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"Renacer: Entre el Deseo y la Redención" (cap1)

Capítulo 1: El Matrimonio Que Se Apaga

José se pasó la mano por el rostro, sintiendo la ligera aspereza de su barba incipiente. Había amanecido temprano,
como de costumbre, pero la sensación de vacío lo acompañaba desde hacía meses. Tal vez años. Se preguntaba en qué
momento exacto su matrimonio con Ester se había convertido en lo que era ahora: una rutina pulcra, impecable por fuera,
pero vacía por dentro.

Miró hacia la cama a su lado. **Vacía.**

No le sorprendió. Sabía que Ester había desarrollado la costumbre de dormir en la habitación de invitados las noches
en que llegaba tarde del gimnasio. Decía que era para no despertarlo. **Pero José sabía que no se trataba de eso.**

Se levantó con pesadez, poniéndose la bata de seda que Ester le había regalado en su cumpleaños. Un regalo caro,
pero sin significado. Como tantas cosas en su vida últimamente. Mientras caminaba hacia la cocina, escuchó el ruido
de la ducha encendiéndose en el baño principal. Su esposa ya estaba despierta.

Sirviéndose un café, se apoyó contra la encimera y repasó mentalmente su agenda del día. Tenía un evento de
automóviles de lujo al que asistir, más por obligación que por deseo. Hacía mucho que los negocios lo absorbían más
que cualquier placer personal. **O quizás era solo que ya no encontraba placer en las mismas cosas.**

Ester apareció en la cocina minutos después, con el cabello húmedo y una toalla rodeando su figura esbelta. Se veía
impecable, como siempre. Pero ya no había nada en ella que le provocara el mismo impulso de antes.

—Buenos días —dijo ella sin demasiado interés.

—Buenos días —respondió José, tomándose un sorbo de café.

Ella caminó hasta la nevera y sacó un batido de proteínas, agitando la botella con familiaridad antes de beber un
poco. José la observó en silencio, hasta que se atrevió a preguntar:

—¿Vas al gimnasio otra vez?

Ester se giró y lo miró con expresión neutral.

—Tengo entrenamiento con Fernando —respondió simplemente.

José sintió que algo en su interior se tensaba. No era rabia. **Era otra cosa.**

No se trataba de celos irracionales, sino de la amarga certeza de que, aunque ella no dijera nada, **había otra
presencia en su vida.**

—Claro —dijo él con calma, aunque su voz sonaba más seca de lo que pretendía.

Ester dejó el batido sobre la mesa y se apoyó en la encimera, cruzándose de brazos.

—¿Pasa algo, José?

José soltó un leve suspiro y negó con la cabeza.

—No, nada.

Ester lo observó por unos segundos antes de encogerse de hombros.

—No me esperes para cenar. Voy a salir con unas amigas después del entrenamiento.

José simplemente asintió, sin molestarse en preguntar con qué amigas. **Porque, en el fondo, ya conocía la respuesta.**

---

### Un evento diferente

El sol comenzaba a bajar cuando José llegó al evento de automóviles de lujo. No estaba de humor para socializar,
pero quedarse en casa tampoco era una opción. Se deslizó entre los invitados con la facilidad que da el hábito,
estrechando algunas manos, escuchando conversaciones sobre inversiones y nuevos modelos. Pero nada lograba realmente
captar su atención.

Hasta que la vio.

Sofía.

Era una de las promotoras del evento, pero no tenía la actitud exageradamente seductora de algunas de sus colegas.
Se movía con naturalidad, con una seguridad que hacía que la gente le prestara atención sin necesidad de elevar la voz.

Llevaba un vestido rojo que le ajustaba a la perfección, pero no de manera vulgar. José notó su sonrisa antes que
cualquier otra cosa. **Era real.**

Sin darse cuenta, se acercó. No porque lo hubiera planeado, sino porque había algo en ella que lo llamaba.

—Buenas tardes, señor —dijo ella con un tono amable cuando notó su presencia—. ¿Interesado en el modelo?

José se encontró sonriendo ligeramente.

—Quizás más interesado en conocer los detalles que en comprarlo.

Sofía arqueó una ceja con curiosidad.

—Entonces ha venido al lugar indicado. Déjeme explicarle.

José la observó mientras hablaba. No era solo su belleza. Era su energía. **Era la forma en que iluminaba la
conversación, en que hacía que lo mundano pareciera interesante.**

Por primera vez en mucho tiempo, José sintió algo que no esperaba: **curiosidad.**

Cuando la conversación terminó, Sofía le extendió una tarjeta con su contacto.

—Por si decide probarlo en un test drive —dijo con una sonrisa ligera.

José tomó la tarjeta, sintiendo un leve cosquilleo en la palma de su mano.

No era una invitación. No aún. **Pero lo sería.**

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