Sucedió a mis 18 años yo ya tenía relaciones sexuales de manera normal, pero siempre me dió morbo de estar con un negro por lo que todos dicen de sus miembros. Quería saber si era de verdad.
Ese año llego un colombiano a mí edificio, era jugador profesional de fútbol así que era bastante alto. Yo soy bajita, lo que me generaba bastante morbo de cómo sería coger con el. Vivia dos pisos arriba de mí departamento donde yo vivía con mis papás. Nos encontramos varias veces en el ascensor, en las que nunca desperdicié las oportunidades para coquetear e insinuarme.
El tiempo fue pasando y ya teníamos cierta confianza y coqueteabamos mutuamente. El punto decisivo fue cuando un domingo salí muy temprano a comprar unas cosas para el desayuno. Salí con chanclas un shorcito corto y una blusita delgada que evidenciaba mí falta de brasier al notarse mis pezones por debajo. Cómo siempre, me lo encontré en el ascensor de subida y mientras esperábamos vi como su mirada se quedaba en mis tetas, para luego clavarse en mí culo. Entramos al ascensor solos y ahí fue cuando me tomó por la cintura y empezó a acariciarme. Yo solo reía y jugueteaba llegamos a mí piso pero no me dejó salir y me ofreció "ir arriba" yo acepté, el ascensor se cerró y subimos a su departamento. No me podía besar porque la diferencia de altura se hacía demasiado incómoda. Llegamos y casi con un aire de autoridad me llevo a su habitación. Sabía lo que quería y eso me editaba mucho. Me tiró en la cama y me desnudó rápidamente. Yo estaba esperando el momento de ver su miembro y por fin presenciar si todo lo que decían era verdad. Se sacó la polera y luego los pantalones. Efectivamente, su miembro era gigante mucho más de lo que me imaginaba y todo eso en un momento iba a estar dentro de mí. Lamentablemente me acobarde y viendo el tamaño de ese pene, ya no quise que me lo metiera. Pero aparentemente para el eso no era una opción. Pensó que estaba jugando,me arrastró de nuevo a la cama y empezó a acariarme la cabeza. Me dijo que se la tocara, la tomé y mis dos manos no alcanzaban para cubrir la mitad de su miembro. Lo masturbé un rato hasta que salió liquido preseminal, luego me abrió la boca me metío el miembro en la boca. No hace falta decir que no me cabio entera, hacía un esfuerzo para poder chuparla pero ya se estaba metiendo a mí garganta. El se reía al ver la situación pero no parecía parar.
Paró y me tumbó en la cama para que el me practicase sexo oral está vez. Su boca comiéndose mí vagina también era despropocionada en tamaño y al meter su lengua uffff, era como si fuera el miembro de un chico normal. Cuando yo ya estaba muy prendida se incorporó agarró su verga y me penetró. Fue algo así como si me estuvieran metiendo un brazo, entraba y salía estirando todos los tejidos de mí matriz, yo gritaba y gemía de dolor y de placer al sentir eso que nunca había sentido. La sacó y eyaculó en mí cara. Su descarga al igual que su miembro fue colosal, dejándome bañada en semen. Al igual que con la chupada solo se reía.
Me limpie la cara y lo que pude del pelo, llegué a mí departamento y fui directo a ducharme para sacarme todo el exceso de semen que había dejado en mí rostro y mí cabello.
Seguimos teniendo relaciones sexuales a menudo, mí pose favorita era cuando yo lo montaba a él así podía sentir toda su verga en todo mí cuerpo y debía hacer movimientos para poder disfrutar ese pene en todo su esplendor. Algunas veces teníamos sexo en la lavandería del edificio, cuando necesitábamos de placer rápido y otras noches me escabullia de madrugada sin que se enteren mís papás y que me haga suya toda la noche. Nunca dejé que me la meta por atrás, estoy segura que mí culo no lo hubiera resistido.
Llegó la mitad de temporada en la liga profesional y su club decidió no quedarse con el así que volvió a su país y termino la relación. Aún recuerdo su verga y como nunca volví a tener una igual.
Ese año llego un colombiano a mí edificio, era jugador profesional de fútbol así que era bastante alto. Yo soy bajita, lo que me generaba bastante morbo de cómo sería coger con el. Vivia dos pisos arriba de mí departamento donde yo vivía con mis papás. Nos encontramos varias veces en el ascensor, en las que nunca desperdicié las oportunidades para coquetear e insinuarme.
El tiempo fue pasando y ya teníamos cierta confianza y coqueteabamos mutuamente. El punto decisivo fue cuando un domingo salí muy temprano a comprar unas cosas para el desayuno. Salí con chanclas un shorcito corto y una blusita delgada que evidenciaba mí falta de brasier al notarse mis pezones por debajo. Cómo siempre, me lo encontré en el ascensor de subida y mientras esperábamos vi como su mirada se quedaba en mis tetas, para luego clavarse en mí culo. Entramos al ascensor solos y ahí fue cuando me tomó por la cintura y empezó a acariciarme. Yo solo reía y jugueteaba llegamos a mí piso pero no me dejó salir y me ofreció "ir arriba" yo acepté, el ascensor se cerró y subimos a su departamento. No me podía besar porque la diferencia de altura se hacía demasiado incómoda. Llegamos y casi con un aire de autoridad me llevo a su habitación. Sabía lo que quería y eso me editaba mucho. Me tiró en la cama y me desnudó rápidamente. Yo estaba esperando el momento de ver su miembro y por fin presenciar si todo lo que decían era verdad. Se sacó la polera y luego los pantalones. Efectivamente, su miembro era gigante mucho más de lo que me imaginaba y todo eso en un momento iba a estar dentro de mí. Lamentablemente me acobarde y viendo el tamaño de ese pene, ya no quise que me lo metiera. Pero aparentemente para el eso no era una opción. Pensó que estaba jugando,me arrastró de nuevo a la cama y empezó a acariarme la cabeza. Me dijo que se la tocara, la tomé y mis dos manos no alcanzaban para cubrir la mitad de su miembro. Lo masturbé un rato hasta que salió liquido preseminal, luego me abrió la boca me metío el miembro en la boca. No hace falta decir que no me cabio entera, hacía un esfuerzo para poder chuparla pero ya se estaba metiendo a mí garganta. El se reía al ver la situación pero no parecía parar.
Paró y me tumbó en la cama para que el me practicase sexo oral está vez. Su boca comiéndose mí vagina también era despropocionada en tamaño y al meter su lengua uffff, era como si fuera el miembro de un chico normal. Cuando yo ya estaba muy prendida se incorporó agarró su verga y me penetró. Fue algo así como si me estuvieran metiendo un brazo, entraba y salía estirando todos los tejidos de mí matriz, yo gritaba y gemía de dolor y de placer al sentir eso que nunca había sentido. La sacó y eyaculó en mí cara. Su descarga al igual que su miembro fue colosal, dejándome bañada en semen. Al igual que con la chupada solo se reía.
Me limpie la cara y lo que pude del pelo, llegué a mí departamento y fui directo a ducharme para sacarme todo el exceso de semen que había dejado en mí rostro y mí cabello.
Seguimos teniendo relaciones sexuales a menudo, mí pose favorita era cuando yo lo montaba a él así podía sentir toda su verga en todo mí cuerpo y debía hacer movimientos para poder disfrutar ese pene en todo su esplendor. Algunas veces teníamos sexo en la lavandería del edificio, cuando necesitábamos de placer rápido y otras noches me escabullia de madrugada sin que se enteren mís papás y que me haga suya toda la noche. Nunca dejé que me la meta por atrás, estoy segura que mí culo no lo hubiera resistido.
Llegó la mitad de temporada en la liga profesional y su club decidió no quedarse con el así que volvió a su país y termino la relación. Aún recuerdo su verga y como nunca volví a tener una igual.
1 comentarios - Mí experiencia con un negro