Les quiero contar sobre Ceci, mi esposa, 42 años y un incendio que no apaga nadie. Ceci es muy adicta a los juguetes a los vibradores lleva años juntando pero tiene unos que son sus preferidos




Cuando se mete al jacuzzi que tenemos en el baño grande, la cosa se pone al rojo vivo.
La espuma arranca toda bonita, pero en cuanto ella se desliza en el agua hirviendo, ¡pum!, se disuelve como si supiera lo que viene. Porque Ceci, cuando está ahí, se transforma. S recoge el pelo, cierra los ojos y empieza a tocarse, lento, como si el mundo no existiera. Sus manos y sus vibradores recorren su piel, siguiendo cada curva, y el agua parece vibrar con ella.


Es una diosa perdiéndose en su propio placer, gimiendo bajito mientras el vapor la envuelve. Joder, es una imagen que te quema el cerebro.

Yo a veces la miro desde la puerta, duro como piedra, porque verla así es demasiado. Pero hay noches que ella me pesca con esa mirada que corta el aire, puro deseo, como diciendo “entra ya o te arrepentirás”.

Y yo no me hago rogar. Me meto, el agua arde, la espuma es historia, y nos enredamos en un fuego que hace temblar el jacuzzi.
Sus gemidos se mezclan con el burbujeo, mis manos se suman a las suyas, y el baño termina siendo un campo de batalla donde nadie sale ileso




Cuando se mete al jacuzzi que tenemos en el baño grande, la cosa se pone al rojo vivo.
La espuma arranca toda bonita, pero en cuanto ella se desliza en el agua hirviendo, ¡pum!, se disuelve como si supiera lo que viene. Porque Ceci, cuando está ahí, se transforma. S recoge el pelo, cierra los ojos y empieza a tocarse, lento, como si el mundo no existiera. Sus manos y sus vibradores recorren su piel, siguiendo cada curva, y el agua parece vibrar con ella.


Es una diosa perdiéndose en su propio placer, gimiendo bajito mientras el vapor la envuelve. Joder, es una imagen que te quema el cerebro.

Yo a veces la miro desde la puerta, duro como piedra, porque verla así es demasiado. Pero hay noches que ella me pesca con esa mirada que corta el aire, puro deseo, como diciendo “entra ya o te arrepentirás”.

Y yo no me hago rogar. Me meto, el agua arde, la espuma es historia, y nos enredamos en un fuego que hace temblar el jacuzzi.
Sus gemidos se mezclan con el burbujeo, mis manos se suman a las suyas, y el baño termina siendo un campo de batalla donde nadie sale ileso
15 comentarios - Mi esposa en el jacuzzi