina se había metido en el baño y me traía una toalla para que me secara un poco la cara y mi ya escaso pelo. Sus tetas se bamboleaban libremente porque no tenía el corpiño puesto y la bata le cubría más adelante que atrás, ya que la inmensidad de su culo no le permitía cubrirlo por completo.
Perdón me dijo, no esperaba a nadie, me estaba bañando cuando se largó a llover y salí a ver. No hay problema le respondí, mientras Kari agarraba sus prendas y se las llevaba al baño. Me quedé admirando su culo, ya que la bata me daba una imágen que difícilmente olvidaré. Yo estaba con una remera de algodón amarilla que por el agua se me había pegado al cuerpo y dejaba ver mis timbres y también mi pequeña panza cervecera. También llevaba una bermuda de jean claro, que no pudo ocultar mi incipiente erección.
Parece que tenés frío, me dijo Kari desde el baño. No, por qué, le dije yo dudando. Dale, se te nota, me decía Kari que venía con otra bata desde el baño. Sacate la ropa mojada y ponete la bata, así quedamos los dos igual, me dijo Kari con voz tenue. Mi pija no pudo más y se endureció al extremo. Anda al baño, me dijo Kari, yo te espero. Cubriendo mi entrepierna con la bata, me paré cómo pude y fui hasta el baño. Cerré la puerta y me saqué todo, menos el boxer. Me puse la bata y volví a la habitación. Yo mido un metro 80 y la bata apenas que me llegaba a cubrir las piernas del boxer que estaban enroscadas.
Karina estaba tirada arriba del cubrecama, recostada con los almohadones en su cabeza, el pelo mojado y suelto, la bata anudada pero que le dejaba ver cómo se le asomaban las tetas y cruzada de piernas, mientras iba cambiando los canales de la TV. Dejó uno dónde pasan música y haciendome señas que me ponga al lado de ella, me preguntó por mis compañeras. Le conté la historia y le causó sorpresa la combinación, salió así el viaje le dije. Y vos? Pregunté. Karina me dijo que su marido la había plantado por el trabajo y que tal vez fuera algún día de los que ella iba a estar ahí.
Sabés, la lluvia me pone mimosa, me dijo Karina con voz sexy y a vos? Con vos al lado, muy le respondí y mientras lo decía, me incliné para darle un beso, Kari me correspondió agarrándome la cara y hundiendo su lengua en mi boca. Mientras yo hacía lo mismo con mi lengua en su boca, Karina bajó una mano y fue directo a mi entrepierna. Se separó rápido de mi boca y me dijo: te dije que estuviésemos igual! Y agarrando mi mano, se la llevó a las tetas y me las hizo acariciar. Sin soltar mi mano, me la bajo por su panza hasta llegar a su vientre, dónde detecté unos pelitos y luego sus labios ya húmedos, sin encontrar prenda alguna. Qué piel mas suave y bella tiene Kari! Aproveché para tocarle los labios y apenas los roce con los dedos, ella gimió suspirando.
Saqué mi mano de su entrepierna y Kari se giró y se acomodó de frente a mi, a la altura de mis rodillas. Agarró el boxer del elástico y lo bajó de un tirón. Mi erección era tan grande, que se quedó trabado y Kari entre risitas dijo: epa, que tenemos acá Fede? Y subiendome la bata, destrabó el boxer y mi pija pegó un chicotazo contra mi panza, haciendo un ruido de latigazo.
Kari me abrió la bata y me agarró la pija con fuerza con su mano derecha, tengo la pija cabezona y un tanto gruesa y de un largo normal. Kari hizo un mmmm y dijo ¡que cabezona! Y la empezó a lamer sobre el glande, al rato lo bajó y se metió la cabeza descubierta, que ya estaba violeta de la gran erección, entera en la boca. Mientras la chupaba con energía, con su mano izquierda me acariciaba los huevos y de vez en cuando, me mandaba un dedo en el ano, que debo confesar, no me disgusta para nada. Kari lo notaba, porque me acomodaba para que mi cola quede a su merced y mi pija mas cómoda para que la pudiera chupar sin problemas.
Mientras tanto yo le acariciaba a Kari su pelo rizado que aún estaba húmedo y también aprovechaba para acariciarle las tetas que aún estaban dentro de la bata. Cuando Kari consideró que ya estaba bien chupado, se levantó y aproveché para volver a besarla, me encanta sentir el sabor de mi pija en la boca de una mujer.
Le abrí la bata y me encontré con que era más tetona de lo que creía, sus pezones eran redondos, rojizos y con un botón bien marcado y generoso. Aproveché para besarlos, lamerlos y acariciarlos. Mientras bajaba a su vientre entre besos y lamidas, Karina se sacó la bata y se acomodó sobre la cama con las piernas abiertas, dejándome verla por completa. Me separé de ella y la contemplé por un instante, mientras yo también me sacaba la bata, era realmente muy atractiva. Afuera, la lluvia no cesaba, mientras en la habitación estábamos los dos totalmente desnudos y en llamas.
Tomé uno de los almohadones que tenía Kari en su cabeza, la besé en la boca, le besé el cuello, le besé los pezones, le lami el ombligo y también los pelitos de la conchita y le acomodé el almohadon debajo de su hermoso culo. Me quedó la conchita a merced de mi boca, le separé las piernas suavemente, me acomodé panza abajo entre ellas y comencé a lamerle los labios de su almejita.
Levantando la vista, le pedí permiso ¿Kari, te la puedo seguir chupando? Asintió sin mirarme, con los ojos cerrados. Entonces puse mi lengua al servicio de su placer: dejé la lengua entre blanda y dura y le lamí los labios de abajo hacia arriba, le besé el clítoris y con mi mano derecha, jugaba con el pompón de pelos que tenía coronando su conchita. Le separé un poco los labios (tenía la conchita cerradita) y empecé a lamerla en forma circular. Envolví mis dientes con mis labios y le dí un pequeño apretón a su clítoris, sentí como Kari se estremecía, mientras me clababa las uñas en la cabeza.
Seguí lamiéndole la concha aumentando el ritmo, con mis manos le iba acariciando la panza, las tetas, los pezones y también le agarraba y apretaba los cachetes de su magnífico culo. Karina cada vez jadeaba más y más, sus tetas ya eran rocas y su conchita pasó de estar húmeda a mojarse hasta manchar el almohadon que le había puesto abajo del culo.
Ya me dolía un poco la nuca, así que levanté un poco la vista y le ví la cara de éxtasis que tenía Kari. Volví a bajar y ésta vez, a mis lamidas y chupadas, le comencé a mandar dos dedos adentro de la nenita. Incliné la falange del dedo índice y me encontré con su punto G. Estaba gigante e hinchado y comencé a jugar con él mientras no paraba de chuparsela en un ritmo frenético. Kari hervía en su interior y sus jugos le inundaban la concha, mi boca y llegaban hasta el almohadón.
Los gemidos de Kari eran entrecortados y rítmicos y me ponían a mil, yo seguía y seguía chupando, lamiendo, colandole los dedos con una mano y jugando con su ano húmedo de sus jugos con la otra. Ella me acariciaba la cabeza entre gemidos y gritos contenidos mientras decía: Fede no pares, no pares, seguí, seguí. Y le hice caso.
Un dedo ya se lo había metido entero en la cola y había comenzado a meter el segundo sin encontrar resistencia y negativa, de la otra mano ya tenía dos dedos adentro de la concha de Kari y seguía lamiéndola y chupándola hasta que se arqueó hacia arriba, clavando su clítoris en mi boca y dando un grito sordo. Acabó con un chorro viscoso que tragué sin dudar.
Kari se derrumbó sobre la cama, las piernas le temblaban y su cara tenía una sonrisa increíble. Le saqué los dos dedos de la cola y me incorporé, la tomé por el costado, le pasé el brazo por detrás de la cabeza y la besé profundamente. Ella hizo lo mismo girando y tirando la cabeza para atrás. Mientras tanto, Kari aprovechaba para frotar su culo magnífico en mi chota dura y que a ésa altura, ya estaba palpitando.
Te lo ganaste, me dijo. Me hiciste acabar cómo pocas veces lo hice. Kari bajo y me la empezó a chupar otra vez, le dije que parara porque no iba a aguantar mucho. Nooo, grito mientras se sacaba la pija de la boca. La quiero toda adentro de la cola. Yo no sabía si estaba soñando, mi señora no me daba la cola ni con la orden de un juez!!!
Contra una de las paredes laterales de la habitación había un espejo enorme de más de dos metros de alto y uno de ancho. Karina se acomodó en cuatro sobre la cama, de frente al espejo. Se puso un almohadón abajo de la panza y se abrió bien de piernas, su culo se abrió de par en par y podía ver cómo le brillaba el ano por sus jugos. Giró la cabeza, me miró y me dijo: es todo tuyo, disfrútalo y haceme acabar otra vez.
Me arrodille en la cama y empecé a lamerle y besarle los muslos fornidos a Kari y alternando entre sus piernas, fui subiendo hasta su culo. Sentía como Kari se estremecía ante cada beso y lenguetazo que le daba a su ano. Yo aprovechaba y también le lamía la concha que aún seguía más que mojada. Estaba en eso cuando escuché a Karina decir casi cómo un suplicio: ponemela en la cola, por favor, no doy maaaaas.
Tomé un poco de su flujo con la boca y se lo esparci con la mezcla de mi saliva en el ano. Busqué más flujo de su conchita con la cabeza de mi pija y se la arrimé a la entrada. Me acomodé y empecé a penetrarla mientras la miraba por el espejo, Kari me ayudó con el resto. Fue ella la que empezó a acercarse a mí, mientras veía en primerismo plano cómo mi pija se perdía dentro de su majestuoso culo.
Cuando su cuerpo se encontró con el mío, se detuvo. Yo la tenía tomada de la cintura, Kari aprovechó y sacó una mano del colchón, primero se acarició las tetas y después se pajeo un rato el clítoris mientras gemia y bajaba su torso para hundir la cara en el colchón para que sus gemidos no fueran alaridos y todo el complejo viniera a ver qué pasaba.
Volvió a acomodarse y ya con las dos manos en el colchón, empezó a moverse hacia adelante y hacia atrás. Primero despacio y después fue aumentando el ritmo hasta que empecé a escuchar cómo sus cachetes hacían ruido contra mis muslos, que estaban empapados de su flujo. Uhhh, cómo me pones, casi me gritó Kari sin bajar el ritmo y yo le dije: Kari, no doy más, sos increíble! Y después de dos sacudidas más, dejó su culo bien pegado a mi cuerpo y agitando la cadera, me hizo explotar adentro de ella.
Sentía como la leche emanaba de mi pija, estaba tan caliente que sentía que me quemaba y Kari no paraba de mover el culo. En éso Kari no aguantó más y dió un alarido, por suerte cayó un rayo que amortiguó el grito. Ella levantó la vista buscando la mía en el espejo y cuando nos encontramos, me pidió perdón y nos reímos juntos. No hay problema Kari, está todo bien, la tranquilice y ella sacando su culo de mi pija se desparramó en la cama sonriendo.
Me acomodé en la cama y Kari me apoyó las tetas en mi costado y me abrazo muy fuerte. Mi pija aún estaba tirando restos de leche, Kari la agarró con una de sus manos y mirándome se la llevó a la boca y lamió hasta la última gota. Me la acomodó entre las piernas, me volvió a abrazar, me miró fijo y me dijo: te dije que la quería toda adentro. Y los dos estallamos de risa.
Elegimos ir de vacaciones a una Posada en una ciudad cerca de un lago. El lugar contaba con varias piletas al aire libre, parque con mesas y sillas, algunos camastros con techito y tules para que no te molesten los mosquitos y habitaciones muy bien puestas y dispersas por el amplio jardín.
El ambiente era familiar, con adultos mayores, padres con sus hijos pequeños, parejas y algunas personas solas. Yo estaba con mi mujer, mi hermana y una sobrina.
Después de ingresar, cómo estaba haciendo un calor insoportable, nos fuimos a la pileta a refrescarnos. Fue ahí dónde apareció ella, una bella mujer rubiecita, de unos 35 años, piel rosadita, de un metro 60 más o menos y que a través de su vestido suelto de algodón negro, se vislumbraba su hermosa figura y principalmente sus estupendas piernas.
Haciéndome el distraído, observé cuando se lo quitó, aún sentada en la reposera. La parte alta de su bikini que tenía un volado, dejaba ver qué no tenía mucha teta, pero cuando se paró y se reclinó para dejar el vestido, su majestuoso culo se presentó ante mis ojos. Observé el resto de la escena y nadie pareció percatarse de semejante aparición.
Se metió en la pileta por la escalera y se quedó flotando y refrescandose. Al poco rato salió y desde dentro de la pileta, pude ver cómo el agua se le escurría desde el pelo que tenía recogido, pasando por la espalda y terminando de perderse en la raya de su culo, cubierta por la tanga de su bikini negra.
Semejante cola, era llevada por un par de piernas macizas, bien formadas y curvilíneas, que se iban afinando de una forma magistral hasta llegar a los pies. Sus tobillos eran finos, sus pies chiquitos, pero su culo era digno de un monumento.
Cayendo la tarde, mientras tomábamos unos mates en una de las mesas del parque, apareció ella con una de las bicicletas del lugar. Quería inflar las ruedas y la toma de aire estaba justo en frente nuestro.Ya se había cambiado, ahora llevaba el pelo suelto, lo que la hacía parecer aún más bella, una remerita suelta escotada y un mini short que le dejaba al aire el final de sus cachetes y la hacía ver muy sexy.
Cómo vi que no podía inflar las ruedas de la bici, me acerqué a ver si la podía ayudar. Me presenté: hola soy Federico, pero decime Fede, no hay problema y le pregunté si quería que la ayudase. Me contestó, hola soy Karina, no sé que está pasando, pero no puedo inflar la rueda.
Cuando me agache para revisar el motivo, Kari se inclinó para ver qué hacía y pude observar que no llevaba el corpiño puesto y sus tetas se bambolearon ante mis ojos con una danza de presentación que me cortó la respiración.
Pude dar con el inconveniente y la rueda se inflo, Kari suspiró aliviada, me dió las gracias y luego mirando a las que me acompañaban les dijo: gracias por el préstamo, se los devuelvo. Antes de salir, me miró y me dijo con voz muy bajita: te debo una y sonriendo, salió pedaleando moviendo su culo magistral.
Al otro día, en el desayunador, apareció con un vestido corto, enterizo de color violeta, ésta vez llevaba el corpiño puesto y se sentó en la mesa con el número de su habitación, la 23! Cuando pasé cerca suyo, llevando mi desayuno para mi mesa, me dijo: buen día y bajando la voz agregó, hoy no tengo puesta la tanga. Y sonriendo, fue en busca de su desayuno, marcando bien el paso para que su pollera se moviera y dejara ver qué no había marca alguna de elástico y para que viera que no mentía. Yo creí que no se había dado cuenta cuando le miré las tetas. Pero me equivoqué. Y otra vez, quedé sin aliento.
Mas tarde, estábamos en la pileta y apareció Kari con su vestido negro. Buscó una reposera, dejó la toalla y estando parada, se sacó el vestido dándole la espalda a la pileta. Está vez traía puesto una bikini animal print con distintos tonos de verde y pude ver muy bien que era cola less. Su culo me invadió la mente y al darse vuelta, la parte superior del bikini, apenas le cubrían las tetas. Mis ojos la bañaron antes que el agua de la pileta.
Yo tenía que disimular, estaba con mi mujer, mi hermana y mi sobrina. Pero así y todo, me las arreglé para poder ver el espectáculo que estaba brindando Kari tirada en la reposera, tomando sol de espaldas. Su culo brillaba por el protector solar y lo hacía ver aún más grande y apetecible. Tuve que esconder la erección debajo de la toalla, porque la malla que traía puesta, ya no la podía contener.
Ya caída la noche y después de cenar, me fui a uno de los camastros del parque a retosar un rato. Había pronóstico de lluvia para el otro día, pero se vé que se adelantó y empezó a llover cada vez más fuerte hasta hacerse una cortina de agua.
No tuve más opción que refugiarme debajo de una de las galerías que daba a las habitaciones, ya que mi habitación se encontraba lejos y con muchos tramos sin resguardo. En éso se abre una de las puertas y veo salir a Karina con la bata de la ducha que nos dejaban en el baño, a ver cómo estaba lloviendo. La contemplé porque sus piernas estaban descubiertas, hasta que se dió vuelta para volver a entrar a su habitación y fue recién en ese momento que se percató de mi precensia. Sorprendida por verme ahí, mojado y sólo, se sonrió y me dijo ¿Fede, que hacés ahí, querés pasar hasta que pase un poco la lluvia? Titubeando le dije que estaba en los camastros y la lluvia me había sorprendido, pero que si a ella no le molestaba, no había problema.
No podía creer lo que estaba viviendo en ése momento, la habitación era parecida a la que yo ocupaba, pero un poco más chica ya que sólo tenia la cama matrimonial y como no quería sentarme ahí, lo hice en esos sillones que suelen poner adelante. Tuve que correr unas prendas íntimas que estaban arriba, que dejé sobre la cama. Karina se había metido en el baño y me traía una toalla para que me secara un poco la cara y mi ya escaso pelo. Sus tetas se bamboleaban libremente porque no tenía el corpiño puesto y la bata le cubría más adelante que atrás, ya que la inmensidad de su culo no le permitía cubrirlo por completo.
Perdón me dijo, no esperaba a nadie, me estaba bañando cuando se largó a llover y salí a ver. No hay problema le respondí, mientras Kari agarraba sus prendas y se las llevaba al baño. Me quedé admirando su culo, ya que la bata me daba una imágen que difícilmente olvidaré. Yo estaba con una remera de algodón amarilla que por el agua se me había pegado al cuerpo y dejaba ver mis timbres y también mi pequeña panza cervecera. También llevaba una bermuda de jean claro, que no pudo ocultar mi incipiente erección.
Parece que tenés frío, me dijo Kari desde el baño. No, por qué, le dije yo dudando. Dale, se te nota, me decía Kari que venía con otra bata desde el baño. Sacate la ropa mojada y ponete la bata, así quedamos los dos igual, me dijo Kari con voz tenue. Mi pija no pudo más y se endureció al extremo. Anda al baño, me dijo Kari, yo te espero. Cubriendo mi entrepierna con la bata, me paré cómo pude y fui hasta el baño. Cerré la puerta y me saqué todo, menos el boxer. Me puse la bata y volví a la habitación. Yo mido un metro 80 y la bata apenas que me llegaba a cubrir las piernas del boxer que estaban enroscadas.
Karina estaba tirada arriba del cubrecama, recostada con los almohadones en su cabeza, el pelo mojado y suelto, la bata anudada pero que le dejaba ver cómo se le asomaban las tetas y cruzada de piernas, mientras iba cambiando los canales de la TV. Dejó uno dónde pasan música y haciendome señas que me ponga al lado de ella, me preguntó por mis compañeras. Le conté la historia y le causó sorpresa la combinación, salió así el viaje le dije. Y vos? Pregunté. Karina me dijo que su marido la había plantado por el trabajo y que tal vez fuera algún día de los que ella iba a estar ahí.
Sabés, la lluvia me pone mimosa, me dijo Karina con voz sexy y a vos? Con vos al lado, muy le respondí y mientras lo decía, me incliné para darle un beso, Kari me correspondió agarrándome la cara y hundiendo su lengua en mi boca. Mientras yo hacía lo mismo con mi lengua en su boca, Karina bajó una mano y fue directo a mi entrepierna. Se separó rápido de mi boca y me dijo: te dije que estuviésemos igual! Y agarrando mi mano, se la llevó a las tetas y me las hizo acariciar. Sin soltar mi mano, me la bajo por su panza hasta llegar a su vientre, dónde detecté unos pelitos y luego sus labios ya húmedos, sin encontrar prenda alguna. Qué piel mas suave y bella tiene Kari! Aproveché para tocarle los labios y apenas los roce con los dedos, ella gimió suspirando.
Saqué mi mano de su entrepierna y Kari se giró y se acomodó de frente a mi, a la altura de mis rodillas. Agarró el boxer del elástico y lo bajó de un tirón. Mi erección era tan grande, que se quedó trabado y Kari entre risitas dijo: epa, que tenemos acá Fede? Y subiendome la bata, destrabó el boxer y mi pija pegó un chicotazo contra mi panza, haciendo un ruido de latigazo.
Kari me abrió la bata y me agarró la pija con fuerza con su mano derecha, tengo la pija cabezona y un tanto gruesa y de un largo normal. Kari hizo un mmmm y dijo ¡que cabezona! Y la empezó a lamer sobre el glande, al rato lo bajó y se metió la cabeza descubierta, que ya estaba violeta de la gran erección, entera en la boca. Mientras la chupaba con energía, con su mano izquierda me acariciaba los huevos y de vez en cuando, me mandaba un dedo en el ano, que debo confesar, no me disgusta para nada. Kari lo notaba, porque me acomodaba para que mi cola quede a su merced y mi pija mas cómoda para que la pudiera chupar sin problemas.
Mientras tanto yo le acariciaba a Kari su pelo rizado que aún estaba húmedo y también aprovechaba para acariciarle las tetas que aún estaban dentro de la bata. Cuando Kari consideró que ya estaba bien chupado, se levantó y aproveché para volver a besarla, me encanta sentir el sabor de mi pija en la boca de una mujer.
Le abrí la bata y me encontré con que era más tetona de lo que creía, sus pezones eran redondos, rojizos y con un botón bien marcado y generoso. Aproveché para besarlos, lamerlos y acariciarlos. Mientras bajaba a su vientre entre besos y lamidas, Karina se sacó la bata y se acomodó sobre la cama con las piernas abiertas, dejándome verla por completa. Me separé de ella y la contemplé por un instante, mientras yo también me sacaba la bata, era realmente muy atractiva. Afuera, la lluvia no cesaba, mientras en la habitación estábamos los dos totalmente desnudos y en llamas.
Tomé uno de los almohadones que tenía Kari en su cabeza, la besé en la boca, le besé el cuello, le besé los pezones, le lami el ombligo y también los pelitos de la conchita y le acomodé el almohadon debajo de su hermoso culo. Me quedó la conchita a merced de mi boca, le separé las piernas suavemente, me acomodé panza abajo entre ellas y comencé a lamerle los labios de su almejita.
Levantando la vista, le pedí permiso ¿Kari, te la puedo seguir chupando? Asintió sin mirarme, con los ojos cerrados. Entonces puse mi lengua al servicio de su placer: dejé la lengua entre blanda y dura y le lamí los labios de abajo hacia arriba, le besé el clítoris y con mi mano derecha, jugaba con el pompón de pelos que tenía coronando su conchita. Le separé un poco los labios (tenía la conchita cerradita) y empecé a lamerla en forma circular. Envolví mis dientes con mis labios y le dí un pequeño apretón a su clítoris, sentí como Kari se estremecía, mientras me clababa las uñas en la cabeza.
Seguí lamiéndole la concha aumentando el ritmo, con mis manos le iba acariciando la panza, las tetas, los pezones y también le agarraba y apretaba los cachetes de su magnífico culo. Karina cada vez jadeaba más y más, sus tetas ya eran rocas y su conchita pasó de estar húmeda a mojarse hasta manchar el almohadon que le había puesto abajo del culo.
Ya me dolía un poco la nuca, así que levanté un poco la vista y le ví la cara de éxtasis que tenía Kari. Volví a bajar y ésta vez, a mis lamidas y chupadas, le comencé a mandar dos dedos adentro de la nenita. Incliné la falange del dedo índice y me encontré con su punto G. Estaba gigante e hinchado y comencé a jugar con él mientras no paraba de chuparsela en un ritmo frenético. Kari hervía en su interior y sus jugos le inundaban la concha, mi boca y llegaban hasta el almohadón.
Los gemidos de Kari eran entrecortados y rítmicos y me ponían a mil, yo seguía y seguía chupando, lamiendo, colandole los dedos con una mano y jugando con su ano húmedo de sus jugos con la otra. Ella me acariciaba la cabeza entre gemidos y gritos contenidos mientras decía: Fede no pares, no pares, seguí, seguí. Y le hice caso.
Un dedo ya se lo había metido entero en la cola y había comenzado a meter el segundo sin encontrar resistencia y negativa, de la otra mano ya tenía dos dedos adentro de la concha de Kari y seguía lamiéndola y chupándola hasta que se arqueó hacia arriba, clavando su clítoris en mi boca y dando un grito sordo. Acabó con un chorro viscoso que tragué sin dudar.
Kari se derrumbó sobre la cama, las piernas le temblaban y su cara tenía una sonrisa increíble. Le saqué los dos dedos de la cola y me incorporé, la tomé por el costado, le pasé el brazo por detrás de la cabeza y la besé profundamente. Ella hizo lo mismo girando y tirando la cabeza para atrás. Mientras tanto, Kari aprovechaba para frotar su culo magnífico en mi chota dura y que a ésa altura, ya estaba palpitando.
Te lo ganaste, me dijo. Me hiciste acabar cómo pocas veces lo hice. Kari bajo y me la empezó a chupar otra vez, le dije que parara porque no iba a aguantar mucho. Nooo, grito mientras se sacaba la pija de la boca. La quiero toda adentro de la cola. Yo no sabía si estaba soñando, mi señora no me daba la cola ni con la orden de un juez!!!
Contra una de las paredes laterales de la habitación había un espejo enorme de más de dos metros de alto y uno de ancho. Karina se acomodó en cuatro sobre la cama, de frente al espejo. Se puso un almohadón abajo de la panza y se abrió bien de piernas, su culo se abrió de par en par y podía ver cómo le brillaba el ano por sus jugos. Giró la cabeza, me miró y me dijo: es todo tuyo, disfrútalo y haceme acabar otra vez.
Me arrodille en la cama y empecé a lamerle y besarle los muslos fornidos a Kari y alternando entre sus piernas, fui subiendo hasta su culo. Sentía como Kari se estremecía ante cada beso y lenguetazo que le daba a su ano. Yo aprovechaba y también le lamía la concha que aún seguía más que mojada. Estaba en eso cuando escuché a Karina decir casi cómo un suplicio: ponemela en la cola, por favor, no doy maaaaas.
Tomé un poco de su flujo con la boca y se lo esparci con la mezcla de mi saliva en el ano. Busqué más flujo de su conchita con la cabeza de mi pija y se la arrimé a la entrada. Me acomodé y empecé a penetrarla mientras la miraba por el espejo, Kari me ayudó con el resto. Fue ella la que empezó a acercarse a mí, mientras veía en primerismo plano cómo mi pija se perdía dentro de su majestuoso culo.
Cuando su cuerpo se encontró con el mío, se detuvo. Yo la tenía tomada de la cintura, Kari aprovechó y sacó una mano del colchón, primero se acarició las tetas y después se pajeo un rato el clítoris mientras gemia y bajaba su torso para hundir la cara en el colchón para que sus gemidos no fueran alaridos y todo el complejo viniera a ver qué pasaba.
Volvió a acomodarse y ya con las dos manos en el colchón, empezó a moverse hacia adelante y hacia atrás. Primero despacio y después fue aumentando el ritmo hasta que empecé a escuchar cómo sus cachetes hacían ruido contra mis muslos, que estaban empapados de su flujo. Uhhh, cómo me pones, casi me gritó Kari sin bajar el ritmo y yo le dije: Kari, no doy más, sos increíble! Y después de dos sacudidas más, dejó su culo bien pegado a mi cuerpo y agitando la cadera, me hizo explotar adentro de ella.
Sentía como la leche emanaba de mi pija, estaba tan caliente que sentía que me quemaba y Kari no paraba de mover el culo. En éso Kari no aguantó más y dió un alarido, por suerte cayó un rayo que amortiguó el grito. Ella levantó la vista buscando la mía en el espejo y cuando nos encontramos, me pidió perdón y nos reímos juntos. No hay problema Kari, está todo bien, la tranquilice y ella sacando su culo de mi pija se desparramó en la cama sonriendo.
Me acomodé en la cama y Kari me apoyó las tetas en mi costado y me abrazo muy fuerte. Mi pija aún estaba tirando restos de leche, Kari la agarró con una de sus manos y mirándome se la llevó a la boca y lamió hasta la última gota. Me la acomodó entre las piernas, me volvió a abrazar, me miró fijo y me dijo: te dije que la quería toda adentro. Y los dos estallamos de risa.
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