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Esclava rusa 11

Continuación de:


Durante la noche, después de la cena entramos a la plaza a caminar, algunos locales habían cerrado. Sin embargo, en el Liverpool, que ya estaba a nada de cerrar, encontramos un ajedrez mediano, también un par de cartas de UNO.
En la zona de libros encontramos algunos títulos interesantes; quería que Alina leyera, y seguramente lo haría una vez estuviéramos en casa. La mayoría de libros en venta ya los tenía en casa.
A pesar de eso, logramos encontrar algo que todavía no tenía: El quijote, en un solo tomo. Junto a dos antologías completas de H.P Lovecraft. Sabiendo que era una lectura demasiado densa para ella decidí tomar esos libros para después, y rebuscando logré encontrar con algo apropiado, El viejo y el mar, mujercitas y Alicia en el país de las maravillas y a través del espejo. Nunca había leído estos últimos, pero un clásico no se puede dejar pasar, aunque el tono de las obras fuera diferente serviría para establecer sus preferencias. ¿Algo más fantasioso rayando en lo onírico? ¿Algo meditativo y pausado? ¿O algo más crudo?


Al regresar al hotel Alina se mostraba curiosa por las cartas y cuando pusimos las cosas sobre la mesa las tomó y las revisó.
-Puedes abrirlo.-Enterró la uña en el plástico que envolvía el paquete y se le regaron sobre la mesa. Nerviosa trató de juntarlas todas de vuelta a un mazo. Mientras tanto yo estaba acomodando las piezas en el tablero.
-Amo, usted me destruye en ese juego...- Hizo las comisuras de los labios hacia abajo, forzando una expresión de pucheros.
-Y seguramente también en ese-Dije señalando las cartas. -Vamos a ver que tanto puedes mejorar. Jugaremos esto muy seguido.
-Amo... Está bien. Trataré de ganar.
-Bien.
Alina había olvidado lo que le había enseñado y fue como ella dijo, de las 7 partidas gané 7. Con UNO fue un poco más interesante, las primeras 3 partidas no duraron mucho, pero parecía aprender rápido las funciones de las cartas, seguimos otras 5 rondas sin notar el paso del tiempo.

Se mostró curiosa sobre los libros, y no pasaron muchos segundos después de escuchar a grandes rasgos de qué trataba Alicia que eligió ese libro para leer primero. Le ordené leer en voz alta y su lectura seguía siendo débil. Se atoraba en palabras largas, se saltaba signos de puntuación  y en general iba lento, aún así no parecía avergonzada.

El día siguiente estuvimos en la playa, parecía disfrutar del clima cálido y daba chapoteos en la zona de marea baja. Yo estaba sentado manteniendo la cabeza sobre el nivel del mar mientras ella trataba de construir un castillo de arena para luego echarle agua. Me preguntaba cómo reaccionaría mi Karla al ver a Alina. Por otra parte ¿Por qué estaba apartado mientras ella se veía tan feliz? Decidí quedarme flotando boca-arriba.
-Usted es muy solitario, amo. -Interrumpió Alina emergiendo a mi lado.
-Tal vez ya sea una costumbre mía. 
-¿No le gusta estar conmigo? 
-¿A qué viene eso?
-Bueno... ¿No quiere jugar conmigo? -Hacía tiempo que no hacía movimientos rápidos. Nunca me había sentido cómodo moviéndome de forma ágil o en general teniendo expresiones faciales.
-Está bien. Vamos.

Esa tarde fuimos al Chedraui en la plaza y compré cerveza, vino, vodka, whisky y ron. Quería ver cómo se comportaba estando ebria.
-Saben amargos- dijo haciendo una mueca y casi aventando el vaso sobre la mesa. 
-Con el tiempo te acostumbras. 
-¿Usted no va a beber?-Me miraba con los ojos entrecerrados. Tomé el vaso de Alina y bebí de dos tragos el whisky. Tenía demasiado que no bebía, agité la cabeza y dejé el vaso sobre la mesa.
-Te toca.
-Hmm-Se quejó tomando la botella y rellenando el vaso. 
-Si le pones hielos o agua sabe más dulce. - Por su rostro parecía estar tratando de adivinar el sabor que tendría, era como ver a un niño tratar entender la rotación de la luna. -Vamos por hielos, ven.
La noche era casi silenciosa, sólo interrumpida por el ruido de los autos y los murmullos de los transeúntes. Logré ver por el rabillo del ojo algunas miradas sobre Alina. 
Las horas pasaban rápido, combinamos el whisky con café, otros licores con algunos otros refrescos , pero no bebimos lo suficiente para emborracharnos de cualquier manera yo no tenía mucha resistencia al alcohol, siempre que tenía el alcohol hasta arriba me sentaba en posiciones extrañas, me apartaba de la gente y me quedaba en silencio.
-Amo...
-Alina.
-¿Cómo es su hermana?
-¿Tienes miedo de no caerle bien?- De cabeza la vi asentir.-Es más probable que me tire mierda a mí antes que molestarse contigo.
-¿¡Qué!?
-Ah... No estás familiarizada. Es más probable que se moleste conmigo.-Suspiró de Alivio. -Vamos a dormir, Alina. No sé a qué hora venga ella mañana, prefiero no agravar el castigo. -Otra vez parecía escandalizada. -Sólo me va a gritar. No quiero que lo haga más de la cuenta. Vamos. -Le di una nalgada mientras ella iba a la cama. Me sonrió.

Cuando despertamos ya eran las 10:40 de la mañana. El teléfono estaba sonando y vibrando en el buró derecho, Tras levantar el móvil y ver el nombre kk en el contacto contesté la llamada.
-¿Ya llegaste?-Pregunté todavía saliendo de mi sopor, paseé mi mirada por el cuarto buscando a Alina. que estaba todavía acostada a mi lado, con el cabello regado sobre la almohada y con la camisa de tirantes holgada dejando ver sus pechos.
-Estoy a... Creo que media hora. Voy entrando a la ciudad.
-Dile a las de recepción que te dejen subir cuando llegues. Lo más probable es que me marquen al cuarto.-Hablaba tratando de no despertar a Alina mientras posaba mi mano en su cabeza.
-hm. Bien. ¿Estabas dormido?
-Yep. ¿Alguna novedad?
-Supongo que lo podría llamar así. No sé. Ahorita vemos. 
-Qué misteriosa -trataba de hacer mi voz temblar.- ¿Katia?-Del otro lado de la linea escuché un resoplido en burla. -Oh, ¿Pasó algo? 
-Te lo diré cuando llegue. Bye!-Cortó la llamada. Al observar más a detalle noté que no era la primera vez que llamaba. Había llamado 5 veces antes de que contestara. Debió sentirse sola en el camino. Dirigí la mirada a Alina, en su sueño se había acercado a abrazarme. Me levanté quitando suavemente sus brazos de mi torso y la dejé abrazando una almohada, la arropé y caminé hasta el teléfono: quería molestar a mi hermana.

Alina y yo bebíamos café mientras intentábamos encontrar algo en youtube, la pantalla del teléfono era pequeña, pero al menos se podría escuchar. 
El teléfono del cuarto sonó y Alina se levantó por él.
-No contestes, traelo. -Ordené. Alina volvió con el teléfono en la mano y me lo tendió casi con una reverencia. ¿Habría manera de cambiar ese hábito?
-¿Hola?
-Hola, buenos días. Habla recepción, su invitada se encuentra en el Lobby.- El tono de su voz pretendía ser neutral pero se lograba escuchar la vergüenza en su tono de voz.
-Gracias, déjela subir, por favor.- Trataba de contener una sonrisa mientras la recepcionista se despedía y colgaba el teléfono.
-Mi hermana ya está en la entrada.
-¿Debería ir por ella, amo? -Volteó casi de inmediato a verme, preocupada.
-No, espera que toque la puerta del cuarto... ¿Te has vuelto más servicial?-Bajó la cabeza apenada.
-Esa fue mi-Dubitó algunos segundos buscando la palabra, al no encontrarla decidió decirlo en ruso-... Овр...
-¿Educación?
-¡Sí! Pero no tuve oportunidad de hacerlo en el viaje. Lo lamento, amo.- Puso su mano sobre la mía y acercó su frente a ellas. No estaba acostumbrado, ni había entendido al principio lo que pasaba por la cabeza de Alina.
-Está bien. No te disculpes.-Usé mi otra mano para acariciar su cabello.
Llamaron a la puerta. Alina estaba a punto de levantarse, pero no quité mi mano de su cabeza.
-Primero revisa quién es en el ojo de la puerta.
-¡Sí, amo! -La dejé ir y me levanté después de ella, la seguí hasta la entrada. Se asomó por el ojal de la puerta y me dejó espacio para revisar, una mujer de cabello castaño, morena, no muy alta, delgada y vestida con unos pants y una sudadera estaba  fuera de la puerta mirando el ojal con una expresión dura. Miré a Alina y asentí, Tomó el pomo y abrió la puerta. Los ojos de Karla pasaron de ver con incertidumbre a Alina, a buscarme al costado de la puerta.
-Pedazo de cabrón ¿Les dijiste que era una prostituta? ¿Quién es ella? ¿De verdad sigues en pijama?
-Heh.-Forcé la risa mientras la miraba lo más serio que podía.- Entra.
Caminó hacia el frente saludando a Alina, quien se ofreció a guardar su bolso mientras hablábamos. Karla, extrañada, se negó.
-Marco... A ver...-El tono de su voz se asemejaba al de un psicólogo confundido. Se dirigió a la mesa y se sentó en la silla que estaba ocupando anteriormente. Alina dio un respiro de desaprobación. La miré y negué con la cabeza. Alina asintió.
-¿Desea café?-Preguntó Alina detrás de mí.
-No, muchas... gra-cias. Marco-Dirigió su mirada hacia mí- ¿Qué mierdas es esto? ¿Contrataste una ama de llaves... una mayordomo? O sea, sabía que era un megalómano, pero esto es demasiado.
-No es ninguno de los dos.-repliqué caminando hasta la mesa y sentándome al lado de mi café, frente a mi hermana.
-No... No me jodas.-Se notaba la decepción en el tono de su voz. Casi sonaba como una madre negando la naturaleza perversa de uno de sus hijos. -Marco ¿Una esclava? ¿Cómo...? ¿Por qué? ¿No te das cuenta de lo estúpido que es? ¿Tanto te dolió lo de Katia?
-Oye. En orden. -Repliqué.- Técnicamente no es una esclava. Creo recordar que la constitución dice que los esclavos entrados en territorio nacion...
-¿¡Te vas a escudar en un tecnicismo!?
-Mira, Si ella no quisiera estar conmigo se habría ido hace mucho tiempo.
-¡No tiene a donde más ir! -Volteé a ver a Alina, estaba preocupada, volteaba a vernos cada que tomábamos la palabra, sus cejas estaban hacia arriba y sostenía sus manos frente su estómago. -¿O me vas a decir que tiene muchas opo...? - Levanté la mano para callar a Karla.
-Ven...-Ordené dirigiéndome a Alina. Al acercarse dudo de si debía sentarse o quedarse parada. me volteó a ver, preguntando con la mirada.-Siéntate junto a mi hermana... En el sillón de al lado. -Asintió.
-Marco... ¿ Por qué?-Karla mantenía el tono de decepción. Me recargué sobre la mesa y medité la respuesta por unos segundos.
-Dime lo que me ibas a decir de Katia.
-¿sirve de algo?
-Necesito tantear el terreno.
-Fue a verme. -Era claro por mi mirada que pedía más detalles. Karla asintió volteando los ojos y continuó:- Una semana después de que desapareciste ella me llamó. Quería hablar contigo. Le dije la verdad. No sabía donde estabas. No le di tu nueva dirección... Trató de seguirme algunas veces, imagino que para ver si podía llevarla a ti... Agh. Sí, terminó con su otro novio, Marco.
-Pues que se vaya al demonio. -Dije en el tono más despreocupado que pude recrear. -Mientras no sepa dónde vivo todo está bien.
-¿Pretendes evitarla para siempre?
-Sí, la verdad es que sí -Contesté cínico- Ella fue quien me dejó, ella fue quien regresó y fue quien me hizo mierda. ¿Qué derecho tiene de pretender arreglar lo nuestro -Hice las comillas en el aire - después de estar con otros, yo que sé, 20 tipos, y todos con el mismo nombre?
-¿Ella no puede estar con otro después de terminar su relación pero tú pudiste conseguir una esclava y encima cogerte a otras en su cara mientras estaban en la relación? La marcaste con un tatuaje y un hierro caliente, Marco. ¿Por qué no la superas?
-¿Es mi culpa que ella propusiera ser marcada? ¿Es mi culpa que le gustara verme con otras? ¿Es mi culpa que se consiga novios parecidos a mí o con el mismo nombre? ¿Es mi culpa que cada que no le funciona una relación tenga que buscarme para culparme?-Trataba de mantenerme tranquilo, pero incluso yo podía notar mi voz volverse más hostil.
-Marco, ni el tatuaje ni la marca del hierro se irán. La manipulaste hasta que le gustó -Volteó a ver a Alina, esta vez no con incertidumbre sino con preocupación.- La dejaste traumatizada, representaste todo lo que ella consideraba divino ¿Cómo no te va a buscar cada que algo falla? ¡Es como un niño buscando a dios!
-¿Qué fue lo que te dijo cuando habló contigo?
-Que te extrañaba -Comenzó recargándose de nuevo en el sillón.- Que incluso estando con otros pensaba en ti y que quería hablar contigo para, si estabas de acuerdo, volver a intentarlo o al menos mantenerte en su vida otra vez.
-Dios mío. -Respondí con el asco vigente en mi voz- Cuanto victimismo. ¿Le creíste?
-No lo sé, Marco. -Se llevó las manos al rostro. -No lo sé. Tú me cuentas algo y ella me cuenta otra cosa. Hasta donde puedo comprender ambos son unos niños más tontos que una piedra. 
-Bueno, al menos yo no pretendo volver por ahí.
-Marco. Una esclava. ¿La manipularás igual? ¿La vas a marcar?-Volteó a ver a Alina, estaba mirando al piso. -Al menos cuando entré no se veía tan miserable como Katia cuando estaba contigo. ¿Qué pasó desde que te encerraste?
-Estuve aprendiendo ruso. Contactando gente...- Rascaba la palma de mi mano y movía la pierna de arriba hacia abajo mirando a Alina y a Karla.- Cuando estuve listo para el viaje fui. A Rusia. 
-Sí, me contaste lo de los pueblos. Al final sí te atreviste. Bravo. ¿Después?
-La compré. Su nombre es Alina. No tenía uno  cuando...
-Oh, evita la parte del mecías, Marco. -Troné los labios.
-La compré, fuimos por carretera hasta una ciudad costera, donde había un crucero de migrantes, aunque conseguimos papeles falsos, avalados por un topo en el registro civil, en caso de no poder usar barco, al menos venir en avión... Y usé ese tiempo para enseñarle español. Eso es todo.
-Imagino que te la cogiste. -Arqueó las cejas.
-Hmm. 
-Pendejo. -Musitó. -¿Qué hará con ella?
-La mantendré conmigo. Ya te dije, tiene papeles, no pretendo mantenerla iletrada. Si se diera el caso podríamos presentar alguna forma para hacerla refugiada o algo. -Me encogí de hombros.- La cosa es que ella quiera, pero p...
-No me separe del amo, por favor.- Interrumpió Alina, aunque después volvió a encogerse. Karla suspiró y me volteó a ver.
-Amo. 
-Le dije que me llamara por mi nombre. -Me volví a encoger de hombros. Karla negó con la cabeza.
-Deberíamos irnos ya de aquí. Ve yendo al auto. Lleva tus maletas y las de ella.
-Yo lo haré, amo...- Alina se levantó de golpe y me miró, su rostro delataba su preocupación.
-No, Ali, mi hermana quiere hablar contigo y quiere asegurarse de...
-Vete, Marco.
-Bien.-Suspiré.- ¿Dónde lo dejaste?
-El estacionamiento del centro comercial. Tercer nivel. 
-¿Sigues usando el mercedes? -asintió con la cabeza.-Bien. Me marcas cuando ya estén afuera. -Volvió a asentir e hizo un ademán con la mano para indicarme que debía irme. Amontoné la ropa sucia de ambos y la metí rápido en ambas maletas. 

Fin parte 11.

Continuación: 


Esclava rusa 11


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